Es vergonzoso que la mayoría de los gobiernos
de los países de América hayan sido capaces de ponerse de acuerdo en establecer
una especie de política común que solo beneficia a los regímenes despóticos del
hemisferio, sin considerar que con esa actitud dejan en absoluta indefensión a
los pueblos sometidos a los regímenes autoritarios.
La conducta de muchos de los políticos
latinoamericanos refleja en el mejor de los casos una gran miopía y en el peor,
una franca y abierta complicidad con los autócratas, situación confirmada en la
Asamblea de la Organización de Estados Americanos cuando se le impidió a la
diputada venezolana María Corina Machado, exponer la realidad que padece su
país bajo el régimen de Nicolás Maduro.
El pueblo cubano ha sido la victima por
antonomasia de la estulticia, cobardía y oportunismo de los líderes políticos
del hemisferio.
A pesar de que la política de
desestabilización del gobierno de Cuba no había cambiado hacia sus pares del
hemisferio, la mayoría de los gobiernos del continente modificaron su política hacia La Habana, restablecieron relaciones diplomáticas y comerciales con la
isla en cuanto la OEA dio el visto bueno a las mismas.
La dictadura imperante en la isla no impidió
que se integrara a organismos
regionales, entre ellos, a las Cumbres de Jefes de Estado y Gobierno de
Iberoamérica, al extremo que organizó unos de esos eventos. Ningún gobierno
reparó que La Habana violaba descaradamente los acuerdos en los que se
comprometía a respetar los derechos
humanos, la pluralidad y transparencia política.
La nueva víctima de esta crónica desidia es
Venezuela. La confabulación de los gobiernos a favor del despotismo otra vez se
evidencia.
La doble moral y la quiebra de los valores
que nuestros gobernantes dicen defender,
hará posible que sean más los
pueblos sometidos a dictaduras electorales en la que los gobernantes vestidos
de civil, pueden ser tan crueles y despiadados como los militares que les
precedieron. Maduro es un ejemplo.
Es conveniente hacer notar la rapidez y
firmeza con la que políticos,
organizaciones sociales, sectores intelectuales y gobiernos identificados con
el populismo electoral, actúan solidariamente cuando uno de sus iguales, o
próximo a sus intereses, son afectados negativamente por decisiones que pongan
en peligro la sobrevivencia del aliado.
Consecuente con ese compromiso la delegación
de Nicaragua solicitó que la sesión en la que hablaría la diputada venezolana
fuese a puertas cerradas, propuesta a la que los gobiernos aliados ideológicos
del castro chavismo y los que se benefician del petróleo venezolano, apoyaron
sin reparo.
Posteriormente otras maniobras que
evidentemente habían sido acordada previamente entre los que respaldan el
régimen de Maduro, impidieron que en la Sesión Ordinaria del Consejo Permanente
de la OEA, pudiera denunciar la diputada María Corina Machado lo que acontece
en su país.
Cierto que el gobierno de Venezuela ejerce un
vil chantaje con su chequera petrolera sobre muchos gobiernos y que otros
mandatarios lo respaldan porque su alianza, dígase, ideológica con Caracas así
lo indica, pero el voto de Brasil aunque
tipifica la apatía de la mayoría de los
gobiernos de América Latina hacia
valores como la libertad y los derechos humanos es muy preocupante,
porque parece indicar que a pesar de sus muchas potencialidades no está en
capacidad de asumir el liderazgo hemisférico
que se le supone.
Si la conjura orquestada por Venezuela para
impedir que la diputada Machado hablara en el conclave fue una victoria
pírrica, en particular gracias a Panamá y a los gobiernos que apoyaron su
propuesta, el régimen de Maduro se auto agravió cuando retuvo en el aeropuerto
a la diputada cuando retornaba al país.
Esa detención temporal más la obsesión de
Diosdado Cabello por retirarle a María Corina la inmunidad parlamentaria, el
arresto de varios alcaldes y el incremento de la represión, demuestran que el
régimen no tiene voluntad de discutir con sinceridad los problemas de país y
darles solución con la participación de sectores independientes de la sociedad.
El gobierno de Maduro está consciente del
carácter político de las protestas, pero también sabe que si se han extendido a
pesar de la represión por varias semanas, es porque están sustentadas en
problemas reales de la nación, como es
la existencia de presos políticos, control de los medios de comunicación,
restricción a las libertades económicas, la corrupción, la elevada
inflación, inseguridad pública y otras
trabas que perjudican a la ciudadanía.
Hasta el momento han muerto muchas personas,
en su mayoría estudiantes y gente del pueblo que repudian la violencia, lo que
deja apreciar que Maduro confía
devotamente en la capacidad de los
represores cubanos para someter a los manifestante y en el talento de Ramiro
Valdés en construirle un país modelado a su gusto, donde las protestas sean recordadas como un
mal ejemplo de la democracia.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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