“Gobierno no pierde elecciones.” Era un axioma
político en Venezuela, derivado de la experiencia de todo el siglo XIX y la
mitad del XX, a pesar de que, con el fin de que haya alternabilidad en el
poder, se acordó: 1)Restablecer en 1936 la no-reelección inmediata, que había
sido una constante constitucional desde 1830 para evitar el ventajismo extremo,
lo que no impidió el fraude a favor del candidato del gobierno; y, 2)Consagrar,
desde 1947, el voto secreto, que tampoco impidió el fraude con el tráfico de
tarjetas de colores. En definitiva sólo ha habido dos excepciones al axioma:
“gobierno no pierde elecciones”. La primera en dictadura (1952). La otra en
democracia (1968 en adelante).
En 1952 había una dictadura militar, que convocó a
la elección de una Constituyente en la cual ganó la oposición. Su victoria se
explica por tres garantías electorales que fueron decisivas: 1) En el Consejo
Supremo Electoral había representantes de los partidos legales de oposición (URD
y COPEI), junto con miembros independientes de prestigio y autoridad moral, que
garantizaron pulcritud en la votación y el escrutinio; 2) El voto secreto se
emitía con tarjetas, lo que facilitaba el recuento en caso de impugnación; y,
3) El escrutinio en las mesas era público, con presencia de los vecinos, que
constataban los votos por los colores de las tarjetas.
Quedó de entonces esta lección para aplicar tanto en
dictadura como en democracia: 1) La única garantía de elecciones justas es la
integración equilibrada del órgano supremo electoral, que incluya
representantes de los partidos participantes, porque el que decide una votación
no es el elector sino el que cuenta los votos. 2) La votación con tarjetas es
la única que garantiza el derecho al recuento. Cito, como ejemplo, lo sucedido
aquí con Germán Borregales y su partido MAN. Pidió recuento y se instaló
durante tres meses en el CSE contando tarjetas de todo el país y así pudo
demostrar que se había cometido fraude en su contra, por lo cual se le proclamó
diputado.
Cuando en 1963, ya en democracia, ganó el candidato
de AD, que era entonces gobierno, resurgió al axioma: “gobierno no pierde
elecciones.” Los partidos derrotados se dieron cuenta del fraude practicado
mediante la compra de votos, utilizando un mecanismo que había sido ensayado en
las elecciones de 1946 y 1947. Como los analfabetas tenían derecho al voto se
estableció la votación con tarjetas de colores (blanca, verde, amarilla, roja,
etc). Entonces los adecos le ofrecían dinero o materiales de construcción
(cemento o zinc) al que, después de votar, le entregara todas las tarjetas
excepto la blanca, en prueba de que había depositado ésta en la urna. Era igual
a lo que hacía el PRI en México, donde lo aprendieron cuando estuvieron
exiliados. Para evitar que en las elecciones siguientes se siguiera haciendo
fraude de este modo, se adoptó una fórmula salomónica: el tarjetón, en el cual
estaban impresas todas las tarjetas. De este modo el traficante de votos no
podía exigir que le trajeran las tarjetas sobrantes para dar lo convenido. Así
pudo ganar la oposición, no una sino cuatro veces (1968,1979, 1993 y 1998).
Todas las garantías electorales desaparecieron con
Chávez y su banda:
1.- La garantía fundamental, que era un CNE
integrado en forma equilibrada por independientes y representación proporcional
de los partidos de oposición, fue eliminada y en su lugar tenemos un CNE con
cuatro del gobierno y un colaboracionista, el cual funciona como el Ministerio
de Elecciones, un órgano del Ejecutivo.
2.- La segunda garantía, que era la no-reelección
inmediata, fue eliminada y sustituida por la forma extrema del ventajismo:
primero la reelección inmediata y luego la reelección indefinida, a la cual han
adherido los colaboracionistas que usurpan el rol de oposición. .
3.- La tercera garantía, que era el escrutinio
público y el derecho al recuento, fue eliminado al suprimirse el voto mediante
boleta o tarjeta, siendo imposible demostrar el fraude electrónico.
Finalmente, la compra de votos fue institucionalizada
llamándosela “misiones”. No es asistencia social, ni la seguridad social
universal e integral a que obliga la Constitución. Es el más descarado y
voluminoso tráfico de votos jamás habido
en Venezuela.
Hoy más que nunca es verdad que GOBIERNO NO PIERDE
ELECCIONES, como en efecto la tiranía comunista, servil a Cuba, no ha perdido ninguna desde que eliminó las
garantías electorales conquistadas progresivamente desde 1830 (no-reelección
inmediata) para montar el sistema electoral más perverso por fraudulento que
los venezolanos hayamos conocido.
En estas condiciones no hay posibilidad ninguna de
salida electoral del horror que estamos viviendo. Sólo hay una vía: repetir el
19 de abril de 1810 y restablecer la vigencia efectiva de la Constitución del
61 para recuperar la democracia y con ella las garantías electorales que se
habían conquistado.
Jesus
A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
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