miércoles, 3 de junio de 2015

ALBERTO JIMÉNEZ URE, LA SECTA «LOS HIJOS DEL COMANDANTE-SUPREMO-PRESUNTO-SEMPITERNAMENTE-DIFUNTO»

«En su fase agónica, toda secta macabra derrama sus hediondos fluidos y desperdicios fecales por las poblaciones donde la ira de hartazgo contra ella acrecienta»

Para formar una secta sólo se requieren dos personas: una sagaz que afirme haber sido «ungida» por una providencia no táctil e imperceptible, entre tantas adventicias del «Imaginario Popular», y otra impávida que será timada y difundirá la «bienaventuranza». 
La fricción sobre la yesca seca siempre enciende. Alguien «emisor-activo» infiere a su «receptor[a] pasivo[a]» haber «escuchado una voz» o «visto a un ser de otra dimensión» que le ha confiado «una tarea salvadora o exterminadora», según los casos, de la Humanidad. A cualesquiera entre sus propósitos precederá la manipulación de la siquis de individuos que podrían ser persuadidos de cosas tan absurdas como amar a quien asesina porque «libera» y, con ello, «ofrenda» a ese ascendente: «mayor, principal o padre supremo» que (oculto) mira para reclamarles u ovacionarlos como «filius ecclesiae nova» (fieles de novísima iglesia)
Pero, no es tan fácil que la (llama) secta permanezca encendida. Requerirá finanzas, vehículos para transportarse, inmuebles, instrumentos letales para disuadir o intimidar, barata e ingenua servidumbre y estrategias propagandísticas. Así nació la «Secta Los Hijos del Comandante-Supremo-Presunto-Sempiternamente-Difunto» en Venezuela. Un soldado le dijo a su compañero de habitación que tuvo una «revelación cuartelaria» según la cual, mediante la «rebelión armada», debían asaltar el Palacio del Gobierno Nacional para asumir el poder político-militar en la república y rescatar la Democracia socavada por corruptos.
«[…] Vi a un barbado que emanaba luces, untó mi casco con un aceite y me dijo: Plugo, muchacho, a mí pluguiese convoques una insurrección y mates a los infieles que impiden el crecimiento de mi Iglesia Revolucionaria. Te he nombrado pontífice […]» -esa fue la fricción que encendería la yesca en la Patria de BOLÍVAR Y PONTE-. Empero, la Naturaleza dicta que todo naciente tendrá un poniente.
El ungido obedeció el mandato del patriarca. Pero, tras acudir al convite, las tropas que adhirieron a la insurgencia fueron derrotadas. Sin embargo, un influyente sector de «Ci-viles» de la Sociedad legitimó ese acto criminal y propagó «la buena nueva» del nacimiento de la «Secta Los Hijos del Comandante-Supremo-Presunto-Sempiternamente-Difunto»: destinada a emprender una de las devastaciones más dolorosas e inexplicables jamás vistas, desde la primera y nefasta mitad del Siglo XX en el Mundo hasta la actualidad. Algo diré y quizá sea una inferencia estrafalaria: Plugo nació muerto, pero lo mostraban vivo.
En el curso de mi existencia he conocido de «vista, trato y comunicación» a varias. Una de ellas fue la norteamericana «Secta Los Niños de Dios», ya extinta porque esos vástagos de la unción cristiana no recibieron la «Pócima Juventud Eterna» que les habían prometido y ya están muertos o viejos como yo. Integrada por chicas y jóvenes muy pacíficos. Viajaban sin dinero, mínima vestimenta, biblias y lograban cobijo. Yo se los di durante una semana en el primer apartamento que ocupé en la ciudad de Mérida, Venezuela. Antes, en EEUU, tuve vínculos con otra nada religiosa de la cual con sagacidad me aparté. En Venezuela (Década de los Años 90), algunos maliciosos intelectuales propagaron que yo era uno de los escritores «ideólogos de la Secta Satánica Briceñoguerreroiana» en boga en la ciudad de Mérida. Cierto que el fallecido profesor y filósofo José Manuel BRICEÑO GUERRERO tuvo seguidores y discípulos, pero no fui uno de  ellos. Éramos respetuosos amigos, platicábamos en el Rectorado de la Universidad de Los Andes sobre distintos temas. Pero, Satán no era el principal, sino la Filosofía. Ese infundio en contra de nuestras reputaciones se debió a la aparición de mi novela intitulada Dionisia, publicada por nuestra vetusta casa de estudios superiores (1993) He aquí un esclarecedor fragmento que, sobre ese libro, escribió el destacadísimo historiador, ensayista y poeta Rafael RATTIA: «[…] En una ocasión, Arthur SHOPENHAUER afirmó que su libro El Mundo Como Libertad y Representación le fue dictado por el Demonio, en una sola noche […] Es probable que esta novela sea el resultado de una  especia de psitacismo. En otras ocasiones, he sostenido que Alberto JIMÉNEZ URE es un taumaturgo de la palabra, un alquimista del verbo […]»   
Es de tozudos negar que, en Venezuela, la irrupción de la «Secta Los Hijos del Comandante-Supremo-Presunto-Sempiternamente-Difunto» tuviera su minuto de fértil impacto en territorio. La mayoría de los ciudadanos estaba harta del dispendio y la malversación, «en grado de continuidad», del Tesoro Público que protagonizaban tipejos hoy ya sepultos. Era predecible que esa etapa política culminaría. Su decadencia propició la aparición de la descrita y desalmada secta Cívico-Militar en fase agónica, aun cuando emita rugidos estruendosos. Porque ahora el hartazgo que su perversa cúpula provoca a la Nación Venezolana tiene extraordinarias dimensiones. En funciones de exterminio de la República de Venezuela, la secta vampira que relevó a sus predecesores bebe de la sangre seca del putrefacto cadáver sobre el cual retoñó.

Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, SIN COMUNISMO UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE, ESTO NO PUEDE CONTINUAR, TERCERA VIA, DESCENTRALIZAR, DESPOLARIZAR, RECONCILIAR, DEMOCRACIA PARLAMENTARIA, LIBERTARIO ACTUALIDAD, NACIONALES, VENEZUELA, NOTICIAS, ENCUESTAS, INTERNACIONAL, ALEMANIA, ESTADOS UNIDOS, ESPAÑA, COLOMBIA, ARGENTINA,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.