Nadie consigue explicación de por qué se
niegan a rectificar y prefieren arrojar todo al acantilado.
Venezuela colapsa como consecuencia de la
desatornillada teoría de empobrecer masivamente para lograr sumisión total. El
socialismo post mortem, zombi. Mientras en Cuba los jóvenes usan franelas con
la imagen de Obama y cobra fuerza el cuentapropismo, el pequeño comercio, aquí
la máquina del tiempo regresó a 1960.
Las extravagantes concepciones de Giordani y
compañía, pretendían que arruinar los empresarios para descalabrar el empleo
privado, permitiría tener a los trabajadores y las familias bajo dependencia
del gobierno. En la misma medida creaban falsos puestos de trabajo públicos,
"misiones" y ayudas, para lograr dominio total, y la pobreza se
distribuiría en la medida conveniente para el plan. El otro concepto de
Fuenteovejuna una masa que actúa como ovejas. Serían las necesidades primarias
cubiertas por Mercal y Pedeval. En esa utopía delirante todo el mundo ocupaba
la base de la pirámide de Maslow, el sueño marxista.
Los revolucionarios inventaron que había unas
detestables necesidades suntuarias creadas por el capitalismo, precisamente las
que nos hacen humanos, ya que las básicas son las que nos equiparan a las
bestias. Para los comunistas todo placer o comodidad (que no sean las de los
miembros del partido) es culpable. El objetivo es que nadie produzca riqueza
para que el gobierno distribuya el único ingreso, la renta petrolera.
Además la
estabilidad política dependería de que la gente permanezca amarrada y
amordazada por vías tanto legales como represivas. Mientras el mundo
despenaliza las conductas humanas, con tendencia a que el concepto de delito
cada vez sea más preciso y acotado, en Venezuela es al revés y el gobierno
criminaliza todo lo que se le ocurre en la vida ciudadana, sometida a bárbaras
regulaciones. Inducen acciones desde el poder que sin sus monstruosidades
jurídicas serían normales, las declaran crímenes y las castigan.
Eternos mercados negros
La experiencia de todas -todas- las economías
controladas, arroja los mismos fenómenos colaterales: los mercados negros,
grises, paralelos. Los inventarios se convierten en acaparamiento, vender a los
precios que pauta la ola inflacionaria, especulación. Publicar la cotización de
las divisas, desestabilización; denunciar epidemias o riesgos colectivos,
terrorismo comunicacional. Y han dado origen a sistemas económicos y conexiones
oscuras entre funcionarios públicos que sacan formidable partido de los
controles. La prohibición de producir y distribuir bebidas alcohólicas en EEUU
desde 1919 hasta 1933, promovió una entente entre las policías de las grandes
ciudades y los gangs. Convirtió en delincuentes a decenas de millones de
personas que lo consumían y procesaban, y Al Capone se convirtió en el rey que
satisfacía esa demanda que tiene más de cuatro mil años.
Pero el negocio funcionaba bien porque los
agentes del orden recibían su cuota, lo que exponenció la corrupción. Personas
en Venezuela que para sobrevivir se dedican al comercio informal de productos
escasos los llaman despectivamente bachaqueros y los que hacen uso legal de sus
"cupos" en divisas, raspacupos. Investigadores afirman que el
bachaquerismo es una estructura nacional poderosa con una organización
piramidal como la mafia de Chicago. Los proveedores de los bachaqueros son los
mismos que compraban alimentos en mal estado del caso pudreval en el que se
perdieron millones de toneladas y que hoy tranquilamente disfrutan de los
beneficios obtenidos. Pero el gobierno acosa las empresas que producen los
pocos alimentos del país. Los gobernantes confiscaron el ingreso en dólares de
la república, hablan y disponen de ellos como su propiedad privada y niegan a
la gente el acceso a lo que es de todos.
La teoría no funcionó
La teoría zombi, que se podía castrar
económicamente la sociedad para que la renta petrolera mantuviera a la gente a
través de dádivas, fracasó, porque es una elucubración en la que se mezclaban
ignorancia y dudosas intenciones. Ninguna colectividad puede tener un aceptable
nivel de vida sin producir lo suficiente para el bienestar y los sistemas
sociales creados con semejante premisa conducen a la miseria, la corrupción y
el despilfarro.
Con frecuencia se repite el error de citar los Emiratos Árabes
Unidos como modelo de una colectividad que vive de la distribución de ingresos
públicos, aunque más bien realizó la hazaña de reducir el peso del petróleo a
menos del 25% del PIB. El otro 75% los producen las empresas, la sociedad civil
y económica que arranca frutos del desierto.
Y pese a creer que la ruina era la forma de mantener todo bajo control, ella se convierte en causal del rechazo masivo a quienes gobiernan. Para asombro general pese al caos que amenaza con la disolución del país, la vocación totalitaria no cesa, no manca su plan, ni se percibe rectificación. Nadie logra explicarse cómo los gobernantes venezolanos no se preguntan por qué, pese a los problemas que se confrontan, Bolivia, Ecuador y Nicaragua tienen inflaciones ni devaluaciones desatadas, escasez de productos, raspacupos, bachaqueros ni nada que se les parezca, salvo, naturalmente, la Argentina donde asoma el colmillo la misma bestia.
Nadie
consigue explicación de por qué se niegan a rectificar y prefieren arrojar todo
y arrojarse al acantilado.
Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@carlosraulher
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