domingo, 10 de mayo de 2015

EUGENIO MONTORO, EL CIRUJANO PLOMERO

Las empresas se establecen con un esquema parecido al que sigue. A un tipo o a un grupo se les ocurre una idea de producir, comerciar u ofrecer un servicio. Se evalúa su posible éxito económico y se toma la decisión. Usualmente se requiere dinero para compra de maquinarias, infraestructura, herramientas y pago de personal. Algunas veces los emprendedores tienen dinero pero en la mayoría de los casos se acude a un banco.

         Gran esfuerzo se requiere para crear la empresa y algunos se cansan durante el proceso y abandonan.
         La operación diaria también se enfrenta a muchos problemas, la inasistencia de personal, fallas de máquinas, la impuntual entrega de materia prima, obligaciones de pagos y una lista larga de otros.
         Los índices de mortalidad de las empresas nuevas es muy  alto y solo pocas alcanzan su madurez y si la empresa va bien casi de seguro otra parecida pronto aparecerá.
         Así funciona el llamado capitalismo tan criticado como un gran demonio por los dirigentes chavistas en Venezuela pero que ha significado para el planeta una mejora inmensa en la calidad de vida. La electricidad, el agua potable, la recolección de aguas negras, los automóviles, los teléfonos, el internet, el jabón y miles de comodidades son todas iniciativas capitalistas. Hasta las gritonas cadenas comunistas de Maduro o el balurdo programa “Con el mazo dando” descansan en un extraordinario logro capitalista como es la tecnología de TV.
         Pero a pesar de ello estos atrasadísimos marxistas insisten en que la vaina debe ser diferente y que los empresarios son unos bichos de uña cuyo único y asqueroso interés es explotar al pueblo poniendo unos precios altísimos a todo. Para evitar ese desmadre la solución consiste en que los trabajadores (o el pueblo) tomen el control y mando de las empresas de tal manera que todos vivamos felices.
         Esa idea olvida varias cosas. Una es que una empresa debe tener, al igual que la fuerza armada, alguien quién mande y tome decisiones y ese alguien debe poseer conocimientos y experiencia para hacerlo. A nadie se le ocurre colocar a la tropa a manejar el ejército. De igual manera un buen gerente es un especialista de altísimo nivel y es comparable a un cirujano médico y a nadie se le ocurre operarse de un varicocele con el tipo que arregla las cerraduras de las puertas del quirófano.
         La otra pifiada es olvidar que los trabajadores para realmente ser dueños de una empresa deben pagarla y como nadie tiene cobres el único camino es que el gobierno, a lo arrecho, le quite la empresa a alguien, no la pague y se la regale a los trabajadores.
         Quizás esto se pueda hacer una vez pero nos sentaremos a esperar a ver cuántas empresas nuevas se crearán con el método trucutú.
         Pobre gobierno loco. Lo podríamos también reemplazar con los comités de barrio, total aquí los dirigentes parece que están de más.
         Vamos a empezar reemplazando los diputados. Estas elecciones si que las ganamos. Viva Venezuela.

Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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