sábado, 16 de mayo de 2015

ALBERTO JIMÉNEZ URE LA OPULENTA, APERTRECHADA Y SALVAJE «IZQUIERDA» LATINOAMERICANA,

«En el curso del Siglo XXI, la mayoría de venezolanos presuntos es sospechosa de permanecer indeseable y molestosamente viva»

Durante la segunda mitad del Siglo XX, en las universidades se difundió la tesis según la cual ser una persona «de derecha» significaba  tener «poder» e «influencias»: en los ámbitos políticos, académicos, financieros (privados o públicos) y judiciales. A mi juicio, fue un razonamiento inaceptable que se impuso bajo los citados y falaces preceptos. Siempre he sostenido que somos «de derecha» cuando actuamos conforme a cuanto es universalmente admitido «correcto». En el Planeta Tierra, todos merecemos dignas condiciones de existencia: un hábitat confortable, cultura que es educación y ciencia, abastecimiento de productos de consumo necesario, atención médica, seguridad social, protección de gendarmería, tecnologías, oportunidades para desarrollar aptitudes intelectuales o manuales, acceso a los bienes y servicios de la institucionalidad de los estados porque son de los nacionales. Somos «de derecha» quienes exigimos libertad, trato humano, socorro, fraternidad, justicia y equidad en materia económica. Derechos de civiles que podemos leer en las constituciones de las repúblicas y hasta en los libros que se tienen por sagrados.

Un sector de individuos entre quienes nos oponíamos a inescrupulosos mandatarios (administrativamente corrompidos y proclives a cometer toda clase de insospechados crímenes) pujaba por la consecución del «poder del mando político» autocalificándose «de izquierda»: es decir, «de la siniestra» conforme a su etimología. Frente a los indeseables, ninguno de nosotros tuvo otra opción que convertirse en detractor. Actuábamos con la razón, la «izquierda» y  «derecha». Que aparte ellos digan  los «derechistas» somos «reaccionarios» carece de inteligibilidad. ¿Quién no  «reacciona» sintiéndose afectado por situaciones lesivas?
La autocalificada «Izquierda Latinoamericana» se apropió del mando en el país perfecto, Venezuela, por sus yacimientos de combustible fósil y minerales. Infiero que es fraudulento el poder político-militar que se logra con violencia, mentiras y timo. Lo intentaron mediante el «Golpe de Estado» y debieron purgar condena por ello. Sobreseer a la banda de forajidos que hoy azota a la América Latina no fue la mejor idea que pudo tener un hombre en decadencia, un político ya senil en el curso de su segundo e inmerecido mandato: manipulable, enfermo y lastimoso. La edad muy avanzada es magnífica para meditar, leer, escribir, platicar y debería ser impedimento en materia electoral. La envergadura de dirigir una república no admite a los oblicuos.         
Los siniestros se apropiaron del mando en un «maravilloso territorio»  para exterminar sus reservas petroleras y financieras, el oro de sus arcas, las instituciones públicas, la paz y fraternidad entre ciudadanos. Con ridículas expresiones e impropio cinismo, la ponzoñosa y de rastacueros oligarquía en funciones de gobierno totalitario culpa a «derechistas»  por ellos (con infinita alevosía) empobrecidos de las penurias mediante las cuales nos mantienen desahuciados a opositores y también adherentes. La venezolana de exportación es una oligarquía opulenta, apertrechada y salvaje.
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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