La clase media se encuentra brutalmente empobrecida. Es
un contrasentido producto de una cultivada ignorancia pensar que para encontrar
“los pobres” hay que desechar a la clase media y meterse “con el pueblo”.
Cierto que la pobreza va mucho más allá y se hinca en todo el país; pero el
punto que planteo es que el empobrecimiento de la clase media como hecho
social, económico y político la convierte de pleno derecho en protagonista de
la transición política en marcha.
El empobrecimiento de este sector es evidente. Antonio
Pasquali, en artículo del domingo pasado, citó lo que un decano de la UCV dijo
recientemente: “Al cambio Simadi de abril 2015… [los] profesores cobran
mensualidades que promedian los 40 dólares y reciben 0,68 dólares al año para
investigación”. Esto alude a un sector representativo, pero de ejemplos
similares está lleno el mundo de los profesionales, empleados públicos,
trabajadores calificados, militares y gerentes privados.
La clase media ha padecido el despojo inclemente que el régimen ha provocado. Los ingresos, el acceso a la salud y a la educación, a la vivienda y a la seguridad, han sufrido el cataclismo que el país conoce. Por eso no resulta sabio, ni productivo, ni conceptualmente correcto, desechar el trabajo político con la clase media porque “no son pobres”; lo cual no implica que solo este sector lo sea. Es curioso cómo a algunos hijos de la burguesía les da sarpullido ese papel de la clase media que no es, para su gusto, “el pueeeebloooo meesmo”, como decía el Eterno.
Una equivocación en este terreno ha conducido a
dirigentes opositores a desechar la fuerza principal opositora y democrática
que es esa clase media, en procura de un “pueblo” al que tampoco dirigen. Es
como si un general en una guerra desestimara sus mejores tropas, en procura de
los desencantados soldados enemigos. A estos hay que buscarlos –qué duda puede
haber–, pero jamás al costo de ningunear a los que forman el cuerpo principal
organizado del ejército democrático, al menos hasta la fecha. El descontento es
colosal, pero la voluntad organizada y consciente políticamente tiene su
vanguardia –por el momento– en la clase media. Podrá ser distinto más adelante;
podrá ser deseable que sea distinto; pero hoy es así.
Es la franja de
venezolanos que ha llevado desde 1999 el peso primordial de la lucha. Hay otros
sectores muy sufridos y en peor situación socioeconómica, y es la lucha de la
clase media empobrecida la que ha representado sus intereses.
Tal vez no pueda por sí sola lograr el cambio; pero sin
la clase media, no hay cambio.
Carlos
Blanco G.
@carlosblancog
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www.tiempodepalabra.com
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