viernes, 1 de mayo de 2015

TRINO MÁRQUEZ, LOS CIRCUITOS FRANKENSTEIN

Los números negativos que muestran las encuestas para el oficialismo están llevando al gobierno a apelar a todos los mecanismos disponibles para el chantaje, la intimidación, el desestimulo y la disuasión de los votantes opositores. Los rojos no quieren que los demócratas acudan a las urnas electorales en los futuros –esperemos que sea pronto- comicios para elegir la Asamblea Nacional. El último ardid cosiste en aprovechar la Ley de Procesos Electorales de 2009 y la complicidad del Consejo Nacional Electoral y del Instituto Nacional de Estadísticas, para manipular los circuitos electorales con el fin de elevar hasta el infinito el costo de cada diputado opositor y reducir a migajas el de los parlamentarios oficialistas. Miraflores, CNE e INE se confabularon para poblar de diputados golilla el Hemiciclo.
                                                                                             
La estrategia es antigua y ha combinado diversas trampas y métodos represivos. Defenestraron a María Corina Machado, la diputada más votada en las elecciones legislativas de 2010. No se anduvieron con sutilezas. Una integrante del órgano que representa la soberanía popular, según la Constitución y la Ley Orgánica de Procesos Electorales, fue despojada de su investidura sin que se respetara el debido proceso. Previamente habían comprado a su suplente, un joven que pasará a la historia de la infamia en Venezuela. Luego vinieron las agresiones contra Daniel Ceballos y Enzo Scarano, dos de los alcaldes más votados en las elecciones de 2013. Más tarde secuestraron a Antonio Ledezma, la segunda autoridad civil del Distrito Capital y el burgomaestre más votado del país. Incluyo en esta lista a Leopoldo López por su peso electoral, aunque para el momento de su arbitraria detención no ocupaba ningún cargo de elección popular. El propósito de estos abusos consiste en demostrar que el régimen puede desconocer la voluntad popular de los votantes opositores, con la complicidad de las instituciones del Estado y sin ningún costo político.
                                                                                             
Al lado de las estrategias de choque se encuentran otras más sutiles, elaboradas por matemáticos y estadísticos. El fin: intervenir los circuitos electorales para adaptarlos a los requerimientos del PSUV y de Maduro. El instrumento en esta ocasión es el Censo 2010. A partir de este estudio nacional se proyectan las cifras de crecimiento demográfico de cada estado y de cada municipio y, a partir de esta plataforma, de cada circuito electoral. Ocurre que, de acuerdo con una maniobra fríamente calculada, los circuitos que tradicionalmente se inclinan por los candidatos opositores tuvieron un crecimiento poblacional menor que aquellos circuitos que se decantan tradicionalmente por los aspirantes oficialistas. La consecuencia es inevitable: se le reducen los diputados a los circuitos donde triunfa la oposición para colocárselos a aquellos donde ganan los rojos; de esta manera se distorsiona la relación entre la base poblacional y el total de los integrantes de la Asamblea. La fórmula para despojar a la oposición y, en general, a los ciudadanos de representantes populares es burda y artera. Solamente se explica por el carácter profundamente antidemocrático y autoritario de los rojos. Así se comportan los regímenes autocráticos. Sienten un olímpico desprecio por la institución del voto y por la opinión de la gente. La soberanía popular solo les sirve para ejercicios demagógicos en los que crean espejismos de participación.
                                                                                             
Los circuitos intervenidos –circuitos Frankenstein- buscan reducir el impacto de la derrota electoral. Tratan de controlar los daños, de modo que la inferioridad de votos no se refleje en la composición numérica de la Asamblea Nacional. Una diferencia sustancial en el número de diputados a favor de la oposición daría inicio a un acelerado proceso de transición, aunque el régimen siga controlando el resto de los poderes públicos.
                                                                                             
El cálculo de los rojos parte de una proyección lineal de los datos de elecciones pasadas. Ganarán donde tradicionalmente lo han logrado; y perderán donde sistemáticamente lo han hecho. La clave se encuentra en que el país ha cambiado radicalmente en los dos años que Maduro tiene el poder. El caos y la ruina son de tal magnitud que los rojos pueden derrumbarse hasta en los lugares que consideran antisísmicos.

El doctor Frankenstein fue víctima de su propia creación. Tenemos que prepararnos para las elecciones y derrotar las malas mañas.
                                                                                             
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc                                                                 

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