martes, 30 de junio de 2015

JESUS A. PETITT DA COSTA, GOBIERNO NO PIERDE ELECCIONES

“Gobierno no pierde elecciones.” Era un axioma político en Venezuela, derivado de la experiencia de todo el siglo XIX y la mitad del XX, a pesar de que, con el fin de que haya alternabilidad en el poder, se acordó: 1)Restablecer en 1936 la no-reelección inmediata, que había sido una constante constitucional desde 1830 para evitar el ventajismo extremo, lo que no impidió el fraude a favor del candidato del gobierno; y, 2)Consagrar, desde 1947, el voto secreto, que tampoco impidió el fraude con el tráfico de tarjetas de colores. En definitiva sólo ha habido dos excepciones al axioma: “gobierno no pierde elecciones”. La primera en dictadura (1952). La otra en democracia (1968 en adelante).

En 1952 había una dictadura militar, que convocó a la elección de una Constituyente en la cual ganó la oposición. Su victoria se explica por tres garantías electorales que fueron decisivas: 1) En el Consejo Supremo Electoral había representantes de los partidos legales de oposición (URD y COPEI), junto con miembros independientes de prestigio y autoridad moral, que garantizaron pulcritud en la votación y el escrutinio; 2) El voto secreto se emitía con tarjetas, lo que facilitaba el recuento en caso de impugnación; y, 3) El escrutinio en las mesas era público, con presencia de los vecinos, que constataban los votos por los colores de las tarjetas.
Quedó de entonces esta lección para aplicar tanto en dictadura como en democracia: 1) La única garantía de elecciones justas es la integración equilibrada del órgano supremo electoral, que incluya representantes de los partidos participantes, porque el que decide una votación no es el elector sino el que cuenta los votos. 2) La votación con tarjetas es la única que garantiza el derecho al recuento. Cito, como ejemplo, lo sucedido aquí con Germán Borregales y su partido MAN. Pidió recuento y se instaló durante tres meses en el CSE contando tarjetas de todo el país y así pudo demostrar que se había cometido fraude en su contra, por lo cual se le proclamó diputado. 
Cuando en 1963, ya en democracia, ganó el candidato de AD, que era entonces gobierno, resurgió al axioma: “gobierno no pierde elecciones.” Los partidos derrotados se dieron cuenta del fraude practicado mediante la compra de votos, utilizando un mecanismo que había sido ensayado en las elecciones de 1946 y 1947. Como los analfabetas tenían derecho al voto se estableció la votación con tarjetas de colores (blanca, verde, amarilla, roja, etc). Entonces los adecos le ofrecían dinero o materiales de construcción (cemento o zinc) al que, después de votar, le entregara todas las tarjetas excepto la blanca, en prueba de que había depositado ésta en la urna. Era igual a lo que hacía el PRI en México, donde lo aprendieron cuando estuvieron exiliados. Para evitar que en las elecciones siguientes se siguiera haciendo fraude de este modo, se adoptó una fórmula salomónica: el tarjetón, en el cual estaban impresas todas las tarjetas. De este modo el traficante de votos no podía exigir que le trajeran las tarjetas sobrantes para dar lo convenido. Así pudo ganar la oposición, no una sino cuatro veces (1968,1979, 1993 y 1998).
Todas las garantías electorales desaparecieron con Chávez y su banda:
1.- La garantía fundamental, que era un CNE integrado en forma equilibrada por independientes y representación proporcional de los partidos de oposición, fue eliminada y en su lugar tenemos un CNE con cuatro del gobierno y un colaboracionista, el cual funciona como el Ministerio de Elecciones, un órgano del Ejecutivo.
2.- La segunda garantía, que era la no-reelección inmediata, fue eliminada y sustituida por la forma extrema del ventajismo: primero la reelección inmediata y luego la reelección indefinida, a la cual han adherido los colaboracionistas que usurpan el rol de oposición. .
3.- La tercera garantía, que era el escrutinio público y el derecho al recuento, fue eliminado al suprimirse el voto mediante boleta o tarjeta, siendo imposible demostrar el fraude electrónico.
Finalmente, la compra de votos fue institucionalizada llamándosela “misiones”. No es asistencia social, ni la seguridad social universal e integral a que obliga la Constitución. Es el más descarado y voluminoso  tráfico de votos jamás habido en Venezuela.
Hoy más que nunca es verdad que GOBIERNO NO PIERDE ELECCIONES, como en efecto la tiranía comunista, servil a Cuba,  no ha perdido ninguna desde que eliminó las garantías electorales conquistadas progresivamente desde 1830 (no-reelección inmediata) para montar el sistema electoral más perverso por fraudulento que los venezolanos hayamos conocido.
En estas condiciones no hay posibilidad ninguna de salida electoral del horror que estamos viviendo. Sólo hay una vía: repetir el 19 de abril de 1810 y restablecer la vigencia efectiva de la Constitución del 61 para recuperar la democracia y con ella las garantías electorales que se habían conquistado.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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