Si
algo conmueve es la Topofilia, es esa suerte de amor por el país que no tiene
una explicación absoluta en la lógica racional, sino que se juega entre lo
concreto de los lugares y la imaginación que dibuja la representación del país
que es noción de territorios y es en consecuencia construcción de culturas.
Yo
como otros tantos me encuentro en el extranjero haciendo mi doctorado para
formarme más y mejor para Venezuela y resisto. Resisto cuando el Estado
acorrala a las Universidades, les suprime recursos, conculca el derecho a
formarse y deja en el desamparo a miles de estudiantes con la complicidad del
silencio de muchos, y el ruido que unos pocos pueden hacer para hacerse
escuchar frente al monopolio mediático del Estado. Resisto ante la ausencia de una
comunidad clara en sus intereses y en sus funciones.
Resisto
cuando veo que la tecnología del poder ahoga a millones de venezolanos y los
humilla en largas colas sin un plan serio de recuperación nacional. Resisto el
país portátil sin paisaje visible en su horizonte.
Resisto a la inercia del mudismo que calcula
solapadamente sus pasos como el Gatopardo. Resisto cuando el plan del sistema
político construye una dictadura sobre las necesidades y reduce el espacio para
vivir. En fin, me resisto a ver el país recortado en la "Casa Tomada"
el célebre cuento de Cortázar.
Cada vez
en medio de palabras y frases
tales como: quédate; emigra; olvídate el país se jodió; aquí en medio del
pensamiento doblegado por la ideología no vas a poder desarrollar lo que aprendiste;
vas a regresar a este desastre; eres un privilegiado; o el peor de todos: es
mejor que te calles pues en esta mierdd... no hay nada que hacer; medito más y
más sobre el camino no tomado como en el poema de Robert Frost, me planteó el
tema del retorno expuesto magistralmente en Regreso de Tres Mundos de Mariano
Picón Salas; o me sumo en la sensibilería de, Vuelta a la Patria de Pérez
Bonalde.
También en la soledad del extranjero se vive
el país que siempre vuelve multisensorialmente a la memoria.
Cada ves más la delgada línea de la fe en mí
mismo parece resquebrajarse como si de repente te sumieras en la peor de las
derivas: la pérdida de la Patria. Entonces, sólo entonces, la radical autonomía
emerge y asume su condición de historicidad y pregunta parada en el puerto de
las incertidumbres, por el papel que me toca en todo esto; reacciono entonces
frente a la espera de quien se sienta a ver televisión mientras el país se
derrumba y su mapa se desdibuja en una geometría del poder, ¿de qué poder?
Al fondo, un país que construir. Cada quién
decide; pero no es ético convertirse en un lotófago, en un holandés errante sin
patria. Los que recibimos el don de la palabra debemos luchar con ella contra
el despotismo, es la recomendación. La toma de la palabra como decía el
historiador jesuita Michel De Certeau es garantía de porvenir.
Estimado Orlando Viera, sus palabras
conmueven, es decir movilizan emocionalmente. Espero que los profesionales y
los ciudadanos unidos sepamos leer el mensaje que se hermana con el de Leopoldo
y el de otros tantos que no renuncian a defender activamente los valores de una
nacionalidad y de unas libertades formales vulneradas por el resentimiento, el
olvido, la pulsión de destrucción, y la invención de una pseudohistoria que
gira alrededor del despotismo.
También el ejemplo de quiénes están
injustamente presos es válido para seguir luchando, ellos y sus familias llevan
un peso tal vez peor que la saudade, que la melancolía que sentimos. Ellos
exigen un compromiso con la Libertad.
Sin embargo, en este Teatro Nacional, hay
otros tantos que están presos en las cárceles de una ideología y de un hábito;
conforman una alteridad que no podemos ni entender, ni compartir pues viven en
la enajenación del modelado totalitario de un "hombre nuevo"
condenado al simulacro. Ellos no ven porque la voz de su amo les dicta la
realidad.
En medio de esta caverna imaginada por un
Platón posmoderno del siglo XXI, ¿cual es nuestra función? ¿tendremos salida
sin pensar y moverse?
Un país es imaginación abierta al horizonte,
un país es radical autonomía para construirlo en diálogo, un país es confianza
de futuro. Un país no puede ser una cárcel.
Saludos amigo; todo esto te lo digo en el
espíritu de Cicerón contenido en de amicitia.
Prof.
Luis Manuel Cuevas Quintero, Universidad de Los Andes-Universidad Nacional
Autónoma de México
Luis Manuel Cuevas Quintero
luimanc@yahoo.com
DE
ORLANDO VIERA-BLANCO PARA LUIS MANUEL CUEVAS QUINTERO
Al
fondo de lo que me habéis escrito, volvere luego. Lo que si debo decir sin
retardo, es que si cada vez que escriba mi columna, recibir respuestas como
estas, pues no queda mas, escribir cien o mil, o lo que me quede de vida!
Si,
renovemos el amor por la patria posible y la que queremos que sea...
Al
decir de Platón, solo basta un poco de spoude, de seriedad y sacrificio, por
nosotros mismo...
Salut
y gracias por vuestros hermosos conceptos.
Sinceramente;
Orlando
Viera-Blanco}
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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