La isla de Jamaica fue descubierta por
Cristóbal Colón en 1494. Sujeta a la
autoridad británica en el siglo XIX, su ubicación era particularmente
estratégica debido a su cercanía a dos de las más importantes posesiones
coloniales españolas en el Caribe: Santo Domingo y Cuba.
Las descripciones que se han hecho sobre ella
en las primeras décadas de aquel siglo esencial -como lo registraba el antiguo
diccionario geográfico: "Darby's Universal Gazetter"-, evidencia su
particularidad: "una cadena de colinas corre a lo largo de E. a W., de
donde numerosos ríos toman su lugar en ambos lados...; los azúcares se llevan a
muchos de ellos en canoas, desde las plantaciones remotas a la orilla del
mar...; las lluvias no son tan frecuentes como antes, que se supone que es
debido a la tala de los bosques...". El calor, por momentos, hacía
irrespirable el aire, sofocaba a los cuerpos provenientes de otras latitudes y
climas.
Cuando Simón Bolívar se encontraba en Jamaica en el año de 1815, en aquel instante de su vida en el cual contemporizó, como en tantos otros, con la derrota y el exilio, pudo apreciar el difícil ambiente insular que se consideraba: "insano especialmente para los recién llegados. Los meses de julio, agosto y septiembre -época en la que concibió y escribió su célebre carta- se llaman los meses de huracanes porque entonces ellos son los más frecuentes".
En cuanto al gobierno de la isla del cual
esperaba Bolívar una muestra de consideración elemental, fue explicado en el
citado libro así: "... Jamaica es un verdadero establecimiento colonial
británico en el cual está investido un gobernador, nombrado y sólo susceptible
a la corona; un consejo compuesto por 12 miembros cuyos poderes emanan de la
misma fuente que la del gobernador, y una asamblea compuesta por 43 miembros
que son elegidos por, y representan a los propietarios libres".
Los productos de Jamaica eran abundantes,
resultado del trabajo afanoso de generaciones y de los hombres acostumbrados a
su clima y a su tierra. El azúcar, la melaza y el ron constituían géneros
importantes junto al algodón, el añil, el cacao y algo de tabaco. Sus frutos:
las naranjas, los limones, las toronjas, además de las granadas, las piñas, los
melones y las guayabas, todo lo cual evidenciaba variedad de cultivos y el afán
por la agricultura, sin olvidar las actividades del comercio y las hazañas de
los mares que desde hacía tiempo resultaban peligrosas por las circunstancias
del momento.
La situación social en Jamaica,
caracterizadora de aquella época, reflejaba un favorable crecimiento que
justificaba la presencia de hombres de todas partes que llegaban a sus puertos
anticipando viajes y narrando sucesos. Mientras que en el año 1787 habitaban
allí 23.000 blancos, 4.093 de otras razas y 250.000 esclavos, en el año 1815 existían:
30.000 de los primeros, 15.000 de los segundos y 315.000 de los terceros.
Jamaica, al igual que otras islas del Caribe, se había convertido en lugar de refugio de los venezolanos, opositores del gobierno español, cuando la expedición militar de don Pablo Morillo avanzaba indeteniblemente y recuperaba las posesiones que en tierra firme y en el mar habían alcanzado los independentistas.
Esa trama de relaciones y contactos se
manifestó en las comunicaciones sostenidas entre diversas autoridades extranjeras
y los defensores de Cartagena, entre
aquellas el ilustre presidente Pétion, quien disponía de fusiles y había
suministrado a los rebeldes harina, frijoles y maíz, y quien fue acusado de:
"auxiliar a los de Cartagena y auxiliar a toda la costa", al descubrirse
documentos de los insurgentes con gobiernos y habitantes de las Antillas.
Los proyectos de Bolívar en Jamaica fueron
puestos en evidencia, entre otros, por el gobernador español en La Habana,
quien informaba sobre la presencia en la isla de comisionados del gobierno
insurgente de Cartagena con planes de viajar a Inglaterra y junto a ellos el
Libertador. Igualmente, el general Pablo Morillo señalaba con respecto a
Bolívar que si bien descartaba su actuación sobre la entonces recuperada plaza:
"si temo caiga sobre Venezuela...", por lo cual demandaba la
formación de un ejército de: "cuatro mil hombres que pide corriendo la
costa" para enfrentar los múltiples intentos que en la Nueva Granada y
Venezuela iban a producirse.
Morillo, se dirigió formalmente al almirante
inglés en Jamaica denunciando la recepción que se le daba a aquellos hombres,
acto con lo cual se atentaba, a su juicio, contra los intereses políticos de
España y la tranquilidad de sus dominios.
La historia desenvolvería sus enigmas y
aquellos individuos, perseguidos y exilados ayer, serían los actores de cambios
fundamentales en el futuro de nuestros países, lo cual Bolívar advirtió
proféticamente en Jamaica: Venezuela sin opresores y tiranos, América Libre.
Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
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