Se llama movimiento LGBT al movimiento social y político que pretende conseguir la normalización social y la equiparación de derechos de homosexuales (gais y lesbianas), transexuales, bisexuales, etc. con los heterosexuales.
Lo primero que
deseo expresarte es... ¡Felicidades! Has conseguido que en todos los Estados de
la Unión Americana reconozcan tus preferencias como opciones legítimas de
vinculación, más allá de lo meramente sentimental. Ahora puedes tener en los
Estados Unidos de Norteamérica un vínculo legal y legítimo con tu pareja, algo
que también puedes disfrutar en otros países, pero como soy ciudadano
estadounidense me enfoco en el logro que ha alcanzado tu minoría en mi país, la
tierra de las oportunidades.
Lo segundo que
deseo comunicarte tiene que ver con el uso equivocado que podrías hacer, no
solo del derecho de asociación marital - recientemente confirmado en la Corte
Suprema de los Estados Unidos de América con una estrechísima votación 5 a 4 –
sino también por el uso, igualmente erróneo, de los nombres, conceptos y
adjetivos que empleas para defender y refrendar el derecho que te asiste a
ejercer una preferencia sexual, a través del ejercicio de la libertad de
expresión que te permite manifestar públicamente esa predilección.
Ahora que puedes
ejercer el derecho a casarte con una persona de tu mismo sexo, debes recordar
que para beneficiarte de la legalidad que se desprende de un derecho adquirido
tienes que cumplir con la ejecución responsable de varias obligaciones;
particularmente aquellas que limitan o condicionan socialmente tu derecho.
Permíteme comentarte algunos aspectos sustantivos de esas limitaciones.
El alcance de tus
derechos
El derecho que se
te ha reconocido para preferir y manifestar tu preferencia sexual y para
contraer matrimonio con personas de tu mismo sexo no es infinito, tampoco
intocable ni absoluto. Termina donde comienza el derecho de otras personas para
salvaguardar sus normas, usos y costumbres, junto con los parámetros éticos y
morales que tus preferencias agreden, aun cuando sean legales y legítimos.
Ciertamente tienes el derecho a manifestar públicamente tus preferencias
sexuales y puedes hacerlo dentro de los límites que imponen las normas sociales
y las leyes y sus reglamentos.
Hasta ahí todo va
bien, pero... ¿Qué sucede conmigo y con las normas morales y éticas que inculco
a mi familia? Cuando te besas con tu pareja en público y mis hijos y nietos lo
ven, provocas en ellos una gran turbación moral y un gran desconcierto ético
porque ellos – al igual que yo, mis padres y todos nuestros ancestros – han
sido criados con unas reglas de conducta y comportamiento que tu proceder
transgrede. Hemos sido educados y orientados para que nuestras relaciones
afectivas y sexuales sean heterosexuales, siendo la homosexualidad una vulgar
transgresión a una importante norma de comportamiento de carácter moral.
Ahí, en ese
ejemplo, la expresión de tu preferencia sexual colide abiertamente con los
parámetros éticos y morales de nuestra familia. Tu comportamiento es, a mi
vista y a los ojos de mis hijos y nietos, tan reprobable como el que roba en
una tienda de abarrotes, como el que agrede a un anciano en la calle, como el
que ofende con palabras soeces a cualquiera. Te pregunto: ¿Cuál de ambos
derechos debe primar sobre el otro? ¿Tu derecho a expresar tu preferencia
sexual es más importante que los valores éticos y morales de nuestra familia?
La respuesta es más que obvia: ningún derecho está por encima del otro, pero
hay algo que los prioriza, y ese ‘algo’ se llama ‘costumbre social’.
Las costumbres
sociales son modos de comportamiento grupal aceptados por la mayoría de los
individuos que integran un conglomerado social, quienes los ponen en práctica
como conducta socialmente aceptada. Acá, el aspecto que sobresale en el
concepto es la palabra ‘mayoría’, que es la representación de una superioridad
nominativa de individuos que democráticamente convienen en permitir unos
comportamientos y a rechazar, tachar o condenar otros. Aun cuando tienes “el
derecho a...” ese derecho está condicionado y limitado por las leyes tanto como
por esos comportamientos que la costumbre social dictamina como norma. Como
puedes apreciar, la norma social limita el alcance de tu derecho.
