1.- Dicen que San Agustín caminaba por la
playa y que a la vez le daba vueltas a la cabeza tratando de entender el
misterio de La Santísima Trinidad; de repente, San Agustín se tropieza con un
niño que jugaba.
San Agustín lo observa y se da cuenta de que
el niño tenía un tobito y a la vez había un hueco en la playa.
El niño iba
al mar, echaba agua en el tobito y luego vaciaba dicha agua en el hueco.
Asombrado San Agustín le pregunta:
“Niño, ¿qué haces?”.
El niño le contesta:
“¿Ves todo ese mar que está ahí?, pues yo lo
voy a meter en el huequito que yo mismo hice”.
San Agustín le contesta: “pero, niño, eso es
imposible”.
El niño vuelve a responder: “pues más
imposible es que tú entiendas el misterio de La Santísima Trinidad”, y dicho
esto el niño desapareció.
Por otra parte, recuerdo cuando en el colegio
estudiamos por el Catecismo de Monseñor Arias Blanco, quien fuera
arzobispo de Caracas y quien tuviera una participación muy activa en la lucha
contra la dictadura perezjimenista, tanto fue así que fue llamado “el
arzobispo de la resistencia”, asunto que sería para hacer un análisis,
pero para otro momento.
Dicho Catecismo tenía la metodología de lo
que se llama “preguntas- respuestas”.
“¿Quién es el Padre?”. R:”El Padre es Dios”.
“¿Quién es el Hijo?”. R:”El Hijo es Dios”.
“¿Quién es el Espíritu Santo?”. R:”El
Espíritu Santo es Dios”.
“¿Quiere decir que hay tres Dioses?”. R: No,
hay un solo Dios en 3 Divinas Personas”.
No hubiera habido ningún problema al
entendimiento humano si la respuesta anterior hubieran sido “3 dioses” porque
la inteligencia humana entiende que 1+1+1 es igual a 3. Lo que la inteligencia
humana no entiende es que 1+1+1 sea igual a 1, que es lo que dice el misterio
de La Santísima Trinidad.
Sin pretender explicar un misterio, como el
de la Santísima Trinidad, que no lo pudo explicar, nada más y nada menos que
San Agustín, que no lo podemos saber en esta vida, sino en el cielo,
cuando veamos a Dios cara a cara, solo diremos que el Padre se expresa mediante
la Palabra. Esa Palabra es el Hijo. Ahora bien, el Padre y el Hijo se aman. El
amor del Padre y el Hijo es el Espíritu Santo.
Las Tres Divinas Personas no tienen
jerarquías entre sí. Tampoco anterioridad o posterioridad en el tiempo. Las
tres son igualmente divinas, eternas, infinitas, todopoderosas, etc. Decimos
que el Padre es la Primera Persona, el Hijo es la Segunda y el Espíritu Santo
es la Tercera. Los términos “primera”, “segunda” y “tercera”, son términos
netamente humanos, no divinos.
Hubo un chiste cuento, malicioso y falso, que
le atribuyeron a Charle de Gaulle sus enemigos. De Gaulle fue presidente de
Francia. Dijeron que una vez, de Gaulle envió una placa a una iglesia, para que
fuera puesta frente a un crucifijo, que la placa decía:
“De la primera persona de Francia a la
segunda persona de la Santísima Trinidad”.
Esto no pasó de ser un chiste entre políticos
franceses de aquel momento, para ponerlo como un soberbio.
Para
humanamente explicar los misterios divinos, usamos una herramienta de la
filosofía llamada “analogía”, ya que en Dios no hay una “Primera” persona, una
“Segunda” y una “Tercera” como humanamente lo entendemos, ya que entre humanos
sí hay una primera, una segunda y una tercera persona; por ejemplo: hay un
“general” que es una primera persona y que es superior a un “coronel”, y hay un
“coronel” que es una segunda persona en cuanto a un “general” pero que es una
primera persona en cuanto a un “capitán” y este es a su vez superior a un
“teniente”, y así sucesivamente.
Por consiguiente, y aún sin darnos cuenta,
usamos analógicamente hablando, terminologías “humano-jerárquico-militares” en
cuanto a Dios se refiere, no siendo teológicamente aplicables a Dios, porque en
Dios no puede haber una jerarquía militar, que sí existe entre humanos, etc.
Por esto, por analogía, decimos que el Padre es la “Primera” persona de la
Santísima Trinidad, el Hijo es la “Segunda” y el Espíritu Santo es la
“Tercera”, porque si no lo decimos así, nos sería aún más difícil de lo que ya
es el poder explicar las cosas de Dios.
