Panamá
es algo más que un istmo, ruta de tránsito, tierra de paso, sede de un
histórico congreso, un canal, zona geográfica estratégica. A ciento ochenta y
nueve años del Congreso de 1826, convocado por Bolívar, vuelve a ser hoy la
sede de una histórica reunión: la VII Cumbre de las Américas. El Libertador la
visualizaba tratando los altos intereses de la paz, sentada en el trono de la libertad,
distribuyendo por sus divinas plantas de salud la vida a los hombres del
universo, la propone como capital del mundo.
Las
expectativas sobre esta Cumbre tienen alto calibre. No solo porque asiste por
primera vez Cuba, por estar presente el Vaticano, los Secretarios Generales de
la ONU y la OEA, sino sobre todo porque se espera que sea la primera cumbre
donde lo que acuerde se lleve a cabo. Las Américas deben unirse para el
desarrollo sostenible, para bajar a la América del Sur la seguridad ciudadana,
como se lo propuso Centro América, para valorar el Caribe.
Como
la Cumbre del 2012 en Cartagena, culminó sin acuerdo sobre las drogas, este
podría ser un tema a replantearse. En los últimos años Venezuela se ha
convertido la principal fuente de exportación de estufacientes. Grandes alijos
provenientes de este país, han sido atrapados en Honduras, Estados Unidos,
Francia, España, República Dominicana. Otro tema álgido es el referido al medio
ambiente, donde habría que exigir a los países amazónicos mayor vigilancia en
materia de deforestación, en un territorio que produce el mayor oxigeno del
planeta.
Conspiran
contra ella pájaros de mal agüero, los
que se proponen convertirla en una reunión de quejas, de enfrentamiento, de
denuestos. Reprocharle a los Estados Unidos que vea a Venezuela como una
amenaza después de los mil insultos que el chavismo le ha lanzado al país del
norte que le compra su petróleo, la agenda panameña no debe permitirlo. Porque
también el Presidente Obama podría reclamar el incumplimiento sobre lo acordado
en la primera cumbre sobre la corrupción, donde países como Venezuela, Brasil,
México, Chile y Argentina se encuentran en graves situaciones.
En
la Cumbre de Cartagena, Evo Morales se atrevió a pronosticar el fracaso de
estas reuniones porque no estaba presente Cuba, atribuyéndole a la Isla un mega
rol. Ahora tendrá que comerse sus palabras. La reunión podría acordar la
desinversión en la compra de armas. Ello pondría en aprietos a Nicolás Maduro,
que con la fantasía de una invasión gringa, nos ha anunciado más compra de
armamentos a Rusia, lo que aumentará la deuda con ese país en una crisis
económica.
La asistencia de Venezuela a esta Cumbre del 2015, contrasta con la representación diplomática que envió Bolívar al Congreso de Panamá, encabezada por el gran Pedro Gual. Ni la Canciller Rodríguez, ni el apoltronado Embajador venezolano en Panamá Durán Centeno son funcionarios del oficio, lo que nos expone a imponderables. Amanecerá y veremos.
Julio
Portillo
julioportillof@gmail.com
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