Ya el CNE anunció que las elecciones
parlamentarias van con los mismos circuitos del año 2010. Sin embargo, se
conoce la disposición del organismo electoral -léase del gobierno- a introducir
cambios para sacar mayor beneficio de la contienda.
El ventajismo oficialista no es ninguna
novedad, tampoco el descaro y la amplia difusión de los abusos pues la idea es
desmoralizar al mundo opositor, desmovilizarlo y estimular su abstención. Pero
llega un momento en que no hay trampa posible y más bien, cualquier cosa que
hagan puede ser "cuchillo para su garganta". A propósito, recordemos la experiencia de las
elecciones en el Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV).
El gobierno procuró evitar esas elecciones y
la Junta Directiva Nacional del CIV tuvo que introducir varios recursos legales
ante el TSJ y el CNE. Por fin, éstas fueron convocadas cuando el gobierno pensó
que iba a ganarlas pues además del control de los ministerios, institutos y
demás entes donde trabajan buena parte de los ingenieros y arquitectos
agremiados, tenían a su favor un clima de desaliento y una frágil unidad
opositora. Así las cosas, el CNE autorizó las elecciones y obligó al CIV a
modificar el sistema electoral, alterando la estructura –tal como hoy se
plantean- para supuestamente sacar ellos mayores beneficios.
Lo que no esperaban es que la Unidad Gremial
venciera todas las adversidades, derrotara el ventajismo oficialista y el
resultado terminara siendo demoledor para el chavismo. Igual en estas elecciones parlamentarias,
quizás puedan quitarle un diputado a la oposición en algún circuito pero la
posibilidad de alterar sustancialmente el resultado está por verse y cuidado si
el tiro no les sale por la culata.
Lógicamente estas maniobras hay que
enfrentarlas pero ellas beneficiarán al chavismo, si el electorado opositor es
convencido de que el gobierno ha logrado una forma truculenta de ganar, cosa
que frenéticamente repiten los opositores radicales. O si estas marramuncias son percibidas como
algo exitoso asociado a la condición de poder, por ejemplo que el país
apreciara la suspensión de la elección del Parlamento Latinoamericano como una
demostración de fuerza del hamponato gubernamental, cuando en realidad es una
muestra de su tremenda debilidad.
¿Acaso alguien va a pagar el costo político
de suspender unas elecciones que puede ganar?
Si esa representación parlamentaria ya se elegía mediante el voto
popular ¿por qué retroceder y quitarle ese derecho al pueblo? ¿Qué pasó con la
democracia participativa y protagónica?
Igual con el retraso en el cronograma electoral, tal evasiva no es expresión
de fortaleza, todo lo contrario: un gobierno fuerte ya habría anunciado las
elecciones.
Sin duda, el miedo los paraliza pero será
inevitable convocarlas este año y gracias a la presión internacional, se le
complica al chavismo una eventual tropelía golpista para evadir la contienda.
Por cierto, ha sido esa presión y la unidad nacional de las fuerzas opositoras,
lo que ha obligado a los dictadores del mundo a entregar el poder. El gobierno lo sabe: por mucho que pataleen
habrá elecciones. Tanto nadar para morir en la orilla, dice la sabiduría
popular.
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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