Hiperinflación o Tsunami
Otro a quien le lavaron el cerebro. En paraninfo anterior
comenté la conversación con un taxista que renegaba de la crítica situación del
país y al final relevaba de culpas al gobierno. Pues bien, esta semana,
llevando mi automóvil, al fin me lo repararon, a alinear, mientras espero llega
un joven a montar 4 cauchos. Y, Eureka, había cauchos. Cuando va a cancelar los
4 neumáticos me entero que tuvo que pagar Bs. 84.000. Como resulta normal en
estos casos de seguidas entablamos conversación sobre lo caro y escaso que esta
todo.
Tuvo suerte de conseguir los 4 cauchos le digo. “Sí,
porque en otros sitios me pedían 30 mil por cada uno”. Pero, le observo, los
que esta quintado no están malos, los puede vender a buen precio. “No, es que solo tienen 4
meses de comprados, uno lo dejo de repuesto y los otros los guardo.
Es que yendo de Puerto Cabello a Valencia me trataron de asaltar zumbándome unos palos en la vía y no me detuve; les pasé por encima y dañé uno de los cauchos, prefiero montar los 4, porque de seguro van a subir si es que se consiguen y yo viajo mucho”. Mi señora que me acompañaba, bueno siempre me acompaña, se mete en la conversa y comienza a hablar de la situación, la inseguridad, la escasez, lo caro de todo, del gobierno, y el joven asintiendo a lo que mi señora decía. “Mire señora yo soy teniente de fragata, estoy en la base naval del Puerto, salgo siempre de civil y no cargo el arma de reglamento. Fíjese que hace poco a un compañero lo asaltaron en esa vía, le quitaron el arma y el uniforme, le robaron el carro y lo golpearon”. Mi señora de inmediato lo aconseja, tenga mucho cuidado en esas carreteras, es que ya no se puede vivir aquí. “Así es señora, vengo de mi odontóloga y me comentó que está haciendo trámites para irse del país y eso es lamentable. Y mi señora vive obstinada con los problemas para conseguir cosas, en especial los pañales de la niña, que tiene 10 meses, y yo por mi trabajo no la puedo ayudar, realmente un drama”.
Es que yendo de Puerto Cabello a Valencia me trataron de asaltar zumbándome unos palos en la vía y no me detuve; les pasé por encima y dañé uno de los cauchos, prefiero montar los 4, porque de seguro van a subir si es que se consiguen y yo viajo mucho”. Mi señora que me acompañaba, bueno siempre me acompaña, se mete en la conversa y comienza a hablar de la situación, la inseguridad, la escasez, lo caro de todo, del gobierno, y el joven asintiendo a lo que mi señora decía. “Mire señora yo soy teniente de fragata, estoy en la base naval del Puerto, salgo siempre de civil y no cargo el arma de reglamento. Fíjese que hace poco a un compañero lo asaltaron en esa vía, le quitaron el arma y el uniforme, le robaron el carro y lo golpearon”. Mi señora de inmediato lo aconseja, tenga mucho cuidado en esas carreteras, es que ya no se puede vivir aquí. “Así es señora, vengo de mi odontóloga y me comentó que está haciendo trámites para irse del país y eso es lamentable. Y mi señora vive obstinada con los problemas para conseguir cosas, en especial los pañales de la niña, que tiene 10 meses, y yo por mi trabajo no la puedo ayudar, realmente un drama”.
Ante el giro que toma la conversación interrumpo y me
animo a lanzarle la pregunta que uno no se atreve a hacerle a un militar, por
aquello de la mula. Disculpe, pero es usted chavista? “Si, bueno, soy chavista
pero no de esto que está pasando, nuestro comandante había planteado muchas
cosas buenas para nuestro país”. Se me volaron los tapones, cosa no muy difícil
para mí, y le espeto: mire teniente, disculpe, pero este desastre comenzó con
Chávez, con su tal socialismo del siglo 21 que no es más que un
castro-comunismo. Y por allí me voy. Iván baja la voz, me dice mi señora. Sin
bajar ni un decibel le digo, mire yo estuve en la academia militar cuando la
democracia civil y nunca oí decir a un oficial que era adeco o copeyano y menos
eso de “Patria, Acción Democrática o muerte”. Si usted es militar y se dice
chavista está violando su propia condición. “Señor ya está listo su carro”.
Salgo como tuerto en un guafal. Mi señora continúa su proceso de catequización.
“Señora me parece que yo conozco a su
esposo”. Él fue tal y tal cosa en la IV. “Ah, ya recuerdo. Es un placer haberlo
conocido”, le dice. Lograría mi señora deslavarle el cerebro?
Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1
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