MIGUEL BAHACHILLE M., SUBIDA DE LA MUD; FIN DE LA IMPOLÍTICA

El fracaso de la gestión gubernativa, si puede llamarse gestión, del arcano período iniciado en 1998 corrobora que el poder no puede persistir si se supedita a causas inventadas. La política destruye si no es concebida con cierta lógica. Los militares y civiles que asumieron el mando hace 15 años ni siquiera se molestaron en revisar el ABC de la política en su aserto más simple. Por el contrario, la omitieron para disgregar, ofender y reprimir. 

La política social, por ejemplo, se define como disciplina científica dedicada a estudiar e intervenir pública y administradamente en el desarrollo material y moral del hombre en la sociedad. Ciertamente el gobierno ha intervenido no para mejorar sino para incrementar la confrontación entre grupos.

La impolítica oficial explica, en parte, la decadencia de la nación habiendo ingresado en apenas tres quinquenios más de un millón de millones de dólares. Chávez pretendió inventar lo que ya estaba inventado y fracasado: una economía de corte marxista. El “dinero fácil” jugó papel predominante para erguir una gnosis autoritaria basada en derroches incontrolados. Ese costoso sainete evaporó las reservas internacionales; y ahora el pueblo pasa hambre.

El juego de la sombrilla igualitaria fracasó. El venezolano, víctima de la ineficacia estatal, ya no cree en magias. Ahora embiste contra ese delirio destructor y exige soluciones terrenales que le permitan comprar si reservas un paquete de pañales o un kilo de harina. Después veremos lo de “Patria”.

¿Por qué el apoyo al gobierno a duras penas llega al 20%? Carestía, inflación, inseguridad y, en conclusión, hambre, evidencian cómo el  socialismo desatendió la ira colectiva sin percatarse cómo ese ímpetu popular se le revertía. La ilusión del mago que a punta de discursos prometió cambios hacia una “Patria segura y Feliz” quedó al descubierto como lo que siempre fue: una gran farsa.

Al ama de casa, además de su ardua tarea en el hogar, ahora se le agrega otra faena tercermundista. Debe recorrer docenas de abastos o pescar “camiones revolucionarios” para obtener una bolsa de detergente o un paquete café. A la hora de comer explica a la familia “sus reflexiones”. El marido, formando parte de ese periplo diario, se incorpora al recuento. Los ámbitos culturales o recreativos cotidianos ya no cuentan; quedan postergados a segundo o tercer plano.

Entretanto las declaraciones de los responsables nada aclaran. Los detergentes y el café no se consiguen, las aguas no se vuelven más limpias, los asesinatos no merman y por contrario se multiplican ante la mirada de todos. La violencia en general se perpetúa asediando al honesto. En otras palabras, la faz de poder se ha convertido en metafísica, más que inservible, destructiva.

¿Dónde encaja la MUD en todo esto? Las primarias para elegir candidatos a la Asamblea evocan una acción insigne de Democracia a pesar de los obstáculos insistidos por una camarilla violenta. Sólo a través del voto pueden cristalizarse los cambios sobre todo en el ámbito de la Justicia.

El sistema Judicial formaliza dictámenes por docenas, al por mayor, sin previa notificación a los indiciados, como la prohibición de salida del país a 22 “culpables solidarios” por repetir una crónica del diario ABC de España. Incluso algunos de “los prohibidos” ni siquiera pertenecen al cuerpo editorial de los medios “castigados”.

El orden institucional que en teoría y práctica da viabilidad a las democracias desarrolladas, ha sido desterrado de Venezuela. Ahora impera la punición, control de medios, escasez, inseguridad y, sobre todo, la mentira. La definición de libertad es enunciada en términos individualistas; separada del derecho de la mayoría. Una Asamblea democrática está obligada a revisar toda la mecánica de la justicia evidentemente perturbada.

Los necios abstencionistas deben rectificar y retomar la cultura del voto. Tal fue el éxito de las primarias que el Alcalde Rodríguez no cesa sus ataques contra el evento mientras el Municipio que tutela se hunde en la basura, anarquía y delincuencia.

Miguel Bahachille M.

miguelbmer@gmail.com

@MiguelBM29

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