miércoles, 18 de marzo de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL DILEMA DIABÓLICO,

El ir a elecciones y por consiguiente votar, se ha convertido en un dilema diabólico para los venezolanos; eso es así porque el gobierno chavista y la oposición se han encargado de encharcar el proceso comicial de tal manera, que es prácticamente imposible salir ileso de este ejercicio de la ciudadanía tan común en las sociedades democráticas.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) se ha convertido en el esperpento más oprobioso y maligno del régimen socialista bolivariano, una entelequia antidemocrática vestida de ropajes democráticos, pero muy efectivo al momento de provocar angustias, miedo, incertidumbre y desconfianza en los ciudadanos; cualquier proceso que toca lo convierte en trampa, sea esta real o figurada, en cualquier caso, mientras exista esta institución, tal como está conformada, no importa si los procesos se realizan con las más sofisticadas computadoras o utilizando ábacos o nudos para contar los votos, cualquier cosa que salga de esa fracasada institución, huele irremediablemente a “guiso”.
Y para los que pegaron un brinquito cuando puse como corresponsable a la oposición, lo digo porque han sido en extremo complacientes en aceptar y alcahuetear todas las marramuncias que esa organización en manos de adeptos al régimen, ha creado y puesto en práctica para asegurarle al gobierno, a su amo, su eterna pretensión de gobernar el país hasta el fin de los tiempos.
La causa final que mantiene con vida a esa inmensa organización, que consume toneladas del dinero de la nación para mantener su estructura “automatizada” y de comunicaciones, cuyos directores ganan sueldos faraónicos, y que, se supone, es árbitro imparcial de los procesos, es que permite el abuso del gobierno en todo momento y le amarra manos y pies a la oposición antes de soltarlos en el rin, sólo para llegar siempre atrás de los otros países que practican el conteo manual, y anuncian sus resultados con prontitud (ya estamos acostumbrados a los desagradables madrugonazos de sus voceros anunciando un nuevo y ominoso triunfo del chavismo); la misión del CNE no es electoral, sino la de proclamar al único posible ganador en la gran charada, al gobierno.
El votante, la gran excusa de nuestro sistema democrático, es quien finalmente debe decidir si sale de su casa a votar, a escoger los candidatos que prefiere; finalmente, y es quien, según los partidos políticos, debe defender su voto.
Se defiende el voto si hay alguien que quiere robarlo, o destruirlo, o cambiarlo, o anularlo, cosa que en una democracia normal estaría descartada, pues se parte de la premisa de que el voto es sagrado, que la voluntad del soberano es la última instancia en la escala de poder de las repúblicas; el que alguien quisiera manipular el voto del pueblo sería un anatema, el crimen máximo contra las libertades. Hay algo de eso, de hecho, porque el CNE ha designado a la Fuerza Armada como vigilante y garante de la pulcritud del proceso… esas mismas fuerzas armadas que se declaran chavistas y socialistas mañana, tarde y noche.
El votante, la voz del pueblo, es el gran juez de los procesos políticos, el que premia con la continuidad, si el gobierno ha sido efectivo y ha traído prosperidad a la casa, o dictamina su desalojo del poder por su pobre gestión y malos resultados; el votante en democracia es quien decide si hay cambios en el bullpen; el votante es finalmente el que garantiza la alternabilidad en el poder, por aquello de que una misma gente tanto tiempo en el poder tiende, inevitablemente, a corromperse y descuidar sus deberes.
El voto castiga o premia; el voto es el aceite que mantiene en funcionamiento los motores de las instituciones, porque se vota en varios niveles y en diferentes tiempos, a veces por el presidente, otras por sus representantes en la Asamblea Nacional, otras por sus gobernadores y concejales, otras en referendos y consultas populares… el voto es la opinión de los ciudadanos sobre el estado de la nación y la administración de las diferentes instancias de poder, y de lo que trata la democracia es de que ese voto sea claro, transparente, que esa voz soberana se escuche sin presiones y en entera libertad.
Pero basta de lo que debería ser, nuestra realidad es otra: tenemos una dictadura que le conviene hacerse pasar por democracia, tenemos una oposición electorera cuya única manera de entender la política es jugando a confeccionar listas y repartirse entre ellos los puestos salidores; ambos se necesitan, ambos se acuestan en la misma cama.
El gobierno les dice: “Yo te doy una oportunidad de poner tu gente donde hay, y tú me das el lustre de que soy democrático, aceptando mi invitación a jugar a que en Venezuela hay libertades”.
Porque la única manera como puedo comprender tanto colaboracionismo de los partidos de la oposición en lograr el CNE que hoy tenemos, es que el gobierno los haya mantenido, cultivado, permitiéndoles algunas victorias que puedan exhibir ante sus seguidores.
Contratos, dinero, cargos, parcelas de poder (mínimas), salvoconductos, prebendas, oportunidades, protección… ¿A cambio de qué? ¿Cuál es la ficha de cambio que usan en este ignominioso intercambio de favores?  Es nuestro voto, el que el día de las elecciones nos tengan haciendo fila para ejercer nuestro derecho democrático a expresar nuestra opinión, para que ésta termine siendo manipulada por el CNE y convertida en victorias vacías para la oposición… y tiempo para seguir usufructuando el poder, para el chavismo.
Maduro tiene en este momento un arma formidable y son los dólares que tiene represados (hambreando al país) para soltarlos en la campaña a Bs. 12, oo; dólares que, convertidos al cambio libre, son una montaña de dinero, capaz de comprar no sólo voluntades, partidos y votantes, sino a buena parte de la dirigencia de la oposición, algunos de los cuales, no me extrañaría, pero no me consta, ya deben estar disfrutando de estos dólares baratos y, empalagados, son capaces de entregar al país.
Pero, ¿Cómo lo hacen? ¿Por qué no nos hemos dado cuenta? La estrategia es sencilla: el PSUV le da a la MUD la oportunidad de tener más curules en la Asamblea Nacional, pero no tantas para hacer la diferencia en el manejo del órgano (no importa que vayamos todos a votar contra el gobierno, la magia del CNE hace realidad lo imposible); al final, será un avance para la MUD y sus partidos asociados, los partidos podrán enseñarle a sus clientes que ellos sí son efectivos, que sí se puede hacer carrera con ellos, que sí pueden ser financiados, sus miembros sólo tienen que esperar su turno y el día menos esperado el gran dedo los pondrá a competir en la gran carrera.
El gobierno estará contrariado, pero será puro show, mantienen el poder y han logrado algo mucho más valioso, le podrán restregar en la cara a la comunidad internacional que los partidos opositores, esos que denuncian al gobierno como régimen autoritario en cada foro e instancia mundial, quedan convencidos de que en el país hay democracia, que pueden competir libremente y hasta ganar algunas curules, porque el pueblo está con la revolución.
¿Una nueva teoría conspirativa? ¿Un fantasioso argumento de un venezolano enemigo de los partidos políticos, anti demócrata y anti político? Vamos a dejar la duda en el aire, sigan mi razonamiento.
Muy astutamente, los partidos políticos que sólo saben competir en elecciones y que sólo saben hacer política en los medios, manejan a los votantes bajo un dilema moral; en este punto debo aclarar que, para no meterme en aguas profundas de una moral basada en posiciones trascendentales, o metafísicas, o en argumentaciones universalistas, me acojo a la concepción moral del británico Alasdair MacIntyre, para quien la moral viene de mores, que significa costumbres y maneras de ser, y que estos mores sólo serían comprensibles si tomamos en cuenta las circunstancias en las que nacen.
Nuestras circunstancias son harto complejas y difíciles, se le ha permitido a la dictadura chavista avanzar demasiado en el control del país, nuestros partidos políticos han demostrado ser no sólo ineptos para detener este avance, sino que se han aliado al gobierno para hacerle más fácil el camino hacia el totalitarismo, jugando a que estamos en una democracia imperfecta; ellos parten de la falsa premisa de que Cuba y sus agentes, que nos gobiernan, o los países de Unasur y del Caribe, que son sus clientes, van a aceptar que los chavistas dejen el poder por perder en unas elecciones.
Todo el esfuerzo que ha sostenido la sociedad libre venezolana, que ha puesto sus muertos, sus presos políticos, sus sacrificios a todo nivel, está a punto de perderse si aceptamos ir a unas elecciones tan falsas como las ilusiones de algunos políticos electoreros, que uniéndonos a su comparsa legitimadora de un régimen tan criminal como éste, vamos a poner el punto final a esta pesadilla.
El asunto es que la MUD nos pone en un inexorable dilema diabólico: por una parte, los verdaderos demócratas van a las elecciones, sin importar las circunstancias; si éstas constituyen un chance de expresar nuestra opinión, debemos aprovecharlo; el que no vote, que luego no venga a reclamar… y esto, en boca de quienes han contribuido a llevarnos a ese callejón sin salida, donde si votamos le damos un baño de democracia a este gobierno forajido, con toda la seguridad de que el CNE nos va hacer perder. Por otro lado, si no votamos, pues no somos ciudadanos, ni somos demócratas. Porque el voto es un derecho y es, igualmente, un deber.

