jueves, 26 de marzo de 2015

TRINO MÁRQUEZ, LA OPERETA ANTIIMPERIALISTA

El decreto del presidente Barak Obama, en el cual sanciona a un grupo de siete violadores de los derechos humanos, ha servido para que la vocación antinorteamericana de la izquierda cavernícola instalada en el gobierno, erupcione con la fuerza de un volcán. En esa eclosión hay mucho de nacionalismo trasnochado y exageración premeditada en busca de ocultar los verdaderos y graves problemas nacionales. Cada oficialista adapta el libreto general a sus propias conveniencias, intentando sacar el mayor provecho individual.

Nadie puede creer que Obama pretenda invadir a Venezuela. ¿Por qué hacerlo si ni siquiera ha querido bombardear con aviones estadounidenses los territorios de Siria e Irak controlados por un grupo de asesinos tan peligroso como el que forman el Estado Islámico? ¿Cómo es eso de que un mandatario que ha retirado las tropas norteamericanas de Afganistán e Irak puede estar pensando en atacar a Venezuela? ¿El mismo Presidente que propició, hasta lograrlo, el diálogo con Cuba, y que presiona a Israel para que modifique sus relaciones y dialogue con los palestinos, va a enemistarse con toda América Latina por asaltar una nación modesta como la nuestra? Todo suena a farsa y exageración. Los rojos crean una tormenta artificial para que cada quien pesque en río revuelto
         Nicolás Maduro, acosta de su poderoso enemigo externo, trata recuperar su menguada popularidad y evitar que la inflación, la escasez y el desabastecimiento terminen de sepultarlo. Intenta opacar la importancia de las elecciones legislativas para amortiguar el duro revés que podría sufrir. Diosdado Cabello no quiere dejarle todo el protagonismo a su competidor. En este torneo antinorteamericano no puede quedarse atrás. Utiliza su espacio natural, la Asamblea Nacional, para colocarse entre los más antiimperialistas del régimen. Aprovecha el episodio para amenazar a los diputados opositores. Los llama apátridas y traidores porque sus colegas de la acera del frente no se prestan a servirle de comparsa. El general Vladimir Padrino López muestra su garra antimperialista organizando movilizaciones y simulacros bufos La fiscal Luisa Ortega Díaz se siente en la obligación de evidenciar que es una militante más comprometida con la revolución bolivariana que todos los dirigentes del PSUV juntos. El ministro de Educación, Héctor Rodríguez, también se ve llamado a cumplir con su deber revolucionario obligando a los niños a escribir cartas antiimperialistas.
         Mientras todo este teatro del absurdo  transcurre, el país sigue hundiéndose sin que Maduro y sus colaboradores den ninguna señal de estar en capacidad de detener la caída y revertirla. La inflación de los dos primeros meses del año no ha sido anunciada por el BCV, cuando su obligación es informar durante los primeros días de cada mes sobre lo ocurrido en esta materia en el mes anterior. Los economistas que saben de números calculan que los precios escalaron  por lo menos 15% en el bimestre. La Canasta Alimentaria se disparó hasta colocarse en más de Bs. 20.000 al mes, tres salarios mínimos. La crisis de los hospitales y la insuficiencia de medicinas continúan agravándose. La carne de res, que hasta ahora se había encarecido pero no había escaseado, ya no se consigue en los frigoríficos. La inseguridad personal -tan bien documentada por el reportaje de las valientes periodistas y el camarógrafo de Antena 3 que vinieron a Venezuela- sigue causando estragos. Por donde se le mire, la situación del país es caótica y sin que se vislumbren salidas.
En el plano internacional, la estrategia de Maduro ha sido un fiasco. Salvo los camaradas de siempre – los hermanos Castro, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa y Cristina Kirchner- los apoyos han sido de un frío polar. Fuera de este círculo de amigos interesados, al gobierno de Maduro nadie lo toma en serio en el exterior. Nadie muerde el anzuelo, ni deja confundirse por patrañas. Venezuela no colapsará porque los Estados Unidos la invadan, sino porque la incompetencia, el atraso y la corrupción de sus actuales gobernantes la colocaron al borde del abismo. Si la nación sobrevive es porque cuenta con esa fuente de riqueza inagotable llamada petróleo, que sigue proporcionándoles inmensas fortunas a los jerarcas del régimen.
La incorporación de Felipe González a la defensa de los derechos humanos colocará en un nuevo plano la lucha de la oposición. Al Gobierno no le será fácil seguir engañando a quienes todavía creen en el mundo que en Venezuela hay una democracia estable.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

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