Las dictaduras y demás regímenes
autoritarios, sean de derecha o de izquierda se caracterizan por los mismos
procedimientos arbitrarios, contrarios a la legalidad y a la razón. En ellas
las violaciones de los DDHH, las persecuciones, torturas y censura son los
medios por los que se sostienen a no contar con la legitimidad que sustenta a
las democracias.
Esta forma de proceder funciona mientras el
efecto que cause en la población sea el miedo, que paralice toda intención de
salir a defender los derechos individuales y colectivos. Por eso, cuando el
miedo se rompe, y los pueblos se movilizan para implantar sistemas de justicia
y libertad, los despotismos solo recurren a los métodos que saben usar; pero
como no es posible arrestar o neutralizar a millones de personas en las calles
protestando, o decididas a votar, arremeten contra los líderes con la esperanza
de que eso disperse a las masas.
El miedo a liderazgos fuertes, que
movilizaron naciones enteras en torno al rescate de las libertades, llevó al
régimen del Apartheid al arresto de
Mandela y de sus principales colaboradores; así mismo los colonizadores
británicos de la India, pensaron que deteniendo a Gandhi y a la plana mayor del
Partido del Congreso conseguirían aplacar el movimiento independentista.
Contrario a lo planeado por los tiranos, la reacción del pueblo en diversas
oportunidades fue la de mantener la lucha, aún con más energía, como muestra de
solidaridad con sus líderes.
En Venezuela, donde el autoritarismo ha sido
el signo del período que comenzó hace 16 años, la persecución a los líderes de
la Unidad ha sido la estrategia para aplacar la lucha de los ciudadanos por
restaurar una democracia auténtica. La inhabilitación política se ha convertido
en una de las armas favoritas del gobierno, que de manera cobarde saca del
juego político a los adversarios que considera más riesgosos, por su liderazgo
y capacidad para inspirar a la gente.
El estado Zulia ha sido especialmente
castigado con ese recurso, y el partido Un Nuevo Tiempo, ha tenido que pagar
por su presencia en el corazón de los zulianos, con la inhabilitación de sus dos
líderes más visibles, tanto en el estado como en el país. Manuel Rosales y
Pablo Pérez, ex gobernadores y aspirantes presidenciales han sufrido esta
penalización por tener la capacidad de arrastrar tras de sí a los zulianos y
los venezolanos para la victoria este 6 de diciembre.
Ante semejantes embates, motivados por la
cobardía y el desespero, el pueblo de Venezuela debe reaccionar con coraje y
madures, salgamos a votar masivamente y transformemos la Asamblea Nacional en
un poder al servicio de los ciudadanos, que impida que arbitrariedades como las
que narramos sigan ocurriendo. Construyamos un liderazgo colectivo que
convierta al parlamento en un instrumento para la democracia y la legalidad.
Leonardo
Fernandez
leocat100@hotmail.com
@leofernandezf
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