sábado, 23 de mayo de 2015

SIXTO MEDINA, LA FAMILIA COMO MODELO

Se ha dicho muchas veces, y desde muy antiguo, que la familia es la célula básica de la sociedad. Pero es mucho más que eso; es el ámbito natural en el que los seres humanos se nutren de afecto, descubren su identidad y definen su relación con su entorno inmediato y con el mundo externo. Es el reducto en el cual se reciben las primeras y decisivas lecciones sobre los valores esenciales de la vida: el amor, la autoestima, la libertad, la solidaridad y el sentido de la responsabilidad. El concepto de familia en la actual situación que vive nuestro país está siendo desvirtuado, falseado por las distorsiones que acompañan a este proceso social de confusión y de crisis.

En una época en que la infancia se ve acosada por cuestiones y problemas que en rigor no la deberían ocupar, en una situación que tiende a producir una prolongación indefinida y artificiosa de la adolescencia; en una etapa en la cual la madurez se aleja cada vez más del mundo real de los adultos, es fundamental reconocer a la familia como algo más que un conjunto de personas que tienen en común el lazo sanguíneo. Tampoco será válido concebirla como la unión de un puñado de seres humanos que habitan bajo un mismo techo. Resulta inevitable considerar al núcleo familiar como un conjunto de personas que tienen alguna condición, alguna opinión o un espíritu en común, sin que necesariamente convivan en un mismo ámbito.

La necesidad de rescatar esta última acepción de la familia se hace sentir con fuerza en una época en la cual la ambigüedad de cierto rol político y social ha producido trastornos y distorsiones que conspiran contra la correcta percepción de las relaciones interpersonales y contra una adecuada delimitación de los ámbitos de pertenencia

La familia como institución proporciona un ejemplo de insustituible valor para cualquier organización social que aspire a ser parte de la tarea de construir una nación. Si consideramos al núcleo familiar como el rol organizador de un esquema jerárquico que se conjuga con el principio de la libertad individual ¿Por qué no trasladar su estructura al resto de las instituciones sociales y aun a las de la democracia? De ese modo, la implantación de un sistema de normas que ordene las conductas no será sospechada de autoritarismo, sino que será visto como un modelo de dialogo, de tolerancia y de convivencia digna y necesaria, orientado al bien común.

Cuando se analiza la historia de cualquier civilización se advierte el protagonismo que ejerció la familia en el desarrollo social y en la construcción de las instituciones públicas y privadas. Hoy cuando la familia venezolana se ve diezmada por la división política y se siente amenazada por la crisis económica, mientras se percibe el vació creado por la falta de independencia de los poderes públicos, resulta imprescindible un cambio político que permita rescatar a la familia venezolana.

Mientras el modelo chavista impone en muchos casos la confusión y hace que las palabras pierdan su sentido es necesario volver a las fuentes de la cultura alimentada por los valores perdurables. En esa tarea la familia sigue y seguirá cumpliendo una función sustancial como el molde vivo en el que toda riqueza social reconoce su origen.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto

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