La política exterior de un Estado debe ser
diseñada y ejecutada después de una serena y objetiva valoración de sus
intereses nacionales. Diseñar dicha política de acuerdo a una particular visión
ideológica o tratando de satisfacer los intereses particulares de un líder
puede conducir a graves y delicadas consecuencias.
Eso ocurrió con la política
exterior de la Revolución Cubana y puede terminar siendo la tragedia
venezolana. Fidel Castro no tuvo la suficiente sensatez para entender las
circunstancias geopolíticas de Cuba como resultado de su ubicación en el
hemisferio Occidental. Su primer gran fracaso, la crisis de los misiles
en octubre de 1962. Jrushchov, ni siquiera lo tomó en cuenta al momento de
decidir retirarlos. Su segundo fracaso, la exportación de la revolución a la
América Latina. Derrotas y más derrotas. Luego, tuvo que convertirse en un
pequeño peón para las aventuras soviéticas en África. Era el costo del subsidio
económico. Después de la caída del Muro de Berlín, años de hambre y tragedia
para el pueblo cubano…
Hugo Chávez, en su
afán de convertirse en un nuevo Fidel Castro, decidió ejecutar una política
exterior hacia los Estados Unidos, caracterizada por una retórica ofensiva y de
permanente confrontación. El silencio fue siempre la respuesta. Recientemente
surgió la decisión del presidente Obama de sancionar a siete funcionarios
venezolanos negándoles la visa norteamericana
y congelando sus cuentas, en caso de tenerlas, en los Estados Unidos. La
exageración estuvo en el encabezamiento de la decisión ejecutiva al declarar a
Venezuela como “una amenaza inusual para la Seguridad Nacional y la política
exterior de los Estados Unidos”, aunque se aclaró suficientemente bien que el
encabezamiento del decreto tenía por finalidad superar un problema de política
interna: facilitar la aplicación de las medidas sin la previa autorización del
Congreso norteamericano. De todas maneras, el hecho fue aprovechado por el
gobierno de Nicolás Maduro para generar una fuerte campaña antinorteamericana.
De manera
sorprendente, el presidente Barack Obama emitió una declaración de prensa, en
la cual expresó claramente su posición con relación a Venezuela. “Quiero hablar
claro: nuestro interés principal y duradero es que Venezuela sea un país
próspero, estable, democrático y seguro. Estados Unidos es el socio comercial
más grande de Venezuela con 40.000 millones de dólares en comercio bilateral al
año… Creo firmemente en el compromiso diplomático y Estados Unidos sigue
abierto al diálogo directo con el gobierno venezolano para discutir cualquier
tema de interés mutuo…Eso no significa
que nosotros, ni cualquier otro miembro de la comunidad interamericana deba
mantener silencio sobre la situación venezolana… No creemos que Venezuela sea
una amenaza para los Estados Unidos y Estados Unidos no es una amenaza para el
gobierno de Venezuela, pero seguimos muy preocupados por la manera como el
gobierno sigue esforzándose para intimidar a sus adversarios políticos,
incluido el arresto y acusación de funcionarios electos”…
La decisión de
agravar las tensiones con los Estados Unidos es un gravísimo error que puede
tener un inmenso costo para Venezuela. Barack Obama ha demostrado una
importante y sugerente percepción del problema internacional: el retiro de los
efectivos militares en Irak, las conversaciones con Irán, las negociaciones con
Cuba y el apoyo a Ucrania constituyen algunas de sus trascendentes acciones.
Además, es necesario entender, que son demasiados los intereses vitales de
Venezuela que se arriesgan sin obtener ningún beneficio. Ignorar lo que
significan nuestras ventas petroleras a los Estados Unidos en medio de la caída
de los precios y la necesidad de
preservar su neutralidad ante el conflicto con Guyana por la defensa de nuestra
salida al Atlántico, son suficientes motivos para revisar tan equivocada
política. Ojalá que Nicolás Maduro analice con detenimiento las palabras de
Barack Obama y comprenda que las difíciles circunstancias venezolanas no se
resuelven con filípicas patrioteras sino mediante un diálogo constructivo con
la oposición venezolana y con las democracias americanas, incluyendo a los
Estados Unidos.
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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