2.- Partiendo de lo antes dicho, cada una
de las tres divinas personas tiene una predominante función característica, que
si bien no es exclusiva de la Divina Persona ya que las tres son infinitamente
misericordiosas, infinitamente justas, todopoderosas y eternas, cada una de
ellas, predominantemente se ocupa de la función que más adelante
especificaremos. Dichas funciones son las siguientes:
El Padre es el creador
del cielo y la tierra, tal cual lo revela el Genésis. Además, es el Padre de
las misericordias, tal cual se expresa muy bien en la encíclica del papa San
Juan Pablo II, llamada “Dives in misericordia” (“Rico en
misericordia”), publicada el 30 de noviembre de 1980.
En el Hijo predomina la
Redención y la justicia del Juicio Final y el Espíritu Santo,predominantemente
se ocupa de la santificación y la guía de la Iglesia, el perdón de los pecados
derramado por el Padre a través del Hijo, los siete dones y los 12 frutos.
Del Padre, diremos lo siguiente:
Uno de los sitios en los que se refleja mejor
la misericordia de Dios, es en el capítulo 15, del Evangelio de San
Lucas:
1. Todos los publicanos y los pecadores se
acercaban a él para oírle,
2. y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»
3. Entonces les dijo esta parábola.
4. « ¿Quién de vosotros que tiene cien
ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la
que se perdió hasta que la encuentra?
5. Y cuando la encuentra, la pone contento
sobre sus hombros;
6. y llegando a casa, convoca a los amigos y
vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me
había perdido.”
7. Os digo que, de igual modo, habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que
no tengan necesidad de conversión.
8. «O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si
pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente
hasta que la encuentra?
9. Y cuando la encuentra, convoca a las
amigas y vecinas, y dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que
había perdido.”
10. Del mismo modo os digo, se produce
alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
11. Dijo: «Un hombre tenía dos hijos;
12. y el menor de ellos dijo al padre:
“Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la
hacienda.
13. Pocos días después el hijo menor lo
reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo
como un libertino.
14. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un
hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
15. Entonces, fue y se ajustó con uno de los
ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
16. Y deseaba llenar su vientre con las
algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
17. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero
de hambre!
18. Me levantaré, iré a mi padre y le diré:
Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
19. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros.”
20. Y, levantándose, partió hacia su padre.
«Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su
cuello y le besó efusivamente.
21. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el
cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.”
22. Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed
aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas
sandalias en los pies.
23. Traed el novillo cebado, matadlo, y
comamos y celebremos una fiesta,
24. Porque este hijo mío estaba muerto y ha
vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta.
25. «Su hijo mayor estaba en el campo y, al
volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas;
26. y llamando a uno de los criados, le
preguntó qué era aquello.
27.Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu
padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.”
28.Él se irritó y no quería entrar. Salió su
padre, y le suplicaba.
29. Pero él replicó a su padre: “Hace tantos
años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has
dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;
30. Y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que
ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!”
31. «Pero él le dijo: “Hijo, tú siempre estás
conmigo, y todo lo mío es tuyo;
32. Pero convenía celebrar una fiesta y
alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida;
estaba perdido, y ha sido hallado.”».
Del Espíritu Santo comenzaremos
diciendo lo que dice la fórmula de la absolución del sacramento de la Confesión
(Reconciliación):
«Dios, Padre misericordioso, que reconcilió
consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el
Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio
de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Catecismo de la Iglesia Católica,
1449.
La base bíblica de lo anterior es la
siguiente:
“Al anochecer del día de la resurrección, estando
cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a
los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con
ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los
discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús:
“La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío
yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban al
Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán
perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar” (Juan
20, 19-23).
Los 7 dones del Espíritu Santo son:
sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza,
ciencia, piedad y temor de Dios.
Los 12 frutos son los siguientes:
Caridad. Gozo. Paz. Paciencia. Longanimidad.
Bondad. Benignidad. Mansedumbre. Fe. Modestia. Continencia. Castidad.
Por otra parte, hay un libro en la Sagrada
Biblia, llamado Los Hechos de los Apóstoles, que trata de los comienzos de la
primera Iglesia, lo llaman “el Evangelio del Espíritu Santo”.
Del Hijo diremos lo siguiente:
Jesucristo es la Palabra Eterna de Dios, que
se hizo hombre, en el seno purísimo de la Santísima Virgen María, por
obra y gracia del Espíritu Santo.
