jueves, 2 de julio de 2015

CESAR YEGRES M., LA MAGIA DE LA PALABRA

“El lenguaje es poder. Impone la Verdad  en un momento dado”  Michelle Foucautl 
                                                                       
Para no ser diletante, es decir,  del disfrute sensorial del conocimiento y ser lo más profesional posible como dirigentes de la comunidad, hay que comenzar por el principio, como establecen las Escrituras: al principio fue el verbo. Lo que distingue al ser humano del resto de las criaturas es el pensamiento, la capacidad de abstracciones, especulaciones, analogías, análisis, vale decir, de esos ejercicios de racionalidad inherentes a la condición humana.
El pensamiento es posible porque existen las palabras. Los surrealistas decían: “El pensamiento se hace en la boca” Esos puentes expresivos nos permiten aprehender la realidad, describirla, interpretarla e influir sobre ella. Sin las palabras, los pensamientos serían unos desvalidos prisioneros del cerebro. Y son las palabras y el sistema de éstas, el lenguaje, el instrumento vital de trabajo de un político, de un dirigente, de todo aquel llamado a conducir en cualquier área de la actividad humana. Dominar la palabra, el discurso, lograr un mínimo de elocuencia de capacidad persuasiva, es la primera facultad que debe desarrollar un servidor público.
Así como no se entiende que un obrero no cuide sus herramientas de trabajo, del cual vive y obtiene su manutención, tampoco es concebible un político que no se esmere en mejorar cada día su discurso. La existencia del político se justifica por la palabra, vive para hablar y convencer, su escenario ideal es el Parlamento o cualquier espacio deliberante y no elude jamás el debate serio y constructivo. Política y silencio no compaginan, son  términos antinómicos.   
En estos primeros años del Siglo XXI, es la imagen la que ha consolidado su dominio, ella requiere de la palabra para no convertirse en trivialidad, para ser comprendida en sus más íntimas connotaciones y denotaciones. Por eso, a pesar de todo, no es la “tiranía de la imagen” sino una civilización “audiovisual”, lo que identifica a estos tiempos. La palabra no ha sido doblegada. Está allí, poderosa como siempre, ahora asociada con lo visual.
Nosotros los latinoamericanos, que por nuestros ancestros, somos rítmicos, musicales y cimbreantes. Como indígenas, reflexivos y pacientes. Y como hispanos, retóricos y buenos conversadores. No hay que olvidar que en el mundo azteca, antes de la llegada de Colon, se le otorgaba a la oratoria, es decir a la palabra, un lugar preponderante. A su Emperador se le distinguía con el calificativo de Venerado Orador. Igual sucedía en la cultura helénica, especialmente entre los atenienses, la palabra era vital. Una sociedad que todo lo discutía en Asamblea de Ciudadanos, de allí que era lógico la profusión de buenos oradores. No podemos olvidarnos del famoso discurso de Pericles: “Oración por los muertos de la guerra del Peloponeso” A Demóstenes, que siendo tartamudo, demostró que con un gran esfuerzo se puede llegar a ser un estupendo orador. Con sus Filípicas defendió a Atenas de las pretensiones expansionistas de Filipo II de Macedona, el padre de Alejandro Magno.
En el discurrir histórico, los lideres han logrado sus “auctoritas”, no por su capacidad de represión o compra de voluntades, sino en el prestigio y respetabilidad de su dominio de la palabra, de su capacidad para convencer.  

César Augusto Yegres Morales
caym343@hotmail.com


EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, SIN COMUNISMO UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE, ESTO NO PUEDE CONTINUAR, TERCERA VIA, DESCENTRALIZAR, DESPOLARIZAR, RECONCILIAR, DEMOCRACIA PARLAMENTARIA, LIBERTARIO ACTUALIDAD NACIONAL, VENEZUELA, NOTICIAS, ENCUESTAS, ACTUALIDAD INTERNACIONAL,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.