jueves, 23 de abril de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, LOS INCENDIOS FORESTALES,

Acabo de presenciar la destrucción de más de 60 hectáreas de bosques en la cuenca de Arenaza en el Municipio Paz Castillo del Estado Miranda, uno de los más grandes, más poblado y más pobres del Estado, justamente donde se ubica una buena parte de los llamados Valles del Tuy.

Fue por un incendio sin control, las montañas duraron cuatro semanas ardiendo, y fue provocado por una serie de invasores en esta cuenca hidrográfica, unos supuestos campesinos que preparaban el barbecho para sus conucos, y de las manos criminales de una banda que se dedica a construir ranchos en las adyacencias de la quebrada Arenaza, llegando a Santa Lucía, la capital del municipio.
Arenaza y Santa Lucía a partir de este momento van a tener graves problemas de inundaciones y les explico por qué, al quedar arrasado de vegetación el pie de monte de Arenaza, no hay resistencia en el suelo para detener los volúmenes de agua que vienen durante el invierno, el agua que se produce en la montaña por la lluvia va a correr con mayor velocidad erosionando las cárcavas y correntías naturales de la montaña, la composición del terreno es de arcilla roja expansiva lo que hace bastante inestable el terreno por lo que habrá deslaves que van a taponar esos pasajes de agua, se va acumular la lluvia y cuando reviente el dique se va a producir la inundación.
Debemos contar que debido al cambio climático, las lluvias en el Estado Miranda, se espera, sean de menor frecuencia pero de mayores caudales, es decir va a llover menos pero duro, y sin vegetación que reduzca la velocidad del agua, el resultado será, pérdidas de bienes y viviendas a los márgenes de la quebrada e inundaciones en Santa Lucía.
No solo el Municipio Paz Castillo perdió una importante parte de su patrimonio natural (especies vegetales y animales), una cuenca productora de agua ya que sin árboles habrá menos lluvia, sino que ganó un problema social con agricultores en tierras no aptas, barriadas informales y gente presionando para que se les de servicios públicos para un municipio sin recursos para atender estas necesidades.
¿Qué hacer? Lo único que se me ocurre es desalojar esa gente de allí, hacer un plan de reforestación de la cuenca (daría trabajo al municipio) y protegerla de estos depredadores ambientales.
Me produjo una gran sorpresa la opinión de un científico norteamericano que explicaba que la Gran Sabana tiene su origen en un enorme incendio, que se produjo antes del descubrimiento de América y que acabó con la selva amazónica de esa región.
El resultado fue la consolidación de una sabana tal como hoy la conocemos. El científico no aportó mayores pruebas, pero dijo que observando a los indios Pemones y su costumbre de incendiar la sabana para preparar conucos, se le ocurrió que algo similar pudo haber pasado y un gran fuego sin control consumió la tupida selva virgen, aunado esto, a una sequía sin precedentes en el norte de Suramérica, reseñada por los conquistadores y registrada en los anales climáticos del planeta, y que terminó en la época de las luchas por la independencia.
No todos los incendios son malos, de hecho la historia natural de la tierra tiene un vínculo muy importante con los incendios forestales, algunos naturalistas dicen que es la manera que tiene la naturaleza de modificar el entorno, de crear nuevos hábitats, de seleccionar y renovar especies, de preparar la tierra e incluso de conservar un balance químico en la atmósfera.  El problema son los incendios forestales propiciados por el hombre de manera criminal o por descuido.
Si los incendios forestales tuvieron algún valor, eso fue en el pasado cuando existían las grandes extensiones de foresta; ahora, con la poquísima cobertura vegetal con que cuenta el planeta tierra, cada incendio forestal que se produce atenta contra nuestra propia sobrevivencia como especie.
Los incendios forestales tienen una estrecha relación con los ciclos climáticos continentales, más específicamente tienen que ver con el inicio y término de las lluvias y el verano.