Es lo que rezamos en el rezo de
Ángelus:
El Ángel del Señor anunció a María;
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María……
Aquí está la esclava del Señor;
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María……
Y el Hijo de Dios se hizo hombre;
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María……
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
Dios te salve, María…..
Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre
nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu
Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la
Virgen María, a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
En dos palabras, esto se pudiera resumir así:
Jesucristo es el Verbo Eterno hecho hombre.
O: el Hijo de Dios, hecho hombre. Vale decir, que Jesucristo es verdadero Dios
y verdadero hombre. Es una herejía negar la divinidad de Jesucristo, tal como
hizo Arrio. De ahí la herejía del arrianismo. También es una herejía
negar su humanidad.
Ojo: no se trata de que dentro de Jesucristo
haya dos personas. No. Jesucristo es una sola persona, con dos naturalezas: una
humana y otra divina.
En el “Credo de los Apóstoles”, leemos lo
siguiente:
“Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos”.
La palabra “misericordia”, viene
de “cordia”: raíz latina de la palabra “corazón”, y de “miser”, raíz latina de
la palabra miserable. Es decir, Señor, a mí que soy miserable, trátame y
mírame a través de tu corazón.
En los Evangelios aparece la misericordia de
Jesucristo. Jesucristo comió con pecadores y publicanos. Los publicanos eran
los colectores de impuesto y eran odiados por lo judíos. San Mateo era
coleccionista de impuestos, fue uno de los cuatro evangelistas y uno de los
12 Apóstoles.
Dice el Evangelio que estando Mateo
en la mesa del cobro de impuestos, Jesucristo lo llamó y le dijo: “sígueme” y
Mateo se paró de la mesa de los impuestos y lo siguió.
Preguntaban, “¿cómo es que vuestro maestro
come con publicanos y pecadores?”. Él les respondió: “No tienen
necesidad de médico los sanos, sino los enfermos… No he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores”(Mateo 9, 11-13). Por otra parte:
“2 Y al amanecer, vino otra vez al
templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les
enseñaba.
3 Los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en
adulterio, y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha
sido sorprendida en el acto mismo del adulterio.
5 Y en la ley, Moisés nos ordenó
apedrear a esta clase de mujeres; ¿tú, pues, qué dices?
6 Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se
inclinó y con el dedo escribía en la tierra.
7 Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les
dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una
piedra.
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Pero al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de
mayor
edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en
medio.
10 Enderezándose Jesús, le dijo: Mujer,
¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?
11 Y ella respondió: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le
dijo: Yo tampoco te condeno. Vete; desde
ahora no peques más” (Juan 8:2-11).
El carismático y simpático papa Francisco
decretó que los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, fueran canonizados el
domingo 27 de abril del pasado año, 2014.
Dicho día coincidió con el segundo domingo
de Pascua y a la vez con la fiesta de la Divina Misericordia, siendo esta
fiesta instituida Juan Pablo II, de acuerdo a los pedimentos de Nuestro Señor
Jesucristo a Santa Faustina Kowalska, quien nació en la aldea
de Glogoviec, en Swinice, Varckie, Polonia, el día 25 de agosto de 1905.
Esta santa murió el día 5 de octubre de 1938 y fue canonizada por Juan Pablo
II, el 30 de abril del 2000, año jubilar. Estamos hablando de la devoción
llamada “Jesús de la Misericordia”. Las devociones no son dogmas de fe.
El que confiese y comulgue, el día segundo
domingo de Pascua y a la vez, fiesta de la Divina Misericordia, obtendrá
indulgencia plenaria.
En base a la devoción de ““Jesús de la
Misericordia”, antes dicha, este año, el papa Francisco, el pasado sábado 11 de
abril, leyó y entregó la Bula del jubileo “Misericordiae Vultus” (“El
rostro de la misericordia”). El Papa Francisco decretó “el año santo de
la misericordia”. Lo hizo en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Dicho jubileo comenzará el 8 de diciembre, fecha de la fiesta del dogma de la
Inmaculada Concepción, que consiste en que la Virgen fue preservada inmune de
la mancha del pecado original desde el primer instante de su Concepción, por
singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de
Jesucristo, Salvador del género humano. Esta verdad fue proclamada como Dogma
de Fe por el Beato Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la BulaIneffabilis
Deus, y concluirá el 20 de noviembre de 2016, fecha de Jesucristo, rey
del universo.
