martes, 5 de mayo de 2015

NARCISO GUARAMATO PARRA, LIBRE CONVERTIBILIDAD

Si usted toma en sus manos un billete (papel moneda de curso legal) de dos, cinco, diez, veinte cincuenta o cien bolívares, podrá leer la siguiente leyenda: 

“Pagaderos al portador en las oficinas del banco”.

Esta simple frase nos señala dos aspectos vitales de la política monetaria y cambiaria de un país: la primera es que el dinero en circulación está respaldada, ya sea por oro o por divisas (especialmente  el dólar estadounidense) y segundo, que el bolívar puede ser libremente convertido a dólares, con la única condición de que se tengan los bolívares correspondientes según el tipo de cambio vigente.
                                                                                             
En los últimos años en Venezuela, las políticas monetaria y cambiaria aplicadas han socavando estos principios, La moneda nacional ha perdido su respaldo y ya no goza de libre convertibilidad.

La continua emisión de dinero inorgánico causado por el financiamiento del déficit fiscal por parte del Banco Central de Venezuela (BCV)  ha permitido que por ejemplo,  el saldo del dinero en circulación (M1) al cierre de enero de 2015, sea de 2.003.771.892.097 miles de Bs, el cual, con unas reservas internacionales (RI) de 22.538 millones de US$, al cierre del mismo período, llevan al tipo de cambio implícito (TCI) a 88.91 Bs./US$m (TCI = M/RI), tipo de cambio muy superior a las tasas de cambio preferenciales de 6,30 y 12, mayormente utilizados en las transacciones comerciales. Como se puede observar esta gran brecha es tentación para la especulación y solo puede ser reducida mediante un control de la cantidad de  dinero en circulación y/o una devaluación. 

Al ser el TCI mayor al real, nos indica que gran parte del dinero en circulación no tiene respaldo, es decir, si todo el mundo quisiera dólares, el tipo de cambio debería ser mayor a 89 Bs/US$, a tasa de cambio menores no alcanzarían los dólares.
                                                                                             
Al no querer devaluar, ya que esto agregaría una mayor presión inflacionaria, el gobierno tiene que controlar la  venta de las divisas, atentando contra la libre convertibilidad del bolívar, lo cual resulta discriminatorio, ya que no se pueden adquirir las divisas cuando se requieran, sino cuando nos lo permitan. 
                                                                                             
Para poder solventar este problema hay que atacar la causa principal. El financiamiento del déficit. Punto polémico para una administración basada en la inversión social. Hay que controlar el gasto queramos o no.
                                                                                             
Hay que ir  al desmontaje progresivo de los controles. Como se ha dicho en reiteradas ocasiones, esta es una medida coyuntural que ha probado su incapacidad para soportar una política económica dinámica.

No podemos seguir aplazando el trago amargo de unas medidas que son necesarias, cada día que pasa se profundizan los desequilibrios económicos y cuando por fin nos decidamos a corregirlos, serán tan grandes que el costo será impagable.

Narciso Guaramato Parra
nguaramato@gmail.com
@guaramatoparra

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