miércoles, 15 de abril de 2015

SIXTO MEDINA, LA POLÍTICA EN LA VIDA DE LA GENTE

Ir al trabajo y volver. Tener tiempo para estar con la familia, poder desarrollar ideas y proyectos. Caminar tranquilos por la calle. Sentirnos seguros en nuestra casa. Dormir sin preocupaciones cuando los hijos salen a divertirse. Que no te ataquen y te pongas preso por pensar distinto. Saber que tu trabajo te va a estar esperando mañana. Asumir que si te esfuerzas vas a alcanzar lo que te propones. Que tengas agua y luz permanentemente en tu casa. Que tu salario alcance. Ir al supermercado y conseguir los alimentos y productos del hogar y del vehículo, y saber cuánto cuestan las cosas. Ahorrar e irte de vacaciones. Dejar un futuro mejor a nuestros hijos. Que todos tengamos las mismas oportunidades.

Estas son las cosas básicas que suceden cuando la política funciona en la vida de la gente. Cosas que nos permiten dejar de preocuparnos por las reglas básicas, indispensables en cualquier sociedad, y nos permiten construir una vida personal y colectiva que valga la pena. Es entender la política como los cimientos de una sociedad donde, si los políticos se ocupan de la base, los demás van a poder levantar el país con el que sueñan. Lamentablemente,  la política de Nicolás Maduro y la chavista no parece entender estas realidades básicas.

Mientras la inflación carcome los salarios, la respuesta oficial es enviar a militantes y militares a controlar los precios. Al reclamo por transparencia y lucha contra la corrupción se reacciona en forma política, luego está la manera como se eluden responsabilidades. Contra el estancamiento de la economía y la falta de divisas, proponen que la plata de evasores, narcotraficantes, y quién sabe qué otros transgresores y delincuentes, ingrese al sistema con mayores beneficios que los del ciudadano que siempre cumplió con sus obligaciones. Son todas medidas que generan nuevos problemas y ninguna solución. Pero que además profundizan la sensación de que la política puede discutir apasionadamente y encontrar argumentos para defender cualquier bandera, pero no puede resolver los problemas más inmediatos.

Jorge Luis Borges, para una de las líneas de su poema “Fragmentos de una evangelio apócrifo”, adapta una idea básica del estoicismo: que lo único que importa, ya que es lo único que cada uno de nosotros puede realmente controlar, es nuestra propia conducta. “Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error”. Es un ideal precioso, pero uno que fracasa cuando se relaciona con la percepción que cada vez más personas tiene de la política. 

No se puede correr el riesgo de pensar, siquiera de manera hipotética, que alguien es justo si esa ingenuidad lleva a la muerte, trágica e innecesaria, de un ser querido. Entender esa realidad es remarcar que hay otras formas de hacer política que comienzan por las necesidades de la gente y la llegada a la política de gente nueva, o por lo menos requiere de un cambio de actitud. 

Pensar que la política puede solucionar problemas concretos no significa el fin de la épica. Todo lo contrario, es la base para construir una épica distinta, que sirva a personas de carne y hueso.  

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto

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