jueves, 30 de julio de 2015

ALFREDO MICHELENA, LA DESTRUCCIÓN SIMBÓLICA NO TIENE FIN

A Caracas en su 448 aniversario

Comenzaron por cambiarle el nombre a Venezuela.  Luego vino el cambio del escudo y la bandera; empeños de la hija del finado. El caballo que iba hacia el futuro mirando al pasado, ahora mira al pasado, a la izquierda y no al futuro. En la bandera, las siete estrellas por las siete provincias que firmaron el acta de independencia se convierten en ocho, porque así lo quiso Bolívar, que había logrado conquistar Guayana. Pero se olvidaron de la provincia de Maracaibo que también se unió a la independencia. Por ahora no se han metido con el himno nacional.
Posteriormente, vino la exhumación de los restos de Simón Bolívar, para intentar probar, sin éxito, que había sido asesinado y terminó con una especie de maldición tipo tumba de Tutancamon. Bolívar de ser un blanco criollo, pasó a ser un venezolano con los rasgos de lo mezcladitos que somos. Por cierto, hay una reproducción de Bolívar que él mismo aceptó como la que más se le parece; es el oleo hecho por Gil de Castro en 1827, que poco se parece a ese nuevo Bolívar, que como el bolívar fuerte sucumbirá.
Ya Bolívar no está en el Panteón Nacional, pero a éste se han incorporado, simbólicamente, nuevos personajes que van desde Guaicaipuro hasta Negro Primero. Ahora se habla de incorporar al Panteón a Juana La Avanzadora, a la que ahora conozco.
Ahora van en contra del patrimonio de los caraqueños. El león, figura emblemática del Escudo de Armas de la ciudad, será reemplazado por los ojos de Chávez, con  boina roja, siglas del 4F y referencias al caracazo.  El himno de Caracas también será cambiado.
Todo esto es querer reescribir la historia para ajustarla a lo que un grupo ideologizado quiere que sea. Es la destrucción de ese subyacente cultural o inconsciente colectivo  que compartíamos, azotado por la furia demoledora propia de los extremistas, como los del Estado Islámico o los talibanes en su destrucción de los íconos culturales patrimonio de la humanidad. Todo esto aumenta nuestras diferencias y nos empobrece como nación. Socavar ese simbolismo compartido  es carcomer el gentilicio venezolano  y destruir las bases de la convivencia social.
El empeño es para que no nos reconozcamos en nuestro pasado común. Es hacernos creer que la historia comienza con ellos. Pero el Bolívar de nuestros antepasados, la bandera y escudos con las que han crecido varias generaciones volverán para recordarnos que somos una sola Venezuela en el tiempo y que esto, …esto es pasajero. Es “el vil egoísmo que otra vez triunfó”.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena

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