Existen episodios en los que la presión del
gobierno y la exacerbación de la violencia parecieran reducir las opciones de
los ciudadanos que claman por un cambio. Muchos son consumidos por la inercia
de un sistema en el que lo único que parece tener valía es lo colectivo que
emana del Estado, mientras que otros se atreven a alzar la voz, cada vez con
mayor timidez, so pena de sufrir los embates de la represión. Todo esto
mientras miles de ciudadanos abandonan el país buscando una vida mejor, pese a
que la propaganda, la militarización y el miedo se imponen y hablan de grandes
episodios de felicidad, usando modelos, que aunque arcaicos, se mantienen en la
estructura de otros países que se dibujan como ejemplos a seguir.
Ante ello es necesario organizarse y formular
políticas concretas. Por ende, aunque pasara prácticamente desapercibido en
algunos lugares, el pasado cuatro de junio se conmemoró una fecha emblemática
para las libertades ciudadanas, pues el grupo polaco Solidaridad, hace 26 años,
demostró la factibilidad de las salidas democráticas y logró vencer en unas
elecciones al partido oficial que tenía décadas en el poder y sustentaba su
discurso bajo la mirada atenta de la Unión Soviética y el control absoluto.
La lucha de Solidaridad no nace por unas
premisas electorales, ni siquiera para buscar condiciones y transparencia, sino
con la exigencia de temas concretos. Es por ello que sus primeras acciones se
dan con miras a alcanzar la participación como alternativa sindical, demostrando
que la protesta y los planteamientos deben ser coherentes y provistos de
estructura organizativa, para de esta manera tener resultados. Es menester
repetir que los logros de Solidaridad y su impresionante crecimiento fueron
posibles pese a que en el país imperaba absoluta censura de prensa y
prohibición de cualquier asomo de oposición. Con todo y eso, la lucha de uno de
sus líderes, Lech Walesa, trascendió nacional e internacionalmente, recibiendo
el Premio Nobel de la Paz en 1983.
Contra el ventajismo gubernamental logró
Solidaridad erigirse como una alternativa en los comicios parlamentarios a dos
vueltas, de junio de 1989, ganando 99 de 100 senadores (el restante también se
lo anotó la oposición) y obteniendo 161 diputados. Sin embargo, quedó en
minoría, pues el oficialista Partido Obrero Unificado Polaco, se reservó el 65
por ciento de los escaños del legislativo, como base para permitir una
transición. Pese a ello, fue tal la influencia de Solidaridad, que logró que
aunque el comunismo tuviera la presidencia de la República, el opositor Tedeuz
Mazowiecki pudiera convertirse en primer ministro.
Al poco tiempo el presidente renunció y luego
de unas reformas, pudieron los polacos elegir jefe de Estado de manera directa,
teniendo el honor de ser designado el emblemático Lech Walesa. La historia de
Solidaridad es la de un movimiento claro y verdaderamente unido, que supo que
en la democracia y en el aprovechamiento de las mínimas oportunidades que daba
el régimen, estaba el camino a la libertad de Polonia.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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