jueves, 23 de abril de 2015

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, EL PODER MORAL IBEROAMERICANO IMPUTA A LA TIRANÍA

26 expresidentes de América y España, constituidos en Poder Moral, han imputado al gobierno títere acusándolo del delito de lesa democracia, por violación de la Carta Democrática de América, y han demandado, en consecuencia, su aplicación para que se restablezca la libertad y la justicia en Venezuela.
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Paso a paso vamos en la dirección correcta. Desde mucho tiempo atrás venía  insistiendo en que sólo mediante una oposición de calle podremos liberarnos de Cuba y de la tiranía comunista que nos ha impuesto. Hacer oposición de calle significa usar todos los medios de lucha, sin descartar ninguno, ni siquiera el electoral siempre que se inscriba dentro de una estrategia de ruptura tanto de la tiranía como de los colaboracionistas. Únicamente la oposición de calle rompe la tenaza que ellos nos han puesto, provocando su caída simultáneamente.
Lo captaron Ledezma, López y Machado. De allí que hayan planteado “LA SALIDA”, con la cual se abrieron como una disidencia dentro de la MUD. No rompieron con los colaboracionistas, pero marcaron una diferencia relevante. Su convocatoria a la calle, aunque sólo fuese para manifestar el descontento, tuvo acogida inmediata sobre todo en los jóvenes. La respuesta de la tiranía fue la represión brutal, consciente de que su fin lo decretará el pueblo en la calle. Mandó a sus esbirros a matar a los manifestantes sin misericordia. ¿Qué se ganó con este sacrificio de los jóvenes? Mucho. Los jóvenes desnudaron a la tiranía ante el mundo entero. Nos hicieron el gran favor de quitarle el ropaje democrático con que la había vestido la MUD colaboracionista, que nunca se ha atrevido a llamarla tiranía, mucho menos comunista y todavía menos títere de Cuba. A los jóvenes les debemos haberle hecho la fotografía en cueros, sin artificios ni adornos. Y haber desenmascarado a la MUD que hizo el papel de esquirol o rompehuelga, prestándose a un teatro de diálogo sin la parte actora que eran los manifestantes.
Siguió la prisión de López, Ceballos, Scarano y centenares de jóvenes y adultos honorables. Y luego la de Ledezma. ¿Qué hemos ganado con esto? Mucho. Los presos han puesto en evidencia que no existe separación de poderes, sino padecemos unos tribunales al estilo soviético y nazi. En la historia de la URSS figuran fiscales como Vishinsky que le sirvieron a Stalin para las purgas. La historia de la Alemania nazi aparecen los juristas del horror, jueces que no juzgaban sino acusaban e insultaban a los encausados. La comunidad internacional se ha enterado, por los presos políticos, que estamos bajo una tiranía que criminaliza la disidencia y judicializa la política, usando a los jueces como verdugos. ¿Qué se ganó con eso? Mucho. Dio origen a una ley consensuada entre republicanos y demócratas que autoriza al presidente Estados Unidos a sancionar, con negativa de visa y congelación de bienes, a los gobernantes venezolanos que violan los derechos humanos e incurren en los delitos de narcotráfico y lavado de dinero. Renuente Obama al principio, inducido por el lobby de los colaboracionistas a favor de sus socios de la tiranía, se decidió por fin a aplicar la ley haciéndolo público, con lo cual nos prestó el servicio de emplazar a todos los gobernantes democráticos para que asuman una actitud digna ante la tiranía que padecemos los venezolanos.
Paralelamente los expresidentes Pastrana de Colombia, Piñera de Chile y Calderón de México practicaron la visita de inspección a Venezuela que debió haber hecho la OEA hace años. Aquí constataron el régimen de terror y las penurias del pueblo, agobiado por la hiperinflación y la escasez, así como el trato inhumano a los presos políticos cuya visita les fue impedida por la fuerza. Actuando como inspectores comunicaron a la comunidad internacional lo que vieron. Y entonces pudo Pastrana, acompañado de su Partido Conservador, exigir a la OEA la aplicación de la Carta Democrática al gobierno de Venezuela. ¿Qué se ganó con eso? Mucho. Hubo una reacción internacional que resumió el periodista Openheimer con esta propuesta: vayan todos los expresidentes a Venezuela para conmover al mundo con la desgracia y el sufrimiento de los venezolanos. Antes de que ellos vengan, han ido a visitarlos las dignas esposas de los presos políticos (“detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”) que han impactado a las sociedades democráticas con su relato de lo que vivimos los venezolanos, comenzando por sus maridos. Entonces declararon uno tras otro los expresidentes democráticos anunciando que asumen la defensa de los presos políticos. Ahora han ido más allá: han imputado a la tiranía el delito de lesa democracia por  violación de la Carta Democrática. ¿Qué ganamos con esto? Mucho, como se verá en el futuro inmediato.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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