En Venezuela, y antes de los fenómenos climáticos signados por la corriente de El Niño, la mayor incidencia de incendios forestales se daba durante cinco meses al año, aproximadamente entre Noviembre y Mayo, con un pico entre los meses de Febrero, Marzo y Abril, que corresponde a un aumento de la exposición solar, gran sequedad en los combustibles naturales (desechos vegetales) y, coincidencialmente, en la época de mayor movilidad entre la población venezolana, producto de los feriados de Carnaval y Semana Santa; además, entrando el mes de Mayo, empieza la preparación de las tierras para el cultivo, lo que implica grandes quemas, muchas de ella sin control.
El geógrafo Daniel Aché, en su artículo La incidencia de los Incendios Forestales en Venezuela, publicado por la revista SEFORVEN, explica las causas de los mismos: "Los factores que ocasionaron estos incendios forestales de gran magnitud se clasifican dentro de la categoría de agrícolas y pecuarios. En Apure… la preparación del terreno para el rebrote de los pastos. En el Zulia… la limpieza de conucos para la próxima siembra. En Barinas, los conflictos de usos agrícolas y forestales representó la causa de esos incendios".
En lo personal me ha tocado enfrentar varios incendios forestales ya que vivo en las montañas de la Cordillera de la Costa, en áreas protegidas de la Cuenca del Río Tuy, y he presenciado el impresionante espectáculo de un fuego sin control convertido en una tormenta de fuego, decenas de hectáreas de bosques ardiendo con mortíferas llamaradas rojas de quince y veinte metros de altura, en medio de un crepitar ensordecedor y un calor asfixiante.
Se lo difícil que es controlar un incendio forestal y lo precario de nuestro equipamiento para combatirlo.  En Venezuela, no me queda nada por dentro al decirlo, los incendios se combaten con corazón y valentía de los bomberos, grupos de rescates y voluntarios… pero eso no basta.
En un país con tan alta incidencia de incendios forestales, con nuestro historial de pirómanos, con la falta de educación ambiental y con tanto que tenemos que perder en cuanto a vidas, propiedades y naturaleza, deberíamos estar mejor preparados, tanto en conocimiento como en tecnología, en organización como en recursos para hacer frente a la candela que nos quema el país cada verano.
No hay educación ni conciencia en la población sobre los peligros de los incendios forestales, ni a nivel privado y de gobierno existe una infraestructura confiable y presta para combatir este problema y quizás lo más importante, no contamos con información básica confiable, los registros de los historiales de incendio en nuestros bosques y selvas no están al día, no hay información cartográfica actualizada que permitan una planificación sobre el terreno tanto para la prevención como para el combate, no tenemos como monitorear desde el aire o el espacio el desarrollo de los incendios sin control.
El combate de un incendio forestal, que debería ser por tierra y aire, necesita de equipamiento especial, llevar a los combatientes al sitio, brindarles apoyo logístico y de información, contar con buenos equipos de comunicación, poder sacarlos en caso de peligro, requieren de una organización que hoy no tenemos.
Un país más o menos desarrollado, con la riqueza natural del nuestro, con la incidencia de incendios forestales que tiene Venezuela y ahora mucho más, con el cambio climático que ha variado los patrones de incidencia de la época de sequía, sobre todo en nuestras cuencas productoras de agua, debería contar con equipos regionales entrenados y con los recursos suficientes para combatir estos fuegos de verano, pero de nuevo, estamos en Venezuela y aquí es más importante la compra costosísimos aviones presidenciales, de equipos de guerra, de vehículos de lujo para movilizar burócratas ineptos, o acumular dólares mal habidos en cuentas secretas en el extranjero, en vez de contar con lo básico para no morir quemados.
