El título del artículo de hoy puede dar lugar a un
estudio muy amplio sobre la destrucción de la política exterior de Venezuela en
los últimos 16 años. Evidenciar cómo los personalismos, los aliados de dudoso
respeto a los derechos humanos, los absurdos anuncios que nos llevan a
abandonar espacios tradicionales como la Comunidad Andina de Naciones o el
Grupo de los 3 o el irrespeto a pronunciamientos de organismos de derechos
humanos, son la prueba real que bajo ningún parámetro podemos hablar de una
política consecuente ni lógica.
Tantos son los temas que agobian la normal marcha del país, que una noticia pasó desapercibida pese a la relevancia que puede tener. En la Gaceta Oficial número 40.686 del viernes 19 de junio de 2015, apareció el otorgamiento para el funcionamiento de la Embajada de la República Popular Democrática de Corea en la urbanización Las Mercedes de Caracas.
Que un país como Corea del Norte concretara finalmente su
aspiración para instalar una representación diplomática en Venezuela tiene que
generar una preocupación considerable, que se incrementa cuando el gobierno no
escatima en manifestar su beneplácito por los vínculos que tienen ambos países.
Anhelamos que las asesorías que puedan darse no estén enfocadas en materia de
seguridad, prensa y forma de gobierno, áreas en las que el país asiático tiene
severas condenas internacionales.
Hablar de Corea del Norte es referirse a un país hermético en el que cualquier asomo de disidencia es castigado, según organismos multilaterales, con monstruosas torturas o con la pena de muerte, llegando a la dantesca política de castigar a la familia y los conocidos de aquel que incurra en alguna falta. Tal es el grado de perversión que según fuentes que no han podido ser corroboradas por la censura existente, altos personeros del gobierno (familiares del líder incluidos) fueron ejecutados al ser lanzados a una jauría de perros hambrientos, mientras que el ministro de la defensa fue fusilado con un cañón antiaéreo por quedarse dormido en un acto oficial. Todo ello en una macabra cultura del espectáculo en la que el líder y sus invitados disfrutaban de la función.
Muchos recordarán al gran poeta caroreño Alí Lameda que
pese a haber sido contratado por el gobierno asiático para que colaborara en la
traducción de algunas obras, fue confinado bajo grotescas condiciones a una
larga prisión por haber dudado de los avances de los que, a través de una
copiosa propaganda, se ufanaba el gobierno norcoreano. Desafortunadamente, al
gobierno venezolano no le queda otra que unirse a países cuestionados, pues
para el mundo serio y democrático es alarmante lo que ocurre en Venezuela.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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