Abrimos una cita:
“El Pontífice dijo estar convencido de que
muchos se preguntarán “¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia?”.
“Simplemente –respondió a continuación- porque la Iglesia, en este momento de
grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los
signos de la presencia y de la cercanía de Dios”.
Así que “éste no es un tiempo para estar
distraídos, sino al contrario para permanecer alertas y despertar en nosotros
la capacidad de ver lo esencial”. Es también “el tiempo para que la Iglesia
redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de
Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre”.
Francisco cree que el Año Santo que se
iniciará “tiene que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos
de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se
encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y
sentirse amados por el Padre”.
Será “un Año Santo para sentir intensamente
dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que, como
Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos”.
El Papa agregó que será también “un Jubileo
para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para
llevarnos de nuevo a la casa del Padre”.
“Un Año para ser tocados por el Señor Jesús y
transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos
de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la
misericordia. Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos
de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía
de Dios, para ofrecer a todos el camino del perdón y de la reconciliación”. Fin
de la cita. VATICANO, 11 Abr. 15 / 11:44 am (ACI/EWTN Noticias).
Abrimos otra cita:
“Esta imagen le fue revelada a Santa Faustina
en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara. Luego el Señor le explicaría su
significado y lo que los fieles alcanzarán con ella…
Cuenta Santa Faustina en su diario: “Al
anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica
blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica
sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes
rayos: uno rojo y otro pálido”.
“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta
una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que
esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero”.
Jesús le señaló: “Prometo que el alma que
venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la
victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la
defenderé como mi gloria”.
Otro día, estando Santa Faustina en oración,
Cristo le dijo: “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido
simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre
que es la vida de las almas”.
“Ambos rayos brotaron de las entrañas más
profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la
cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de
mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le
alcanzará la justa mano de Dios”. Fin de la cita. REDACCIÓN CENTRAL, 11 Abr. 15
/ 10:13 am (ACI).
Abrimos una nueva cita:
“El 30 de abril de 2000, el Papa proclamó el
segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia Divina” para todo
el mundo.
En el 2002, el Pontífice estableció que el
“Domingo de la Misericordia Divina” se enriquezca con indulgencias con las que
se pueden beneficiar también los enfermos, navegantes de altamar o aquellos que
por causa justa no puedan abandonar su casa o desempeñen una actividad
impostergable.
San Juan Pablo II murió el 2 de abril de
2005, noche previa al Domingo de la Divina Misericordia de aquel año, Fiesta de
la Misericordia que él instituyó siguiendo el pedido de Jesucristo a Santa
Faustina”. Fin de la cita. REDACCIÓN CENTRAL, 11 Abr. 15 / 04:26 pm
(ACI).
Abrimos otra cita:
“Durante las apariciones del Señor de la
Divina Misericordia a Santa Faustina, Cristo aseguró varias gracias a los que
se acercaran a su misericordia. San Juan Pablo II, más adelante, instituyó
oficialmente la indulgencia plenaria para esta fiesta.
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea
refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres
pecadores… El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón
total de las culpas y de las penas… Que ningún alma tema acercarse a mí,
aunque sus pecados sean como escarlata”, dijo el Señor en una promesa que hizo
a Santa Faustina Kowalska en una de las apariciones místicas que le concedió.
En el 2002, esta promesa de Cristo se hizo
“oficial” en la Iglesia cuando, por mandato de San Juan Pablo II, la Santa
Sede Santa publicó el “decreto sobre las indulgencias recibidas en la
fiesta de Divina Misericordia”, un don que también puede alcanzar a los
enfermos y los navegantes en altamar.
En el segundo domingo de Pascua que este año
se celebra el 12 de abril, se concede la indulgencia plenaria, con
las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión
eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que
participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina.
“O al menos rece, en presencia del Santísimo
Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario,
el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús
misericordioso (por ejemplo, ‘Jesús misericordioso, confío en ti’)”, dice el
texto del decreto.
Asimismo se concede indulgencia parcial “al
fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso
una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas”.
También los enfermos y las personas que los
asisten, los navegantes, los afectados por la guerra, las vicisitudes políticas
o la inclemencia de los lugares “ytodos los que por justa causa no pueden
abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en
beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria”.
Esto siempre y cuando, con total rechazo de
cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres
condiciones habituales recen “frente a una piadosa imagen de nuestro Señor
Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación
piadosa al Señor Jesús misericordioso”.