Si este país quiere sobrevivir este siglo signado por el calentamiento global, si quiere conservar el recurso agua para el futuro inmediato, tiene como tarea prioritaria, prepararse para combatir a los incendios forestales de una manera más organizada, comprometida e inteligente.- saulgodoy@gmail.com

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

SAÚL GODOY GÓMEZ, LOS INCENDIOS FORESTALES,
Acabo de presenciar la destrucción de más de 60 hectáreas de bosques en la cuenca de Arenaza en el Municipio Paz Castillo del Estado Miranda, uno de los más grandes, más poblado y más pobres del Estado, justamente donde se ubica una buena parte de los llamados Valles del Tuy.
Fue por un incendio sin control, las montañas duraron cuatro semanas ardiendo, y fue provocado por una serie de invasores en esta cuenca hidrográfica, unos supuestos campesinos que preparaban el barbecho para sus conucos, y de las manos criminales de una banda que se dedica a construir ranchos en las adyacencias de la quebrada Arenaza, llegando a Santa Lucía, la capital del municipio.
Arenaza y Santa Lucía a partir de este momento van a tener graves problemas de inundaciones y les explico por qué, al quedar arrasado de vegetación el pie de monte de Arenaza, no hay resistencia en el suelo para detener los volúmenes de agua que vienen durante el invierno, el agua que se produce en la montaña por la lluvia va a correr con mayor velocidad erosionando las cárcavas y correntías naturales de la montaña, la composición del terreno es de arcilla roja expansiva lo que hace bastante inestable el terreno por lo que habrá deslaves que van a taponar esos pasajes de agua, se va acumular la lluvia y cuando reviente el dique se va a producir la inundación.
Debemos contar que debido al cambio climático, las lluvias en el Estado Miranda, se espera, sean de menor frecuencia pero de mayores caudales, es decir va a llover menos pero duro, y sin vegetación que reduzca la velocidad del agua, el resultado será, pérdidas de bienes y viviendas a los márgenes de la quebrada e inundaciones en Santa Lucía.
No solo el Municipio Paz Castillo perdió una importante parte de su patrimonio natural (especies vegetales y animales), una cuenca productora de agua ya que sin árboles habrá menos lluvia, sino que ganó un problema social con agricultores en tierras no aptas, barriadas informales y gente presionando para que se les de servicios públicos para un municipio sin recursos para atender estas necesidades.
¿Qué hacer? Lo único que se me ocurre es desalojar esa gente de allí, hacer un plan de reforestación de la cuenca (daría trabajo al municipio) y protegerla de estos depredadores ambientales.
Me produjo una gran sorpresa la opinión de un científico norteamericano que explicaba que la Gran Sabana tiene su origen en un enorme incendio, que se produjo antes del descubrimiento de América y que acabó con la selva amazónica de esa región.
El resultado fue la consolidación de una sabana tal como hoy la conocemos. El científico no aportó mayores pruebas, pero dijo que observando a los indios Pemones y su costumbre de incendiar la sabana para preparar conucos, se le ocurrió que algo similar pudo haber pasado y un gran fuego sin control consumió la tupida selva virgen, aunado esto, a una sequía sin precedentes en el norte de Suramérica, reseñada por los conquistadores y registrada en los anales climáticos del planeta, y que terminó en la época de las luchas por la independencia.
No todos los incendios son malos, de hecho la historia natural de la tierra tiene un vínculo muy importante con los incendios forestales, algunos naturalistas dicen que es la manera que tiene la naturaleza de modificar el entorno, de crear nuevos hábitats, de seleccionar y renovar especies, de preparar la tierra e incluso de conservar un balance químico en la atmósfera.  El problema son los incendios forestales propiciados por el hombre de manera criminal o por descuido.
Si los incendios forestales tuvieron algún valor, eso fue en el pasado cuando existían las grandes extensiones de foresta; ahora, con la poquísima cobertura vegetal con que cuenta el planeta tierra, cada incendio forestal que se produce atenta contra nuestra propia sobrevivencia como especie.
Los incendios forestales tienen una estrecha relación con los ciclos climáticos continentales, más específicamente tienen que ver con el inicio y término de las lluvias y el verano.
