miércoles, 13 de mayo de 2015

FELIPE GUERRERO, MADRE LIBERADORA

Con Mario Benedetti le cantamos a las madres Venezolanas: 

«Tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia. / Tu boca que es tuya y mía  / tu boca no se equivoca  / te quiero porque tu boca / sabe gritar rebeldía».

En este tiempo de festejo, conviene pedirles a todas las  madres Venezolanas que continúen dictando cátedra de coraje para que sigan siendo el brazo que impulse a miles de luchadores en la interminable batalla por la libertad. Con el poeta les decimos a todas las madres:  «Tus ojos son mi conjuro / contra la mala jornada / te quiero por tu mirada / que mira y siembra futuro».

El Día de la Madre es una buena estación para la ofrenda de reconocimiento a todas las mujeres. Es la hora perfecta  para que elevemos un Salmo de Gratitud a todas las madres…
Gracias por su audacia, gracias por su inmensa pequeñez, gracias por su libertad y por enseñarnos a ser libres, gracias por su constante compañía. Gracias a las madres por todo eso… Por engendrar nuevas vidas desde sus vientres y por engendrar la Buena Nueva desde sus corazones.
Tomo las palabras de Pablo VI  para proclamar en la figura de María, este Salmo de Gratitud a las madres: «María es una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio: situaciones todas éstas que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías libertadoras del hombre».
La palabra liberación posee, irremediablemente, sabor latino. Nos remite a este continente y a este suelo venezolano. Esta palabra, unida a la de María, nos habla de una simbiosis vital, de una complicidad de la María de Nazareth con las inquietudes, fatigas y esperanzas de estos pueblos agobiados por los abusos de las élites del poder. Han sido siempre las mujeres, las mujeres en su condición de madres,  quienes portan el estandarte liberador en esta tierra.
Al volver la mirada a los orígenes nos tropezamos con María, la humilde María de Nazareth como expresión de la esperanza. María es la creyente israelita con la que finaliza la caravana de los judíos que caminaban hacia el final de la historia. Ella vive de la expectación, la vigilancia, el escrutamiento de los signos de los tiempos y la confianza en la fidelidad del Dios liberador que nos prometió estar al lado de los excluidos y distante del poder. María es el mejor sueño de la tierra nueva. Gracias a la espera de María se empieza a cumplir la esperanza y se inaugura la Nueva Creación.
Las Madres Venezolanas de hoy son la esperanza en el presente de la vida
La María que engendra el Mesías, a pesar de su grandeza, no brilla, no busca deslumbrar; actúa en silencio pero actúa y esto es lo eficaz… María siembra y fructifica
Así hay miles de Madres Venezolanas, así hay millones de Marías en Venezuela que siembran con esperanza en este tiempo y esperan confiadas cuando la patria vive la hora más desesperante de su historia.
La humilde María de Nazareth vivió el calvario de ver a su hijo perseguido, humillado, atropellado, excluido y crucificado. Lo que ella alumbró como expresión de vida,  a quien siguió ciegamente y en quien creyó con fe absoluta, ahora lo ve machacado, asesinado, borrado de la historia de los hombres, convertido en un fracaso total.
Pero esta madre no se vistió de luto para los restantes días de su vida. Con el temple excepcional de todas las madres, en medio de la prueba siguió el camino de la cruz y asistió con valiente presencia, de pie, ante el hijo inocente que fue condenado por el corrompido poder judicial  y asesinado por las milicias que hicieron del monte calvario el escenario de la mayor injusticia.
Hoy millones de madres venezolanas viven igualmente la esperanza en el corazón mismo del fracaso. Como María, millones de madres venezolanas se arremangan el corazón para andar por la vida bravamente, enseñándonos que la libertad y la vida se conquistan a punta de sacrificio y no esperando dádivas de los poderosos. En el Día de la Madre, reafirmamos que Venezuela es un suelo esencialmente mariano.
La figura de María en Venezuela se siente palpitar y reviste, además, el colorido de una presencia evangélica hecha mestizaje y en sintonía perfecta con las más hondas aspiraciones de sus gentes.
Pedro Casaldáliga, el poeta católico esboza en una plegaria los rasgos de María, el modelo de madre genuinamente evangélica, universal y que se enraíza en la humanidad sencilla,  sufriente,  excluida por los que tienen el poder, marginada pero siempre gozosa y esperanzada: «María de Nazareth, esposa prematura de José el carpintero, aldeana de una colonia siempre sospechosa, campesina anónima de un valle del Pirineo, rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida, obrera sin calificación, madre soltera, monjita de clausura; niña, novia, madre, viuda, mujer…
María nuestra del Magníficat, queremos cantar contigo, ¡María de nuestra Liberación!»
Batimos el pañuelo del saludo a todas las madres, empezando por María porque ella supo también ser  esposa, campesina, indiecita, gitanilla, viuda y hasta monja...
María camina junto a las madres de Venezuela en su marcha hacia la liberación de toda esclavitud…
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com

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