Como venezolano
preocupado, sin mayor basamento ni competencia o autoridad, más que el dictado
de mi corazón y de mi consciencia, como del
amor a la tierra de mis padres y ancestros, así como del legado que
siento debo dejar a mis hijos y nietos, el 8 de junio de 2015 escribí una carta
abierta dirigida al canciller de Guyana, el honorable Odeen Ishmael, como
respuesta al comunicado oficial de cancillería guyanesa publicado en dicha
fecha. Hoy debo efectuar la debida réplica el nuevo comunicado, esta vez
extensísimo, basado en premisas falsas, con
las cuales el distinguido canciller enrostra a Venezuela de acciones que
jamás han estado en el pensamiento ni en el accionar de nuestros líderes y que,
ciertamente, no se corresponden con la verdad histórica del conflicto.
Esta larga
argumentación se intenta sustentar en la pretensión de Guyana de propiedad
sobre nuestro Territorio Esequibo, Guayana Venezolana, o simplemente Esequibo,
ubicado al oeste del Río Esequibo,
territorio que es parte integral de la Capitanía General de Venezuela
promulgada por la corona a española el 8 de septiembre de 1777. Nos apegamos al
Utis Posidetis Iuris, ignorado por Inglaterra, por los árbitros y por la hoy Guyana o Republica Cooperativa de
Guyana. Inglaterra y los árbitros aplicaron el Utis Posidetis de facto, y la
hoy Guyana se cobija en él.
El territorio de
la hoy Guyana, al este del rio señalado, fue previamente de Holanda, país que
nunca tuvo propiedad de territorio alguno al oeste del río Esequibo. El tratado
de Munster entre España y los Países
Bajos deja clara la propiedad de Holanda de este territorio, ubicado al este
del río Esequibo y deja muy claro que dicha nación no tenía nada al oeste del señalado río, el cual
es el límite natural entre los dos países, Venezuela y la hoy Guyana. O sea,
nunca nuestro territorio Esequibo fue ni de Holanda, ni de Inglaterra. No
obstante los colonos del Demerara se pasaron al oeste, invadiendo terreno y se
establecieron allí. Cosa que fue reclamada por nuestro Libertador Simón Bolívar
desde 1822.
Al este
territorio, ubicado al este del rio Esequibo, pasar a ser la Guayana Inglesa,
comenzó la maniobra imperial de despojar a Venezuela de estas tierras, con el
fin ulterior o interés geopolítico de tomar control de las bocas del río
Orinoco, como se lo recomendara a la corona inglesa, en sendas cartas, el
naturalista prusiano Robert Shombourg, como el mismo General O`Leary, edecán
del libertador quien, como sabemos, era inglés.
La posición
esgrimida por el Canciller Odeen Ishamael, quien así hoy declara, desconoce el
Acuerdo de Ginebra donde su primer, Primer Ministro para 1966, Forges Burham,
firmó como lo firmó el representante de Inglaterra, reconociendo la contención unilateral de Venezuela
de que el Laudo de París de 1899 había sido y es Nulo e Irrito.
Toda la
argumentación del canciller y que amerita de un análisis más a fondo se
sustenta precisamente en que ese laudo amañado sigue vigente, cuando lo único
vigente es la búsqueda de un arreglo práctico para una solución satisfactoria
de ambas partes. Vale decir, Guyana heredó de Inglaterra la tenencia de un
territorio que nunca fue de Inglaterra, como no lo fuera de Holanda y mucho
menos de la hoy Guyana. La posesión u ocupación temporal, en la cual ejerce
administración, está sujeta al resultado de la solución a la que el Acuerdo de
Ginebra obliga a las partes, a ser obtenida, como reza el acuerdo, mediante el
empleo de los métodos de solución pacífica de conflictos del artículo 33º de la
Carta de las Naciones Unidas.
Venezuela nunca
ha sido inamistosa con Guyana y, al reconocer su abrupta como extemporánea
independencia en 1966, hizo reserva expresa de que el reconocimiento no
significaba renuncia a sus legales y legítimos derechos sobre el territorio
Esequibo, el cual fue un territorio despojado por Inglaterra y cedido a la
nueva nación independizada, como quien comete un crimen y entrega en depósito
los bienes obtenidos del mismo a un agente de retención, el cual se constituye
en cómplice, en este caso no inocente. O sea, un acto tan ilegítimo e ilegal
como lo fue el laudo que sentenció, previas irregularidades cometidas por los
árbitros en el mismo, que ese territorio era de Inglaterra.
De tal manera que
mi respuesta inmediata es preliminar y el concepto de “Territorio soberano de
Guyana” esgrimido por el canciller Ishamael, es a la vez, total e
históricamente, inexacto como inaceptable.
Ese territorio
fue despojado a Venezuela en un acto de imperio o un acto “de facto”, por vía
de la fuerza de una sentencia irrita y nula. Venezuela conoce de las
irregularidades cometidas en el proceso de negociaciones de la mesa donde
Venezuela estuvo representada por dos árbitros norteamericanos (Brewer y
Fuller) quienes se pusieron de acuerdo
con los dos británicos (Collins y Russel) y con el presidente del tribunal, de
origen ruso, Martens) gracias a que el abogado (Severo Mallet Prevost) de los
negociadores norteamericanos quienes
representaban a Venezuela, nos legó su manifiesto, en carta póstuma, en ejercicio de un arrepentimiento tardío en previsión del juicio de la
historia, donde nos explicó como había sido ese proceso, además de la falta de
motivación de la sentencia y vicios de extra petita que la misma adolece.
Creo haber
argumentado sólidamente que las pretensiones de Guyana no son ciertas, son un
avieso sofisma, y jamás pueden ser honradas, y que Venezuela hará cuanto deba
hacer para defender su soberanía e integridad territorial, con todos los
derechos que le asisten.
En lo particular,
ya que no represento al estado sino a mi familia, hice un juramento de defender
la patria lo cumpliré, aún a riesgo de mi vida, para dejarles a mis hijos y
nietos una patria libre y soberana.
Eddy Darío
Barrios Orozco
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
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