La moralidad
condicionante
Como puedes
suponer, la moralidad es la conformidad que los individuos asumen respecto a
las reglas establecidas, unas reglamentaciones morales que la mayoría dispone
como costumbre o regla y con sujeción a valores morales que ordenan los actos
con base a unas virtudes sociales que tienen como fundamento la luz de una
razón compartida.
Si vives en un
conglomerado ortodoxo, conservador, de principios morales y éticos tamizados
por la religión (sea cual fuera ésta) notarás de inmediato que tu conducta y tu
comportamiento homosexual provocan un fuerte rechazo social, aun cuando esa
conducta y comportamiento sean legales y legítimos y estén amparados por las
leyes y su jurisprudencia. Como has podido deducir, el ‘quid’ de todo radica en
una sola palabra: ‘mayoría’. Es la mayoría de los ciudadanos a que impone
patrones conductuales dentro de las comunidades y si esa mayoría aborrece de tu
comportamiento te verás en graves aprietos para ejercer públicamente el derecho
que las leyes y los tribunales te otorgan para manifestar pública y
abiertamente tu preferencia sexual. Quiero que te conste que no me refiero a
que en esas congregaciones sociales se coartan tus derechos humanos o civiles;
simplemente condicionan las circunstancias en las que tu preferencia y tus
comportamientos agrede sus patrones morales.
Los deberes de la
civilidad
Si... Ya imagino
escucharte decir que te sientes hastiado/a, cansado/a, que mis argumentos te
aburren o los consideras irrelevantes, pero tengo noticias para ti: Existen
ordenanzas, reglas y normas de convivencia a nivel vecinal, parroquial,
municipal, estatal y federal que se agrupan bajo un mismo título: ‘Deberes
ciudadanos’. Se trata de obligaciones que impone la civilidad como.... pagar
tus impuestos municipales, estatales y federales... La obligatoriedad de
disponer de una licencia y de un permiso médico para manejar tu vehículo... La
exigencia urbana de cruzar las calles por las esquinas cuando el semáforo te lo
permita... La prohibición de arrojar desperdicios a la vía pública... y cientos
de otras normas de comportamiento ciudadano que tú y yo debemos acatar y
cumplir, como aquellas otras normas que las ordenanzas municipales llaman ‘de
moralidad pública’ ¿Te parece haber escuchado
algo así? Permíteme que desempolve las normas de moralidad pública más comunes,
esas que todos los días hacen cumplir las fuerzas policiales en todo el mundo:
.- Prohibición de
transitar desnudo/a por la vía pública. La falta se denomina ‘exhibicionismo’.
.- Prohibición de
lanzar excretas (orines y heces) a la vía pública; prohibición de orinar o
defecar en espacios públicos. Las faltas son dos: ‘contaminación ambiental’ y
‘ofensa al recato y la moralidad públicas’.
.- Prohibición de
la ejecución pública de relaciones sexuales y otras manifestaciones de carácter
íntimo. Tales conductas transgreden varios deberes que afectan ofensa al recato
y la moralidad públicos: ‘Indecencia’, ‘Exhibicionismo’, ‘Obscenidad pública’,
‘Procacidad’.
Ten en cuenta que
en la inmensa mayoría de las ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica, y
más en las ciudades y aldeas latinoamericanas, tus públicos besuqueos
homosexuales, tu manoseo impúdico, incluso hasta la arrogante exhibición de tu
preferencia, son conductas tachadas de ‘relaciones íntimas’ indebidas.
Precisamente por
eso es que te sientes marginado/a y obligado/a a crear tu propia comunidad, con
sus patrones morales ( o la inexistencia de ellos), con sus normas liberales
(que para otros puedan parecer libertinas) y con sus propias reglas de
comportamiento. El rechazo, silencioso o abierto, que las mayorías ciudadanas
manifiestan por tus conductas son las que impulsan el surgimiento de
comunidades donde Uds. Puedan practicar sus valores homosexuales, comunidades que
solo pueden surgir y establecerse si Uds. la comunidad LGBT integran una
mayoría circunstancial, capaz de aprobar y poner en práctica esos códices.
Eso ya ha
sucedido. En el Estado de California, en la costa Oeste de los Estados Unidos
de Norteamérica, hay sobrados ejemplos de comunidades mayoritariamente gay que
han logrado imponer sus criterios y formas de vida. Mientras eso sucede allá
(también en otras latitudes) Uds. Son otra minoría más que convive bajo el
mismo cielo y bajo las mismas normas sociales; ni más ni menos iguales que los
demás, pero obligados como todos a cumplir con los parámetros morales que
establecen las reglas, las normas y las leyes.