Asimismo, si ni siquiera se pudiera hacer lo
antes descrito, podrán obtener la indulgencia plenaria “los que se unan con la
intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la
indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los
sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también
ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones
prescritas para lucrar la indulgencia plenaria”.
Jesucristo también prometió a Santa Faustina
que cuando se rece la Coronilla de la Divina Misericordia junto a los
moribundos, se pondrá “entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez
justo sino como el Salvador misericordioso”. Fin de la cita. REDACCIÓN CENTRAL,
09 Abr. 15 / 06:31 pm (ACI).
Vamos a poner unas nuevas citas tomadas
directamente de Santa Faustina, de lo que Jesucristo le dictara. Los textos
están tomados del “DIARIO: La Divina Misericordia en mi alma.” Editorial de los
Padres Marianos, Stockbridge, Massachusetts, 1996. Las citas son las
siguientes:
“De todas mis llagas, como de arroyos, fluye
la Misericordia para las almas, pero la Llaga de Mi Corazón es la fuente de la
Misericordia sin límites; de esta fuente brotan todas las Gracias para las
almas. Las llamas de mi compasión me consumen, deseo derramarlas sobre las
almas de los hombres.” (Diario #1190, p.431).
“Oh, si los pecadores conocieran Mi
misericordia no perecería un número tan grande de ellos. Diles a las almas
pecadoras que no tengan miedo de acercarse a Mí, habla de Mi gran
misericordia.” (Diario #1396, p. 496)
“Mi Misericordia es más grande que tus
miserias y de aquellas del mundo entero. ¿Quién ha medido mi bondad? Por ti he
bajado del cielo a la tierra, por ti me he dejado poner en la Cruz, por ti he
permitido que fuera abierto con una lanza mi Sagrado Corazón y he abierto para
ti una fuente de Misericordia. Ven y toma de las Gracias de esta fuente con el
recipiente de la confianza. No rechazaré jamás un corazón que se humilla, tu
miseria será hundida en el abismo de mi Misericordia.” (Diario #1485, p. 521).
“Has de saber hija mía, que mi corazón es la
Misericordia misma. Desde este mar de Misericordia las Gracias se derraman
sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mí ha partido sin
haber sido consolada. Cada miseria se hunde en mi Misericordia y de este
manantial brota toda Gracia salvadora y santificante…” (Diario # 1777, p. 626).
En cuanto a la llamada “Coronilla de
la Misericordia”, Santa Faustina nos dice lo siguiente:
“Reza incesantemente este Rosario que te he
enseñado. Todo aquel que lo rece se hará acreedor a la Misericordia a la hora
de la muerte…Los Sacerdotes lo recomendarán a los pecadores como última tabla
de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si lo reza una vez tan solo,
recibirá la Gracia de mi Misericordia infinita. Deseo que todo el mundo conozca
mi Misericordia. Quiero conceder gracias inauditas a aquellos que confíen en mi
Misericordia. (Diario #687, p. 290).
“A las almas que recen esta coronilla, Mi
Misericordia las envolverá en vida y especialmente en la hora de la muerte.”
(Diario #754, p. 310).
“Oh que enorme caudal de Gracias derramaré
sobre las almas que recen estacoronilla: las entrañas de mi
Misericordia se enternecen por aquellos que rezan la coronilla. Anota estas
palabras, hija mía, habla al mundo de mi Misericordia. Que toda la humanidad
conozca mi insondable Misericordia. Es la señal de los últimos tiempos, después
de ella vendrá el día de la justicia. Cuando todavía queda tiempo, recurran al
manantial de mi Misericordia; que aprovechen de la Sangre y el Agua que brotó
para ellos.” (Diario # 848, p.338)
De la llamada “devoción de las tres de la
tarde”, hora de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, Santa Faustina dice lo
siguiente:
“Esta es la hora de la gran misericordia para
el mundo entero. Te permitiré penetrar en mi tristeza mortal. En esta hora nada
le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión. A las tres,
ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por
un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi abandono en
el momento de Mi agonía.” (Diario #1320, p.472).
Por otra parte, es de notar que se hace muy
poco hincapié en el elemento consustancial a la fe como lo es la confianza. Se
habla mucho de la fe en Dios pero poco de la confianza en Dios. Por algo, otra
devoción, la devoción al Corazón de Jesús, tiene la siguiente oración:
“Sagrado Corazón de Jesús, en Vos
confío”.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la
del Jesús de la Misericordia, son devociones complementarias, no excluyentes.
Pudiéramos decir que no basta le fe en
Dios, es necesario también confiar en Dios.
