Los anaqueles siguen
vacíos. Casi nada se consigue en los mercados. Las farmacias sin medicinas. Los
talleres mecánicos no saben qué decirle a sus clientes porque tampoco hay
repuestos. La matazón se multiplica y manda el malandraje. Así es la vida en
Venezuela.
Pero nada de eso está
en la agenda diaria del gobierno. Desde hace semanas toda la concentración de
Maduro, los ministros y otros altos funcionarios, como también los distintos
comandos militares, estuvo puesta en la recolección de firmas para protestar a
Obama.
A los jerarcas del
oficialismo se les fue la vida en buscar esas firmas. Cada funcionario muestra
con orgullo las rúbricas que en su oficina se consignaron. Cada uno quiere
superar al otro y demostrar su capacidad de convocatoria. Se toman fotos, hacen
ruedas de prensa, festejan sus éxitos como firmantes.
Transmitieron en esas
faenas una mística especial, esa que ni por asomo se ha notado en el combate a
la violencia y a la inseguridad. Si le hubiesen dedicado un entusiasmo parecido
a buscar soluciones a la crisis de los servicios públicos, nuestras ciudades no
estarían a oscuras ni repletas de basura.
Los peces gordos
sancionados por un decreto del Presidente de los Estados Unidos de América
tienen altísima influencia sobre Maduro. Mandan de verdad. El gobierno sólo se
ha dedicado desde hace unas semanas a desviar el debate para que la gente
olvide que fueron gravísimas violaciones a los Derechos Humanos y oscuros
hechos de corrupción lo que causó el decreto de Obama.
Ninguna atención
presta Maduro al problema del Esequibo. Abandonaron por completo nuestra justa
reclamación del territorio que nos fuera arrebatado por los ingleses.
No presenta el
gobierno solución alguna al desabastecimiento que trastorna a la familia
venezolana. Las bandas parecen tener más armamento que la policía y el plan
desarme ha sido una burla más.
Se han dilapidado
millones de dólares en centenares de boletos aéreos, reservaciones de hoteles,
viáticos y demás prebendas, para que activistas del PSUV y burócratas de todos
los rangos se mudaran por unos días a Panamá a hacer bulla y rodear a Maduro de
un liderazgo popular que sólo existe en el libreto de ese montaje hecho con los
dineros públicos.
Se ha gastado una
millonada en contratación de artistas, cuñas de televisión y de radio para
presentar a Maduro como un gigante que pone a Obama en dificultades.
Todo es un disparate:
se deleitan en empeorar las relaciones con el país que paga el petróleo
puntualmente y a precio de mercado, mientras se hacen los locos con la
ocupación de nuestro territorio por Guyana.
En vez de haber usado
la Cumbre diplomática de Panamá para garantizarle mercado a nuestros
productores y cobrar las multimillonarias deudas que muchos de los países
asistentes al evento tienen con Venezuela, todo el esfuerzo se puso en pelearse
con el que debería ser un gran socio comercial de nuestro país.
Esos sancionados por pisotear los Derechos Humanos de verdad tienen poder. Ni las presiones de un país tan poderoso como los Estados Unidos de América les hicieron mella. No ha habido manera de que aquí se les abra una investigación. Por lo contrario, se les designó como ministros, viceministros y comisionados del presidente de la República.
Si de algo ha servido
esta circunstancia es para que los venezolanos tengamos claro que la prioridad
de Maduro es defender y proteger a esos grupos. Ocuparse de los problemas de
las mayorías no está en su lista de asuntos pendientes.
Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
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