Todo se resume aparentemente en el acto de votar, cuando en la realidad, lo que importa es qué es lo que vamos hacer una vez que tomemos la decisión, cualquiera que ésta sea, porque ambas tendrán consecuencias. Y aquí repito lo que he afirmado varias veces, las elecciones son un frente de batalla más que tenemos que dar, a pesar de toda la trampa y el plomo en el ala que llevamos; debemos ir a votar pero, si votamos, es porque confiamos en que nuestros dirigentes están resteados con que somos mayoría – por eso el asunto de quiénes son nuestros dirigentes es tan importante -  y no hay vuelta a tras sino la victoria, porque estamos comprometidos a salir de nuestras casas a votar y a no regresar hasta que esa Asamblea Nacional sea nuestra por aclamación popular, ya que el CNE no nos va a reconocer el triunfo (ni las FFAA, ni el Tribunal Supremo, ni cualquiera de los amañados poderes públicos).

Si por el contrario, no votamos, es porque tenemos un plan, porque estamos demostrándole al mundo que en nuestro país hay una dictadura, porque contamos con una estrategia de desobediencia civil (volvemos al asunto ineluctable de que tenemos que contar con buenos dirigentes), porque sumamos a nuestras ventajas una estrategia para informarle al mundo lo que nos está sucediendo… y debemos continuar haciendo presión para que el gobierno no agarre aire, debilitándolo hasta que la situación se haga insostenible para el chavismo, evitando dejar libre el camino a los chavistas para que llenen la Asamblea Nacional de sus peones.

Suceda lo que vaya a suceder, la participación del pueblo es fundamental, la gran pregunta es ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de la libertad? –

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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1 comentario:

  1. Un adelanto del libro Crisis venezolana, causas y soluciones estructurales ... compartelo
    http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2015/03/luis-balo-farias-causas-estructurales.html

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