Siempre se puede confiar en la torpeza, ignorancia y
brutalidad del chavista. Hugo Chávez y ahora, Nicolás Maduro son excelentes
ejemplos de este aserto. Y no quepa duda, Evo Morales es chavista, de los más
rancios. Como tal se comportó al ofrecerle al Papa Francisco en su visita a
Bolivia un Cristo crucificado en el Martillo y la Hoz que simbolizan el
comunismo, presentes en la bandera de la extinta Unión Soviética.
Es obvio y no requiere mayor examen que el nefasto
presente constituye una grave ofensa al Papa, a la Iglesia Católica y a todo el
cristianismo. Tampoco es necesario comentar que insultar al Vaticano no es
particularmente inteligente, como lo pueden testimoniar los líderes comunistas
de la desaparecida URSS, que sufrieron la derrota propinada por Juan Pablo II
aliado con Ronald Reagan y Lech Walesa, misma que llevó al derrumbamiento de
ese imperio. Sencillamente, pelearse con el Papa, uno de los grandes poderes de
la civilización, no es de gente inteligente.
Por supuesto, los anteriores comentarios son hechos desde
una óptica que le concede vestigios de inteligencia al señor Morales, ya que
existe la posibilidad de que este en realidad pensara que le estaba haciendo un
gran halago a Francisco con tan extravagante regalo. Recordemos que su ídolo,
Hugo Chávez, afirmaba que Jesús era socialista, marxista, pues. Algo así como
el primer Lenin de la historia. Y ese parece ser el mensaje manifiesto del regalo
del Presidente de Bolivia.
Pero hay algo mucho peor en el desafuero del bárbaro Evo
contra el Sumo Pontífice, que va más allá del insulto a no menos de 1.200
millones de cristianos. Y es el verdadero y grave mensaje a la humanidad
contenido en el esperpento dado como presente.
La cruz es símbolo de muerte y tortura. Fue instrumento
de muerte y tortura. Jesucristo fue asesinado en la Cruz tras una prolongada
agonía. Nuestro hermano, el hijo de Dios, murió en ella para redimir los
pecados de los hombres.
De manera que equiparar el Martillo y la Hoz, al
comunismo, con la Cruz en la que murió Jesús, equivale a manifestar que el
comunismo es un instrumento de asesinato, muerte y tortura, como en efecto ha
quedado demostrado a lo largo de su corta historia, en la que se ha acreditado
a no menos de 100 millones de inocentes muertos.
En consecuencia, los pueblos del mundo deben mostrarle su
agradecimiento a Evo Morales, pues su regalo al Papa Francisco es nada menos
que la confesión del carácter inhumano, depravado, perverso y genocida del
comunismo. En pocas palabras, Evo le dijo al Papa y al mundo “he aquí el
Martillo y la Hoz que mataron al Hijo del Hombre, el Martillo y la Hoz que
solamente significan muerte y tortura para el ser humano, el Martillo y la Hoz
en los que tantos han muerto y seguirán muriendo si no somos detenidos”.
La sonrisa en el rostro de Evo cuando le entregaba la
espantosa imagen a Jorge Mario Bergoglio no era la de un hombre confesando tan
aviesa naturaleza. Parecía, más bien, la de un tonto que incurre cándidamente
en un acto fallido bajo la creencia consciente de que está complaciendo a su
homenajeado, sin percatarse de que tal acto muestra su criminal y putrefacta
esencia.
Gracias, Evo, no pudimos expresarlo mejor. Tu regalo hace
superflua cualquier argumentación en contra del comunismo. Lo dijiste todo.
Leonardo Silva Beauregard
@LeoSilvaBE
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