El fenómeno de la
corrupción en Venezuela va in crescendo, para sepultar esa ominosa realidad,
hay que organizar una oposición sin miedo, combativa, de calle, no sobornable y
unida alrededor de un programa de reconstrucción nacional democrático y
moralizador.
El fenómeno de la
corrupción en Venezuela es histórico y va in crescendo; una mirada
retrospectiva nos reencuentra con una de las provincias españolas más pobres de
ultramar; la inquisición y las Leyes de India, daban poco margen para
latrocinios.
Entre 1811 y 1830, en
un país devastado por las guerras de independencia y con una hacienda pública
de campamento militar, poco o nada había para robar.
Entre el “monagato “y
la “restauradora”, se desata la orgía corruptora, alcanzando ribetes dantescos
en las administraciones del “traga-libras” Antonio Guzmán Blanco; el gobierno
de un chorizo de menor cuantía, “el cabito” Cipriano Castro, culminó el siglo
XIX y comenzó el siglo XX; cuya primera mitad coincide con el reventón
petrolero, el desarrollo de esa industria y la consolidación de nuestra
dependencia de los imperios anglo-parlantes; el estatismo, el caudillismo
militarista y la represión caracterizan la época; al igual que la voracidad con
que dictaduras como las de Gómez y Pérez Jimenez, asaltaron al país,
apropiándose de buena parte de la renta petrolera; honrosa excepción constituyó
el trienio betancurista (1945-1948).
En el lapso
1958-1998; se construyó la república civil y democrática, se rescataron
nuestras riquezas fundamentales, se creó una sociedad moderna y más equitativa,
en general se administró con probidad, los actos de cohecho fueron investigados
y muchas veces castigados.
Los 16 años de
administración chavista, constituyen un hito en materia de opacidad y
corrupción, nunca un grupo gobernante, sustrajo ilegalmente, del erario
público, tan astronómicas sumas y con tanta desfachatez.
La crisis venezolana
es sistémica, pero la nuez es la corrupción; la banda que gobierna se apropio
de miles de millones de dólares provenientes de una altísima renta petrolera,
que difícilmente volverá; no es exageración, recordemos casos como los de
pudreval, la compra de medicinas vencidas, el affaire argentino de Antonini
Wilson, los 20.000 millones de dólares sustraídos a través de empresas de
maletín, el rescate del pollo Carvajal de una cárcel de Aruba, la solidaridad
con los 7 sub-judice chavistas execrados por la administración Obama, los
depósitos mil millonarios de capos del régimen en lavadoras de dinero sucio
como el banco de Andorra y el HSBC, los contratos delictuales con los
bolichicos de Derwit, la mega estafa con maquinarias y alimentos, a través del
sistema sucre y las mordidas cotidianas de los choros menores.
Para sepultar esa ominosa realidad, hay que organizar una oposición sin miedo, combativa, de calle, no sobornable y unida alrededor un programa de reconstrucción nacional democrático y moralizador.
Rafaél Marín Jaén.
rafaelmarinjaen@hotmail.com
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