Todo el planeta està enterado ya de la
magnitud de la tragedia que vive el pueblo venezolano luego de dieciseis años
de una gestiòn de gobierno iniciada por un delirante lunático megalomano y
continuada por un absoluto ignorante e irresponsable mentiroso compulsivo y
mitómano. Demasiados profesionales conocedores del tema psicológico se
preguntan hoy si las acciones gubernamentales de Hugo Chávez mientras estuvo en
la Presidencia correspondieron a las de una persona mentalmente sana. Los
catástroficos resultados hablan por si solos. Más grave aun es la ilimitada
irresponsabilidad de Nicolás Maduro, su incapacidad patológica para dar
respuestas, para articular soluciones es realmente asombrosa. Por el contrario,
con su incontinencia verbal se dedica intensamente y sin descanso a agravar los
problemas ante una ciudadanía horrorizada por la perspectiva infernal que se le
presenta en el horizonte.
Al escenario de una hiperinflación
incontrolada, con su secuela de miseria y destrucción del patrimonio y de la
estabilidad emocional de las familias se le suma la terrorífica constatación de
que desde el Estado se ha armado y fortificado a los delincuentes comunes al
mismo tiempo que se ha corrompido y degradado a los cuerpos policiales que día
tras día se dedican, a la vista de todos, a cometer toda clase de abusos contra
ciudadanos reducidos a un absoluto estado de indefensión y terror.
Mientras ello ocurre ¿Qué es lo que vemos
suceder dentro del liderazgo de la llamada “oposición” ¿Está haciendo los
esfuerzos asertivos necesarios para unificar al país en la búsqueda de fórmulas
para superar esta tragedia o sólo se enfrasca en un torneo de ambiciones y
descontrolados egos narcicistas equivalentes a la pelea de borrachos por una
botella vacía?
Suficientes evidencias hay de los crímenes
de lesa humanidad que con desenfrenado descaro comete el gobierno contra ciudadanos
venezolanos y además en su incontrolable contumacia han llagado a convocar a
sus turbas para atacar a ex mandatarios extranjeros y últimamente hasta a
senadores brasileños sin detenerse a meditar en las complicaciones que esa
enloquecida actitud le ocasiona a su “socia” Dilma Roussef y a otros gobiernos
que hasta ahora han venido apoyandoles.
Buscando comprar tiempo el régimen que
encabeza Nicolás Maduro “raspa la olla” como bien lo definió el infeliz Jorge
Giordani. Le vende su alma al diablo para conseguir 10 millardos de dólares y
creen que podrán pagar la voluntad de una población empobrecida y desesperada
por los alarmantes precios y el desorbitado alto costo de la vida y la
aterradora inseguridad. Se olvidan de las palabras de Lincoln: “No se puede
engañar a toda la gente todo el tiempo”
Hasta ahora no se le ve salida a esta
horrorosa situación que se desarrolla ante la complaciente mirada de todos los
gobiernos del mundo, que no se atreven a tomar acciones ante el cúmulo de
delitos que se cometen desde el Estado contra la población. La razón es simple,
ellos tampoco quieren que sus propias actuaciones sean juzgadas desde fuera de
sus países. La solidaridad entre los gobiernos es inmoral. Los sufrimientos del
pueblo venezolano no son del interés de los mandatarios del mundo. Nos toca a
nosotros, con valentía y decisión superar y resolver la terrible tragedia
venezolana.
Jorge Ramírez Fernández
jorgeramirezfernandez@hotmail.com
@jorgeramfer
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