lunes, 27 de abril de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, VENEZUELA: UN PAÍS SIN CIENCIA, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Se ha dicho varias veces que “la alternativa de cambio es inequívoca”. También, se ha repetido “que hay poco espacio para la improvisación”.
Pero en Venezuela, la verdad es otra.

VENEZUELA: UN PAÍS SIN CIENCIA

Cuando el ejercicio de la política resulta zarandeado por contingencias débilmente afrontadas, las realidades se convierten en espacios de conflicto propios para incitar la confusión de ideas. Peor aún, de posibilidades estimadas y propuestas elaboradas en beneficio del desarrollo económico y social de la nación. Sin embargo, esa misma praxis política, asediada por contravenciones y fragmentaciones de toda índole, ocasionan graves perjuicios no sólo al propósito profusamente cacareado de gestión de gobierno. Además, a todo cuanto refiere la cultura ciudadana y republicana. En su defecto, se arraiga una situación totalmente desparramada en términos de intenciones y hasta de acciones. Todo ello, a pesar del descaro representado mediante alusiones dirigidas a exaltar una administración de gobierno que, en verdad, luce más como una ofensa pública que como compromiso gubernamental.

Se ha dicho varias veces que “la alternativa de cambio es inequívoca”. También, se ha repetido “que hay poco espacio para la improvisación”. Pero en Venezuela, la verdad es otra. En el fondo de todo, existe una honda brecha entre la capacidad para gobernar sistemas sociales, y la pronunciada complejidad para ser conducidos hacia objetivos acogidos democráticamente. Tan serio problema, atravesó los ámbitos que configuran el terreno marcado por lo social, lo económico y lo político. Aunque también, golpeó a la ciencia y a la tecnología de factura nacional. Éstas, si bien se recrearon en medio de la precariedad causada por la injerencia de una política desfigurada, debe reconocerse su esfuerzo por coadyuvar a solucionar problemas de implicación nacional, regional o local.  No obstante, tal contribución, representada en buena parte por la industria de derivados y productos de hidrocarburos, y que tiempo atrás logró consolidarse en los mercados internacionales, devino en problemas  que menguaron su producción de cara a la cruda competitividad que ocurre en medio de la correspondiente oferta y demanda.

Sin embargo la situación que abatió a la industria petrolera, se replicó en aquellas instituciones donde se hace ciencia y tecnología. A ello no escaparon las empresas farmacéuticas. Así como tampoco, las universidades lo que hizo que todo empeorara. Sobre todo, frente a la obstinación de un régimen empeñado en revolcar la institucionalidad alcanzada. Ello pondría al descubierto la apuesta por convertir a Venezuela en un país convulsionado por la pobreza consignada desde el llamado socialismo del siglo XXI. De tal manera que comenzaron a cerrarse laboratorios de empresas farmacéuticas. Asimismo, de física, química y biología en distintas universidades. Particularmente, en universidades autónomas por ser éstas las que mayores capacidades detentan en términos de formación de profesionales vinculados a las ciencias y tecnologías.

Tan oscura realidad puede explicarse a través de distintas ópticas. Desde las que señalan un régimen obstinado por la politiquería bajo la cual articula decisiones todas de corte proselitistas, hasta las que refiere la negación de un presupuesto justo y necesario a lo que simboliza la razón de ser de la universidad venezolana. Claro está, pasando por la concepción de Estado docente cuya lectura primigenia se ha visto atropellada por la ideología trasnochada a partir de la cual el régimen orienta sus actuaciones. En consecuencia, estos espacios donde se develan principios y consideraciones científicas y tecnológicas  muestran el abandono del cual es víctima la ciencia por la falta de reposición de insumos y materia prima que requiere tanto la elaboración de medicamentos, como la de experimentación a nivel de laboratorios universitarios. Tan gruesa es la situación, que el desempeño de la medicina, el de la petroquímica, o de la industria farmacéutica, se ve en inminente peligro. Incluso, en el ámbito académico se ha llegado a pensar en la suspensión de clases vinculadas a áreas que comprometen la utilización de laboratorios de ciencias.

Esta crisis que vive la ciencia y la tecnología venezolana, no es producto de medidas adoptadas recientemente. La misma tiene su génesis hace casi ocho años cuando el régimen comienza a suplir propuestas científicas por pretensiones que sólo respondían a un populismo vetusto en el cual no tiene cabida la excelencia educativa o una economía robusta democráticamente. Esto incitó una marcada fuga de talento formados en el país, que sumado a la pérdida de oportunidades de trabajo y de reducción de publicaciones en materia científica nacional e internacionalmente, pone de manifiesto la penosa decadencia  de la ciencia venezolana. Es como para inferir que Venezuela es un país sin ciencia.