En Venezuela, y antes de los fenómenos climáticos signados por la corriente de El Niño, la mayor incidencia de incendios forestales se daba durante cinco meses al año, aproximadamente entre Noviembre y Mayo, con un pico entre los meses de Febrero, Marzo y Abril, que corresponde a un aumento de la exposición solar, gran sequedad en los combustibles naturales (desechos vegetales) y, coincidencialmente, en la época de mayor movilidad entre la población venezolana, producto de los feriados de Carnaval y Semana Santa; además, entrando el mes de Mayo, empieza la preparación de las tierras para el cultivo, lo que implica grandes quemas, muchas de ella sin control.
El geógrafo Daniel Aché, en su artículo La incidencia de los Incendios Forestales en Venezuela, publicado por la revista SEFORVEN, explica las causas de los mismos: "Los factores que ocasionaron estos incendios forestales de gran magnitud se clasifican dentro de la categoría de agrícolas y pecuarios. En Apure… la preparación del terreno para el rebrote de los pastos. En el Zulia… la limpieza de conucos para la próxima siembra. En Barinas, los conflictos de usos agrícolas y forestales representó la causa de esos incendios".
En lo personal me ha tocado enfrentar varios incendios forestales ya que vivo en las montañas de la Cordillera de la Costa, en áreas protegidas de la Cuenca del Río Tuy, y he presenciado el impresionante espectáculo de un fuego sin control convertido en una tormenta de fuego, decenas de hectáreas de bosques ardiendo con mortíferas llamaradas rojas de quince y veinte metros de altura, en medio de un crepitar ensordecedor y un calor asfixiante.
Se lo difícil que es controlar un incendio forestal y lo precario de nuestro equipamiento para combatirlo.  En Venezuela, no me queda nada por dentro al decirlo, los incendios se combaten con corazón y valentía de los bomberos, grupos de rescates y voluntarios… pero eso no basta.
En un país con tan alta incidencia de incendios forestales, con nuestro historial de pirómanos, con la falta de educación ambiental y con tanto que tenemos que perder en cuanto a vidas, propiedades y naturaleza, deberíamos estar mejor preparados, tanto en conocimiento como en tecnología, en organización como en recursos para hacer frente a la candela que nos quema el país cada verano.
No hay educación ni conciencia en la población sobre los peligros de los incendios forestales, ni a nivel privado y de gobierno existe una infraestructura confiable y presta para combatir este problema y quizás lo más importante, no contamos con información básica confiable, los registros de los historiales de incendio en nuestros bosques y selvas no están al día, no hay información cartográfica actualizada que permitan una planificación sobre el terreno tanto para la prevención como para el combate, no tenemos como monitorear desde el aire o el espacio el desarrollo de los incendios sin control.
El combate de un incendio forestal, que debería ser por tierra y aire, necesita de equipamiento especial, llevar a los combatientes al sitio, brindarles apoyo logístico y de información, contar con buenos equipos de comunicación, poder sacarlos en caso de peligro, requieren de una organización que hoy no tenemos.
Un país más o menos desarrollado, con la riqueza natural del nuestro, con la incidencia de incendios forestales que tiene Venezuela y ahora mucho más, con el cambio climático que ha variado los patrones de incidencia de la época de sequía, sobre todo en nuestras cuencas productoras de agua, debería contar con equipos regionales entrenados y con los recursos suficientes para combatir estos fuegos de verano, pero de nuevo, estamos en Venezuela y aquí es más importante la compra costosísimos aviones presidenciales, de equipos de guerra, de vehículos de lujo para movilizar burócratas ineptos, o acumular dólares mal habidos en cuentas secretas en el extranjero, en vez de contar con lo básico para no morir quemados.
Si este país quiere sobrevivir este siglo signado por el calentamiento global, si quiere conservar el recurso agua para el futuro inmediato, tiene como tarea prioritaria, prepararse para combatir a los incendios forestales de una manera más organizada, comprometida e inteligente.- saulgodoy@gmail.com

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
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