miércoles, 22 de julio de 2015

CESAR YEGRES MORALES, EDUCACION: UNA MANERA DE SER LIBRES

Hace algunos años, un pedagogo brasileño, Paulo Freyre, escribió un libro con un título muy sugerente: “La educación como práctica de libertad”. Allí se plantea el compromiso pedagógico con la realidad histórica; en el que lo educativo tiene un referente ideológico, político y cívico. La participación popular de manera consciente y crítica en las decisiones y la conquista de la democracia. El autor, con su pensamiento y su obra, propagan la idea de que hay que preparar para la libertad a la clase más preterida, y hay que hacerlo de una manera de toma de conciencia y creando condiciones democráticas para ello. La tesis de Freyre es en lo sustancial, una pedagogía política y por lo tanto, la realidad comunitaria y el proyecto a construir, deben tener fundamentos ideológicos muy claros. Resulta relevante recordar que en esa época, mediado de los 60, imperaban en América Latina regímenes dictatoriales que usaban la violencia extrema para reprimir y cercenar derechos. Sobre estas bases, las ideas que desarrolla el educador brasileño, están insertadas en un contexto educativo, llamado a responder a la violencia y la intolerancia.

   Estos dos elementos: Violencia e Intolerancia se muestran hoy, con una presencia inusitada en centros educativos de muchos de nuestros países, caso México, Cuba, Venezuela, Nicaragua y en menor escala, pero sin dejar de ser preocupante en Colombia, Ecuador y Brasil. La escuela es un reflejo de la sociedad y de su entorno. En un amplio sentido, los valores que se aprenden en el hogar, se manifiestan en todos los aspectos sociales y de convivencia del individuo, tales como el colegio, el trabajo y la interacción diaria con la sociedad. Los alumnos suelen reproducir conductas aprendidas en el hogar y estas se manifiestan hacia otros escenarios de la sociedad. De manera particular, existen algunas instituciones educativas, en el que la violencia se utiliza como un recurso al que acude el maestro para hacer valer su autoridad, y entre los alumnos como un tipo de fuerza coercitiva para obligar a un compañero o grupo de ellos, en algo que no quieren consentir libremente.  No siempre esta práctica acude a los elementos de carácter físico, sino por medio de la intimidación, desvalorización o comentarios despectivos que inhiben o anulan el potencial de libertad en ellos.
   Por otra parte, la intolerancia se extiende como una actitud irrespetuosa hacia las opiniones distintas a las propias. Ella se encuentra asociada a la intransigencia y la ignorancia del respeto por la diversidad. Su práctica es en esencia una violación de los derechos y libertades fundamentales de la dignidad humana. La cuestión de la pobreza juega un papel importante en los desequilibrios sociales que generan violencia e intolerancia. En situaciones en que la pobreza y la marginalidad son elevadas, las oportunidades educativas son menores. Es decir, si una persona no cuenta con la oportunidad de una educación necesaria para desarrollar sus aptitudes y capacidades, tendrá menor opción de vida y menor libertad de decidir lo que quiere y aspira. Si un estudiante es pobre suele ser relegado en la asignación de una buena escuela. Eso es una violencia a sus derechos. Pero la violencia y la intolerancia no son elementos exclusivos de un hogar pobre o marginal. También se presentan en aquellos que tienen un mayor nivel de estabilidad económica; pero no hay duda que la pobreza es un factor incitante a la violencia e intolerancia.
  Una de las cosas esenciales que recomienda Freyre, es que la escuela debe representar el espacio formal donde los alumnos, en temprana edad, se vean expuestos a una información y experiencia que resultan determinantes para su formación como individuos. Todo esto bajo el entendimiento de que la experiencia educativa en las escuelas va más allá de las enseñanzas de habilidades académicas, y se encuentra ligada a la formación de los futuros ciudadanos de su país. La escuela es en definitiva un ámbito para la libertad personal, para la ciudadanía democrática, la solidaridad, la igualdad y la justicia.

César Augusto Yegres Morales
caym343@hotmail.com

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