La última reunión de la OPEP concluyó con un
acuerdo para mantener los niveles de producción. Con esto, las aspiraciones del
gobierno venezolano de convencer a la Organización de reducir las cuotas se
vino al suelo.
Desde 1982 -cuando por primera vez la OPEP recurre a la aplicación de cuotas para
provocar aumentos en los precios- los recortes se habían transformado en una
política habitual de cartel. Esa política parece por los momentos haber llegado
a su fin, porque se han producido cambios estructurales en el mercado
petrolero. La nueva política de la OPEP
consiste en conservar mercados y los productores más ineficientes, con mayores
costos o con práctica de mercado más irracionales llevarán las de perder.
La voz cantante la llevan Arabia Saudita y los miembros árabes del
Golfo Pérsico. Son mayoritariamente
sunitas, una rama del islam históricamente enfrentada por razones religiosas a
los shiítas, que representan el 95% de la población de Irán.
Venezuela siempre se había declarado neutral,
no sólo en todos los recurrentes conflictos del Medio Oriente, sino en el
enfrentamiento religioso entre los miembros islámicos de la OPEP. Esa posición,
cargada de prudencia y beneficios, fue abandonada por el régimen. El actual
gobierno tomó partido del lado de Irán, inmiscuyéndose en un conflicto que
surge cuando en el año 680 de la era cristiana Hussein, nieto de Mahoma, es
asesinado en Karbala. Desde ese entonces sunitas y shiítas se han odiado
apasionadamente.
En años recientes, Irán emprendió el
desarrollo de un programa nuclear. No sólo Israel, sino también Arabia Saudita
y las demás monarquías teocráticas del Golfo Pérsico están convencidas de que
los iraníes están desarrollando armas atómicas. Esto llevó a los EEUU y a
Europa a aplicarle sanciones que han golpeado duramente la economía iraní y han
dado lugar a una fuerte caída en la producción petrolera de ese país.
Pero ahora, bajo el mandato de Hasan Rouhani
- más moderado- las negociaciones con
Irán parecen marchar por buen camino, lo cual le permitiría al país persa
retomar su producción petrolera.
Arabia Saudita desconfía de los iraníes y no
luce dispuesta a hacer nada que pudiese ayudarlos. En ese mismo paquete meten
hoy en día a Venezuela.
En anteriores reuniones de la OPEP, Venezuela
e Irán –conocidos como los halcones- exigían un recorte en los niveles de
producción para propiciar un aumento en los precios del petróleo. Ahora
Venezuela se quedó sola y su importancia dentro de la Organización ha
disminuido radicalmente. Irán le está pidiendo a la OPEP un aumento de su
cuota, ya que se apresta a incrementar su extracción petrolera.
Arabia Saudita tampoco está dispuesta a
permitir un recorte en los niveles de producción porque está convencida de que
eso redundaría en beneficio del fracking. Adicionalmente, consideran los
sauditas que un aumento del precio del petróleo inducido por vía de recortes de
producción afectaría en estos momentos de manera negativa la débil economía mundial y en consecuencia
también la demanda del producto.
Lo cierto es que tanto Arabia Saudita como
los demás productores árabes del Golfo se habían preparado para una situación
como esta y contaban con fondos que ayudarán a estabilizar sus economía ante
esta crisis. No es ese el caso de Venezuela.
Aunque al-Naimi, ministro de petróleo de
Arabia Saudita sostiene que la demanda está aumentando y que ello contribuirá a
fortalecer los precios, en los mercados surgen noticias inquietantes:
inesperadamente la economía estadounidense –el mayor consumidor mundial de
petróleo y que hasta ahora venía creciendo moderadamente- experimentó una leve
contracción del 0,7% en el primer trimestre del 2015.
A pesar de lo anterior, la producción
petrolera estadounidense no ha caído como se esperaba, lo cual ha llevado a que
la reserva estratégica de petróleo de ese país haya alcanzado sus mayores
niveles históricos. Algunas cifras muestran que EEUU ha pasado a ser el
principal productor mundial de petróleo.
Al analizar la decisión de la OPEP de
mantener sus niveles de producción, la intención de Irán de incrementar la
suya, la desaceleración de la economía China, la inexistente recuperación de
Europa, el enfriamiento de las economías latinoamericanas y en particular de
Brasil (su peor momento en 25 años), la debilidad de la economía global y otros factores igualmente indicativos, se
concluye que existe la posibilidad que el próximos meses los precios del
petróleo puedan retroceder.
Aunque no retrocedan, una cosa es segura, por
ahora los precios ya no volverán a alcanzar los niveles de los últimos años, ya
que el “fracking” parece haberles puesto un “techo”. Más allá de los setenta
dólares la producción petrolera vía esta tecnología se incrementaría
rápidamente.
Todo esto parecen ser malas noticias para el
gobierno de Venezuela que en este año electoral necesita desesperadamente del
oxígeno de los precios de un producto que aporta el 96% de los dólares que
recibimos. Ningún otro país de la OPEP desperdició tantas oportunidades y
ningún otro está tan mal preparado para enfrentar esta crisis. Es el miembro de
la Organización cuya economía y cuyas reservas internacionales menos han
crecido en los últimos tres lustros, con el mayor déficit fiscal, además de
padecer una inflación que J.P.Morgan considera llegará al 175% y un PIB que el
FMI estima caerá en un 7%. Cosas de la
revolución.
José Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josétorohardy
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