domingo, 12 de abril de 2015

LEONARDO MONTILLA, LA CULTURA POLARIZADORA

La Sociedad venezolana se encuentra colocada en una espirar de decadencia colectiva. La confrontación y esa especie de diáspora social que se promociono a través del discurso y la simbología oficialista desde hace 15 años hasta la fecha, ha invertido los procesos de desarrollo civilizatorio que un país como el nuestro merecía. 

La cultura del odio y la revancha se convirtió en un valor que deteriora la existencia y las relaciones humanas, es la cultura de la polarización.

El acto político como manifestación del hecho social es concebido por la llamada elite oficialista, como un proceso de hegemonía, usurpación y división. La permanencia en el poder de quienes nos gobiernan fue fundamentalmente entendida desde las intenciones  de exclusión y la confrontación absoluta en todos los ámbitos de la vida pública nacional; generando un estado de polarización, donde la búsqueda de encuentros estratégicos para el bienestar ciudadano  y la superación de disimiles angustias que padecemos en Venezuela es casi imposible de imaginar.
Desde la instalación en el poder en 1998 de Hugo Chávez, la cultura de la polarización política se hizo un extremo; todos los escenarios de disputa democrática fueron considerados como una manifestación en la lucha por la hegemonía de todos los estratos de la nación. Es ahí donde se produce la perdida de sentido común por disposiciones rígidas e intolerantes que sustituye el dialogo, el debate de posiciones diversas por la cohesión vertical que no acepta sino lo propio.
El gobierno de Maduro y los grupos de presión que giran alrededor de este, intentan mantener el estado de confrontación  que les ha dado beneficios sobre todo en el ámbito financiero, siempre existe un hecho que articula un plan comunicacional para apartar a los venezolanos de la atención en los grandes dramas sociales que estos años de gobierno militarista han aumentado para sufrimiento del colectivo nacional. Es así como vemos  inversión de recursos en campañas que exaltan un falso patriotismo antiimperialista; igualmente y violentando la norma constitucional, el uso de los poderes del Estado en consonancia con actuaciones proselitistas y partidistas que solo buscan aferrarse al poder a costa del sacrificio de la patria. Para este gobierno la polarización y los extremos son su principal soporte.
En los sectores democráticos también existen los polarizantes, los extremistas; recientemente vimos algunos “demócratas” atacando, en total coincidencia con sectores del madurismo, al Alcalde de Valera José Karkom, por una coincidencia oficial e institucional con el Gobernador del Estado, en aras de búscale respuesta a muchos problemas del municipio; eso es precisamente el extremismo, el radicalismo que en nada ayuda a los procesos de cambio y que son producto de la confrontación vista desde la óptica de las hegemonías. Si algo le hemos cuestionado al régimen es la exclusión y la soberbia, no se puede repetir esa historia.
Insistimos en el encuentro y en la reconciliación del país; la derrota de los radicalismos es fundamental; ganar para la democracia y pluralizar la vida interna de la Asamblea Nacional en las próximas elecciones es fundamental para la superar la decadencia roja y militarista.
Leonardo Alfredo Montilla Delgado
montillaleoa@gmail.com
@LeoMontilla

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