Antes de su Muerte, la última palabra que
pronuncia Jesucristo fue un acto de confianza en su
Padre:
“Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu” (Lucas, 23, 45).
“In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum”: “En
ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre”. Este salmo se
reza en el himno de acción de gracias conocido como el “Te Deum” y se encuentra
como encabezamiento tanto del salmo 30 como del salmo 70 y es una oración de
confianza en Dios, muy hermosa.
Hay una excelsa cita bíblica que nos puede
servir como oración de confianza:
“No temáis”, ”en el mundo tendréis
tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo” (Mateo
28,10; Juan 16,33).
“El demonio es el padre de la mentira” (Juan
8: 44). El Santo Padre Francisco ha insistido mucho en esto. Una de las grandes
mentiras del diablo es hacer creer que no existe. Al diablo no se le puede
subestimar, es astuto (Genésis 3: 1). Contra el demonio hay varias armas. El
insigne jesuita, el Padre Jorge Loring S.J., dice que el
diablo es como “un perro amarrado”, que si uno no se le acerca, el diablo
no lo muerde, que muerde, si uno se le acerca. El Padre Jorge Loring dice que
hay dos armas contra el diablo:
El crucifijo y la oración, especialmente el
rezo del Santo Rosario, el agua bendita, como dice San Josemaría Escrivá, la
invocación a los ángeles, especialmente a San Miguel Arcángel, la devoción a
“Jesús de la Misericordia”. Santa Faustina lo escribió en su diario:
“…aquellos que proclamaran mi gran
Misericordia. Yo mismo los defenderé en la hora de la muerte, como mi Gloria
aunque los pecados de las almas fuesen negros como la noche, cuando un pecador
se dirige a mi Misericordia, me rinde la gloria más grande y es un honor para
mi pasión. Cuando un alma exalta mi Bondad,entonces Satanás tiembla y
huye a lo más profundo del infierno.” (Diario #378, p. 186).
Otra oración muy efectiva contra Satanás, es
la “invocación del nombre de Jesús”, sobre todo a través de una oración llamada
“oración del corazón, que veremos más adelante”.
Las oraciones centrales de la devoción de
“Jesús Misericordioso” son dos, a saber:
“Jesús, en ti confío”.
“Oh Sangre y agua, que brotasteis del Sagrado
Corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en ti confío” (“Los dos rayos
significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica
a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…Ambos
rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi
Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a
las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra
de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios.” (Diario #299, p.153)
La invocación del nombre de Jesús, tiene
muchos apoyos en la Santa Biblia, tres de ellos son los siguientes:
I) “El nacimiento de Jesucristo fue de
esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a
estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido
José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en
secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y
tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo
esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros”. Mateo 1, 18-23
II) El ciego Bartimeo gritaba: “Jesús,
hijo de David, ten compasión de mí”…Jesús le preguntó; “¿Qué quieres que
haga por ti?”. Él le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús le dijo;
“vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el
camino” (Marcos 10, 46 – 5).
Se pudiera decir que cuando el ciego Bartimeo
le pide a Jesús que tenga compasión de él, este hecho vino acompañado con la
confianza en Jesús, que le haría el milagro de poder ver como en efecto hizo
(ya antes hablamos de la confianza, como atributo esencial de la fe. El que
cree en Dios, debe confiar en Dios).
III) “Ante el nombre de Jesús toda rodilla
se doble, en el cielo, en la tierra y en el abismo. Y que toda lengua proclame
que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre”. Carta de San
Pablo a los Filipenses 2,11.
Cuando se dice “el abismo”, estamos hablando
del Infierno, donde están los demonios.
Hay una oración que se llama “la
oración del corazón”. Se trata de unir los pasajes del Evangelio en el
que el publicano pide perdón y la petición del ciego Bartimeo, con la
subsiguiente petición de misericordia y a la vez, invocar el nombre del Jesús:
“En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola
por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres
subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie,
oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy
como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este
publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los
ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten
compasión de mí, que soy pecador!” Os digo que éste bajó a su
casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y
el que se humille, será ensalzado” (Lucas 18, 9-14).
La “oración del corazón”, es muy practicada
en oriente. Dice así:
“Señor Jesús, hijo de Dios, ten misericordia
de mí que soy un pecador”.
“Señor Jesús, ten misericordia de mí que soy
un pecador”.
Luis
Alberto Machado Sanz
machadosanz@yahoo.com
@caballitonoble
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