VENTANA DE PAPEL

SIN CIENCIA NO HAY FUTURO

¿Cómo entender la ciencia tildada de socialista? El Plan de la Patria, tiende a referirse así de la ciencia lo cual no destaca nada diferente de lo que la politiquería “bolivariana” ha pretendido asentir cuando de disciplinas o conocimientos exigentes se trata. En medio de tan perturbada consideración, aparece el desprecio que dicho manifiesto declara sobre aquellas instituciones dedicadas a la investigación científica, incluyendo a las grandes universidades.
El temor descrito que padecen quienes se entregaron a la tarea de elaborar objetivos, estrategias y líneas de acción bajo el ridículo apelativo: “Plan de la Patria”, al imaginar que sus engaños pudieran verse al descubierto por causa de investigaciones y experimentaciones afincadas en la búsqueda de la verdad, y en el afianzamiento de los valores universales del Hombre, obligaron a mirar con recelo a la ciencia cuyo ejercicio está arraigado en las libertades y en los derechos fundamentales. Tan retorcida situación, ha animado reacciones de comunidades de científicos basadas en valores democráticos que, naturalmente, repudian cualquier intención gubernamental, valiéndose del poder político, de acallar, desvirtuar o solapar todo propósito que exhorte la crítica entendida como protesta frente a las desavenencias propias de criterios autoritarios o despóticos.
Ahora, con la excusa de un presupuesto acortado por el mermado ingreso de dólares petroleros, la ciencia venezolana se ha visto sacudida. Aunque detrás de dicho pretexto, se han inventado otros pues para el régimen mal llamado “revolucionario”, el ejercicio de la ciencia pareciera no tener la significación que su desempeño merece. Para el régimen, otras necesidades son prioritarias por encima de la investigación científica.
El proselitismo electoral, por meras razones populistas, ocupa un lugar preponderante. Tanto, que la movilización de sus cuadros políticos se observa cubierta por dineros de la nación, a desdén de demandas clamadas popularmente. Así sucede, aunque no son revelados sus argumentos y datos que supuestamente justifican esa política de derroche que afecta el desarrollo de la ciencia nacional.
El régimen no ha comprendido lo que traduce la  descapitalización de la ciencia. O no se ha permitido entender la repercusión que tan perverso tratamiento tiene para el país toda vez que líneas de investigación se perderán, y la actividad económica y cultural que ello supone, igualmente saldrá bastante perjudicada. Por tanto, se hace inminente reivindicar que la ciencia supone una inversión y no un gasto para el país. De nada vale exhortar el socialismo, si acaso fuese en verdad algún modo de imprimirle calidad de vida al país, si es que no se tiene a la ciencia como puntal cierto de desarrollo. Así que no hay duda de que sin ciencia no hay futuro.

EXCUSAS VIOLADORAS DE VIDA

Lejos de establecer razones que afiancen libertades, el régimen sigue dándole forma a nuevos organismos que constriñen los derechos que exalta la propia Constitución Nacional. Toda insinuación oficialista que estime ayudar al venezolano a disfrutar de una mejor calidad de vida, se convierte en razón para incomodarlo cada vez más.

Esto de la creación del SIAMED o Sistema Integral de Acceso a Medicamentos, es otra de los procedimientos a partir de los cuales el régimen busca restringir más aún las libertades del venezolano. Dicho mecanismo digital pretenderá que personas afectadas por enfermedades cardiovasculares, endocrinometabólicas y neurológicas, se vean obligados a acudir al régimen, mediante obtuso registro, para que así puedan “obtener sus medicamentos” lo cual representa un grosero abuso. O simplemente, otra manera de invadir la privacidad de tantos venezolanos que sufren algunas de estas dolencias.

Sin descaro alguno, con tamaña necedad el régimen intenta imponer más controles como si estos fueran resguardo de democracia. Pues todo lo contrario. Mientras más controles implemente, más desastroso será el funcionamiento de la administración pública y angustiada la vida del venezolano. Los controles son componentes que consolidan dictaduras. En sistemas políticos donde se planteen arreglos que respondan a forma democráticas, como bien refiere la Carta Magna, constituyen burdas excusas violadoras de vida.



“Cuando un gobierno no se interesa por exhortar la ciencia, es porque busca afianzar la ignorancia como vía para implantar  razones y argumentos que sirvan de excusa a los fines de inculcar la obscuridad necesaria y suficiente para mantenerse apegado al poder político” 

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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