jueves, 9 de julio de 2015

CESAR GUILLEN CITTERIO, EL CAPITALISMO DEMOCRATICO

El capitalismo a través de su historia, ha sido un sistema muchas veces injusto y que no en pocas ocasiones ha creado condiciones sociales y políticas comprometedoras. 

Aun así, es hasta ahora la forma más conocida y desarrollada de realización del trabajo, de la mercancía, del ahorro y el consumo masivo. Fortaleció al mundo laboral productivo, en todas partes. Los beneficios y los aportes a la comodidad, salud, descubrimientos y buenos servicios útiles a las sociedades modernas que hoy las disfrutan, han sido como consecuencia de su desarrollo. El 90% de los avances médicos y tecnológicos provienen de los países con ese sistema.
Muy por el contrario de las sociedades que experimentaron y experimentan el modelo económico socialista, que solo generan escasez, atraso y una mala calidad de vida.
La participación de los trabajadores en el capitalismo moderno es central. Pero antes, su mentalidad y conducta deben favorecer la productividad y la disposición a aumentar su rendimiento. Ver solo a su empresa como obligada exclusivamente a satisfacer todas sus demandas y necesidades, solo conduce a un final seguro, la quiebra y la pérdida del empleo.
Desarrollar una industria nacional vigorosa, democrática y productiva, libre de controles ilegales, de chantajes y extorsiones, más que necesario es imprescindible en la actualidad. Es el valor del trabajo, la más acertada ideología en una sociedad moderna.
Estimulada por la demagogia política, en Venezuela esa confusión favorece, por un lado, la creación de una mitología del patriotismo en la que proliferan doctrinas tan absurdas como la del militarismo  revolucionario de la independencia. Impide por otro lado, la apreciación racional y actualizada de los factores económicos y de progreso  de la nación.             
Tratan de enmascarar la ineficacia y la corrupción, arrancando de la historia las luchas sociales y el idealismo épico del siglo 19. Insistir en modelos populistas y no erradicar la dependencia  del estado, puede hundirnos en una recesión económica de muy difícil recuperación.
El ciclo revolucionario iniciado en Rusia en 1905, está cerrado además para siempre. La historia no se repite y si lo hace, como ya observó Marx, convierte en sainete o farsa lo que fue drama. Los ciclos en la historia se abren con abrupta violencia, pero se cierran luego con fuerza definitiva. La revolución socialista se ha marchado con tanta brusquedad y amplitud como entró. Ella no volverá jamás.
Hay algo esencial, el capitalismo con sus imperfecciones ha resultado como sistema histórico, más estable de lo que se creía. Hoy por hoy  disfruta del monopolio de la ideología. Su adaptación, mejoras y reorientación, son hoy objeto de estudios y de debate. Pero aún no se ha planteado su erradicación.
Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com

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