lunes, 29 de junio de 2015

LEONARDO MORALES P., FIADORES PARA MADURO

La confirmación por parte del CNE de que las elecciones parlamentarias serían el próximo 6 de diciembre ha tenido, al menos, dos consecuencias. Por una lado, permite que la oposición democrática venezolano reconduzca su política, algo extraviada entre huelgas y solicitudes de fecha, hacia aquellos asuntos de verdadera relevancia para la gran mayoría del país. Y, por otra parte, pone en evidencia, lo que nos parece saludable, y ahora como un acto público y notorio, el pelaje autocrático del gobierno chavo-madurista.

La oposición de aquí al día electoral no debe distraerse en la satisfacción de las tentaciones personalistas sino centrar su atención en una política que presente a los venezolanos la ruta que debe seguirse, dentro de las pautas y reglas formales que impone la democracia, para superar el enorme grado de insatisfacción que ha ido creando la imposición de un modelo económico cuyo fracaso era previsible.
Ganar más curules que el oficialismo es un avance sustancial pero no es una suerte de varita mágica con la cual instantáneamente los desatinos de 15 años puedan corregirse, sin embargo, una mayoría parlamentaria representa el camino más apropiado para recuperar la institucionalidad del país, esto es, la independencia de poderes para que actúen de acuerdo a lo que establecen las leyes. Los parlamentarios, representantes del pueblo, a legislar y controlar al ejecutivo; el ejecutivo a actuar según las funciones dadas por la Constitución, el judicial a hacer velar por el cumplimiento de la leyes y el electoral a convocar responsablemente las elecciones cuando corresponde y conducirlas imparcialmente. Acabar con la concentración y el secuestro de las funciones de los poderes públicos que hoy reposan en manos de un Ejecutivo todopoderoso e insolente, es una tarea de primer orden para construir un promisorio porvenir.
Un aspecto relevante de la política hacia los próximos meses tiene que ver con una incesante denuncia, nacional e internacional, de los abusos y arbitrariedades que el gobierno adoptará para intentar revertir lo imposible: su derrota.
Con frecuencia e insistencia se ha afirmado que este es un gobierno autoritario, autocrático, al que le tortura tener que revestirse de democrático. Ya Maduro en un acto de extraordinaria sinceridad, franco consigo mismo y los suyos, ha dicho que: “Si la derecha gana, yo seré el primero en lanzarme a las calles”.
No es contra la derecha contra la compite Maduro sino contra un pueblo que sufre pacientemente, sin saber hasta cuando, los efectos de una política generadora  de desigualdades, exclusiones y de pobreza.
Ante de lanzarse a la calle, Maduro y esta burguesía roja cobijada en la revolución, deberán dar explicaciones del destino de los ingentes recursos cuyo destino esperan ser conocidos. La nueva AN deberá estar en la obligación de interpelar a ministros y altos funcionarios para que den explicaciones a la opinión pública, reina de todo orden democrático, eso sí, sin censura ni impedimentos de naturaleza alguna.
Por lo pronto, habrá que pedirle a Maduro fiadores, si acaso los consigue, para que firme un acta en el que se compromete a reconocer su derrota y el triunfo de las fuerzas democráticas venezolanas.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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