Muchas frases
publicitarias puso de moda el régimen y las mismas han quedado catapultadas con
su contenido engañoso y fuera de tono. No obstante, hoy continúan en la memoria con un pobre
vacío político al no dejar entre sus seguidores la carga emocional de otros
tiempos. Lo que sí ha dejado en el bando contrario, esa oposición “escuálida “o
“majunche” como la calificó el difunto comandante, ahora es la fortaleza para
manejar aquellos ataques verbales y
abofetear a los funcionarios puestos al descubierto por sus afanes de llegar
hacer la nueva generación oligárquica de Venezuela, en desmedro de sus
carcomidas consignas socialistas con olor a azufre.
A cada venezolano, víctima del régimen, le ha pasado la vida con demasiada rapidez y en todo este tiempo ha acumulado la ira y tantos sentimientos negativos que finalmente han producido agotamiento excesivo, vergüenza excesiva, frustración excesiva, rechazo y hasta la muerte. Aquellas frases que fueron una vez utilizadas para humillar, ofender y aplastar al adversario, hoy son los mísiles utilizados por la oposición. Se reivindica la frase que dice: “La lengua es castigo del cuerpo” y Venezuela ahora es una amenaza.
Nadie pasa por la
vida, sin pagar lo que una, dos o tres veces le hizo a otro. Seamos sinceros,
aquel episodio de la expropiación de fincas, tierras y fábricas fueron una
puñalada para sus propietarios, cuya manipulación solo sirvió para empobrecer
al país y destruir la producción privada, amén de pisotear el esfuerzo individual
con el cuento de que el capitalismo es salvaje. Más adelante, el tiempo como
juez inexorable, se encargó de desenmascarar a los verdaderos amos del valle
del régimen, que, con negocios inescrupulosos, se hicieron de propiedades,
adquirieron bienes de dudosa procedencia y se han ido repartiendo el botín en
su personal centrífuga salvaje.
En lo personal, me convertí en periodista digital para no sufrir con el cierre de un periódico por falta de papel, desempleada y caer en cuenta que ese papel terminaría siendo la base para las “cacas” de los pájaros o el papel higiénico para los mortales. Es una triste realidad, pero cada quien la asume de acuerdo a sus reales y legítimos principios personales. En este tiempo acuño la frase que dice: “Cuando la vida es un martirio, escribir es un placer” y es el lema de mi blog.
No ha sido el lema
más glorioso utilizado por los protagonistas del siniestro episodio de la
historia contemporánea de Venezuela, decir por ejemplo que “ser rico es malo”,
cuya negación quedó como una reverenda mentira ante los ojos del país
adormecido, en clara contradicción con el modo de vida de los patriarcas de la
cuestión. Asimismo, si estuviera vivo, me gustaría preguntarle al “eterno
comandante”, el alcance de su frase: “O
tomamos el camino del socialismo o se acaba el mundo”. Hasta el más humilde
venezolano reconoce que el mundo se acabó para él y los que quedamos vivitos y
coleando, tenemos el aburrido drama de vivir con su herencia, pero persuadidos
de que muy pronto terminará la pesadilla.
Fueron expresiones de
alto calibre por su contenido prosaico e inapropiado, sentido locuaz, risible y
perturbador, que no faltará tiempo para hacer un minucioso trabajo de cada una
de ellas en su momento. Hay una, significativamente dirigida por el difunto para el heredero del trono, pronunciada ante
la II Cumbre Sudamericana de Naciones en Bolivia, año 2006: “Creo que estamos
sufriendo de impotencia política. Necesitamos un viagra político”. Viendo los
ineficaces proyectos y resultados de la economía actual y ante la escasez de
medicina, la frase se convierte en una sentencia por los traspiés que ha dado
el socialismo venezolano, bajo los diagnósticos castristas.
De no producirse un viraje contundente de la economía en lo que queda de este año 2015, por cierto con unas elecciones parlamentarias sin fecha, lo más probable a suceder es que los venezolanos al fin despierten y pudieran repetir el acto desconsiderado y humillante, tal como lo hizo y dijo el difunto en un “Alo Presidente” en el año 2002 al despedir a los trabajadores petroleros. “Gracias por sus servicios, pero estás despedido”, eso se escuchaba acompañado del sonido de un pito. Tal vez ahora, por las vueltas que da la vida, al que ocupa el solio de Miraflores no lo despedirán con un pito, sino con una gran fanfarria.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com
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