Como te he
demostrado hasta aquí, tus derechos ciudadanos vienen con cierta cantidad de
deberes, y en modo alguno son una moderna ‘Patente de Corsario’ para que hagas
en público lo que te provoque. Espero haber sido suficientemente explícito en
esta primera parte de mis observaciones; ahora voy a llamar tu atención en el
otro ‘uso indebido’: el de los nombres, los conceptos y los adjetivos que tú y
tu comunidad suelen utilizar para exponer y defender esos derechos civiles, que
como te he demostrado, contemplan obligaciones y deberes ciudadanos que son
ineludibles.
Son dos las
palabras que más utilizas para esgrimir tus argumentos: Diversidad y
tolerancia. Están presentes en los panfletos que lanzas a las calles en tus
‘gay parade’; también están presentes en los alegatos para la defensa de tus
preferencias y derechos, y son las primeras palabras con las que solicitas
respeto a tus preferencias sexuales y reconocimiento a tus nuevos derechos.
Diversidad y tolerancia... Permíteme analizarlas.
Diversidad
Diversidad es un
nombre que alude a la abundancia de cosas distintas. Su adjetivo es ‘diverso’,
que califica lo que es de distinta naturaleza, especie o figura. Por lo tanto,
lo diverso es lo no-semejante, y como puedes advertir la homosexualidad (en
todas sus manifestaciones masculinas, femeninas, activas, pasivas o
transversales) es lo menos diverso que pudiera existir pues alude a las
preferencias sentimentales y sexuales de individuos de la misma condición y
género. Lo homosexual es ‘homocéntrico’
porque como el haz de luz, sus integrantes se aglutinan de manera homogénea,
igualitaria, como si se tratara de organismos homocigóticos (que no lo son) con
genes alelomorfos para un mismo carácter; lo ‘homo’ es sinónimo de parecido,
similar, convergente, análogo, covalente, del mismo carácter y homogéneo. ¡Nada
más alejado de la diversidad – conceptual y semánticamente- que la
homosexualidad!
Cuando tú exiges
que se respete tu ‘diversidad sexual’ lo haces como figura retórica, como un
oxímoron, que como sabes es una figura lógica que consiste en usar dos
conceptos de significado opuesto en una sola expresión, con la que pretendes
generar un concepto nuevo, aun cuando es semánticamente ilógico: la diversidad
de la homogeneidad preferencial. Es evidente que en tu solicitud de respeto
equivocas el uso del nombre ‘diversidad’ y de su adjetivo porque no existe tal
diversidad en tu preferencia sexual.
En la especie
humana solo hay dos sexos: masculino y femenino, y esa bipolaridad fisiológica
no es ni contempla ‘abundancia’ de otros sexos que sean de distinta naturaleza
a los dos que existen porque la especie humana es ‘heterogamética’, una
condición propia y característica de nuestra especie, para la que no existe
pluralidad o diversidad sexual, sino únicamente dos: masculino y femenino.
Tendríamos ‘diversidad sexual’ si además de los aparatos genitales masculino y
femenino, la raza humana tuviera otros medios y modos de reproducción y
consiguientemente de sexualidad. Imagina que, además de penes y vaginas
pudiéramos reproducirnos por ‘plasmólisis’ juntando nuestros... ¡codos!.
Imagina que pudiéramos interaccionar con placer (y posibilidad de reproducción)
si además de lo masculino, lo femenino y lo ‘codal’, una porción de nuestros
congéneres fuera ‘multifrodita’ es decir, con la capacidad de auto replicarse
en otro ser como quien se clona a sí mismo (tal como lo hacen algunos vegetales
u organismos monocelulares) y que esos humanos pudieran experimentar placer al
auto coitarse.
