En
el transcurrir de los tiempos el hacer político fue desvirtuando el concepto de
democracia y lo que se fue impregnando en la gente fueron algunos de sus
componentes expresados en hechos, conductas y en las formas como en la vida real
se presentan los sistemas de gobierno y la convivencia ciudadana.
También
fue estafado el planteamiento de Marx sobre la construcción de una democracia
que acabara con la hegemonía del capital sobre el trabajo, quienes llegaron al
poder discurseando a favor de la emancipación de los trabajadores y de
instaurar una democracia participativa de las mayorías, se convirtieron en sus
detractores, al liderar regímenes dictatoriales, totalitarios o fascistas. Por
ello, hay que reconocer, nos guste o no, que la democracia liberal, resultante
de la revolución francesa, siglo XVIII, con todos sus bemoles, fallas e
interrupciones fue observada hasta los años 70 del siglo XX como progresiva, a
pesar de ser chucuta y cumplir sólo con las formas, respeta el sufragio universal,
coexiste a medias con el orden constitucional, con la división, control y
equilibrio de poderes, con la libertad de expresión, de prensa y asociación.
En
la década de los 70 comienza un gran debate sobre la necesidad de darle
cualidad holística y un sentido más amplio a la democracia, mayor participación
de la ciudadanía en lo público, descentralizando el Estado y desconcentrando el
poder y asumiéndola como una forma de convivencia social en la que los miembros
son libres e iguales y las relaciones sociales son convenidas. Estas acepciones
prácticas y teóricas de la democracia, se enmarcan en una visión sistémica, muy
bien desarrollada en el libro “Elige la vida” que es un diálogo visionario
entre Arnold J. TOYNBEE (Ingles) y Daisaku IKEDA (Japonés) realizado en los
meses de mayo de 1972 y 1973.
IKEDA
“...es señal de progreso que las circunstancias ya no requieran concentración
del poder en un solo líder carismático, capaz de influir con sus decisiones en
el destino de la humanidad. Es bueno que los mecanismos democráticos de la
sociedad operen tan satisfactoriamente, que no haga falta descansar en
dirigentes con un gigantesco poder.”
TOYNBEE:
“Temo que aún no hayamos visto al último de los líderes carismáticos
dictatoriales.” “...el mundo de esta época necesita cambios sociales y
políticos de naturaleza drástica y esta necesidad es tan imperiosa que no sé
hasta qué punto se podrá satisfacer con regímenes constitucionales.” Los seres
humanos aceptan dictaduras o las reclaman por dos razones. Una de origen
psicológico y permanente dado que “los alivia a todos – salvo, por supuesto, al
dictador- de la agonía de tener que tomar decisiones cruciales” y otra de
origen ambiental, referida al estallido de cualquier emergencia física o
social; “un peligro es más fácil de superar si las personas expuestas a él se
ponen todas bajo el mando de un solo individuo que da las órdenes...”. Ejemplo,
en un viaje en avión o en barco los pasajeros se someten a la dictadura del
comandante o en una emergencia social, donde la gente prefiere someterse a un
jefe antes que prevalezca la anarquía. Considera que la calamidad de una
dictadura permanente es un mal menor frente a la posibilidad de una anarquía
incurable.
Para
IKEDA, la única forma de impedir las dictaduras es elevando el nivel educativo
y moral de la población, despertando a la gente del letargo y desarrollar
sistemas que den la mayor participación a la mayor cantidad de personas en el
control del poder, dando lugar a la voluntad de todos por igual, juzgándolos en
la medida que contribuyan a la felicidad de los hombres. “Si las personas no
adoptan un lugar de protagonismo, por muy ideal que parezca el sistema,
terminará estando al servicio de la opresión y del mal.”
Por
razones de espacio continuaremos citando este texto y “La democracia es una
obra de arte”, de Humberto Maturana, que expresa una mirada a la historia desde
una perspectiva biológico-cultural, que trasciende lo sistémico y plantea
redescubrir y hacer aflorar en el ser humano su esencia matríztica, amorosa y
co-inspiradora de una cultura de la convivencia basada en el respeto, la
igualdad y la colaboración.
Golfredo
Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
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