Podría darte otra
media docena más de diferentes modalidades de sexo pero creo que con esas dos
me basta para aclararte el panorama de una verdadera diversidad sexual. Pero la
realidad es otra y muy simple: nuestra sexualidad es bipolar, y si hiciéramos
una interpretación libre del término ‘sexualidad’ tal vez aterrizaríamos en el
terreno del sicoanálisis que alude a la sexualidad como... “conjunto de
manifestaciones que buscan el placer ligado al funcionamiento del aparato
genital”. Eso, estimado miembro de la comunidad LGBT, no es una ‘diversidad
sexual’ sino la patología de un comportamiento que tiene su origen en una
preferencia, preferencia que nadie te impide, pero preferencia nomás. Te
sugiero que taches de tus argumentos la exigencia por un presunto irrespeto a
la ‘diversidad sexual’ que dices representar pues no existe, ni física ni
sicológicamente. Lo que tu comunidad pretende es que se les respete la decisión
conductual que han tomado en relación con las preferencias de ejercicios
sexuales entre personas del mismo género. Lo demás, como tu insistencia en
convertir tus derechos ciudadanos en una multi-genitalización de tus
preferencias, no es otra cosa que sexualizar tus apetitos confiriéndole a tus
predilecciones sensuales un carácter fenotípico que no tiene.
La otra palabra
que sueles utilizar regularmente para esgrimir tus argumentos es...
Tolerancia.
Como muchos otros
de tu minoría, tú también haces hincapié en exigir tolerancia y respeto para tu
preferencia sexual, pero creo que ignoras, tal vez solo parcialmente, el
alcance de la palabra ‘tolerancia’. Tolerancia es un nombre que define la
acción y el efecto de tolerar ¿Alguna vez has consultado el diccionario para
averiguar el significado de ‘tolerar’? ¿Tienes clara noción de lo que involucra
‘tolerar’? Permíteme que te comparta lo
que hallé en mi diccionario.
‘Tolerar’ es
soportar, sufrir, aceptar a alguien cuya presencia es molesta y desagradable.
En otra de sus acepciones, que tú también puedes hallar en el Tomo 10, página
1486, tercera columna del Diccionario de la Real Academia Española, ‘tolerar’
es permitir, resistir, aguantar, admitir y respetar ideas u opiniones
distintas. Toma en cuenta que quienes toleramos tu preferencia homosexual (que
viene ayuntada a un conjunto de comportamientos, actitudes y conductas que
marchan a ‘contra-pelo’ de nuestra moralidad y nuestras costumbres sociales) lo
hacemos para soportarte mas no para aceptarte; lo hacemos padeciendo el
exotismo de tus costumbres y comportamientos, y a la vez permitiendo t nos
resultas molesto, irritante y desagradable. Aguantamos tus manifestaciones
homosexuales pero no las celebramos como propias ni apropiadas; y respetamos
tus derechos humanos y ciudadanos en la misma medida que tú respetes los
nuestros.
Como puedes
deducir, la tolerancia es una manifestación de civilidad que los ciudadanos
ejercitamos para la convivencia pacífica con personas de pensamiento
divergentes y de conductas excéntricas, como los que integran tu conglomerado,
y con ese enfoque tú también, como otro ciudadano más, también tienes la
obligación social de ser tolerante.
Tolerante con aquel que se ve afectado con tu conducta; tolerante con el
que te pide comedimiento ante las manifestaciones públicas de tus preferencias;
también tú debes ser tolerante para aceptar y respetar las ideas y las
costumbres socialmente aceptadas en la comunidad donde eres una minoría
respetable, y donde tus manifestaciones conductuales públicas y notorias pueden
agredir a quienes consideran tus preferencias una transgresión a las normas
establecidas.
Para finalizar,
te reitero mi bienvenida al universo de las parejas legalmente consolidadas,
mas esta bienvenida no implica un reconocimiento o aceptación de tus
preferencias sexuales, las que particularmente considero físicamente ‘contra
natura’ y moralmente inaceptables, pues de acuerdo con mi humilde criterio son
degradantes de la condición humana. Tan solo convengo en aceptar lo que las
leyes y la Declaración Universal de los Derechos Humanos te garantizan: La
justicia de considerar tu matrimonio como una relación de hecho y de derecho...
La igualdad de oportunidades en el marco de un escenario equitativo... Y la
legalidad recíproca ante nuestras leyes, normas y reglamentos. Más nada. No me
exijas otra cosa fuera de esa justicia, de esa igualdad y de esa legalidad. No
deseo tu amistad ni compartir tu estilo de vida, y a pesar de esa distancia que
marco entre tú y nosotros, deseo que tu tránsito por esta vida se vea
compensado con la mayor felicidad que puedas alcanzar.
andresmorenoarreche@gmail.com
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