Después
de un día de excelentes exposiciones, acuerdos, desacuerdos y, en especial,
posibles estrategias de solución, nos reencontrábamos en otro bello lugar, la
Hacienda de Los Santos, para disfrutar de una agradable cena.
Algunos
participantes se extrañaban de mi buena interacción con Pedro Aspe y me
preguntaban ¿Por qué? Comentaba una carta que le había dirigido hacía veinte
años, en la cual le expresaba mi admiración por su labor al frente de la
Secretaría de Hacienda y así se iniciara una buena amistad. Aspe había vencido
la inflación, lograba estabilizar el peso que sufría devaluaciones diarias,
había renegociado la monstruosa deuda, convertía un déficit del presupuesto—más
del 20% del PIB—en superávit, la economía de nuevo crecía y, sobre todo, se
rescataba el prestigio de México perdido en los 18 años anteriores, tanto que
se hablaba de El Mexican Miracle. Seguiría el saboteo y el error de Diciembre.
Era
ya sábado y ahora nos aglutinábamos en el hotel, Los Tesoros, para disfrutar de
un sabroso desayuno en el cual, además de la machaca sonorense, como platillo
de lujo se nos ofrecía la presentación del libro titulado; “Ayuda Toxica. El
colapso y recuperación de Tanzania,” autoría de Sebastián Edwards quien llevara
la batuta.
El
libro es verdaderamente inspirador y lo debería ser para todos los países de
América Latina, en especial para México. Es la narración de cómo este país
africano, durante muchos años, fuera sepultado con todas las ayudas
internacionales listadas en el menú de organismos financieros y caritativos.
Durante los años 70 Tanzania fue el país que más ayuda per cápita recibió en
todo el mundo, mientras más se hundía en su pobreza y su miseria. A partir de
los años 80 se modificaba la receta para establecer una sociedad de
propietarios, activando reformas con orientación de mercado que liberalizaban
su economía.
El
resultado ha sido realmente asombroso y en los últimos diez años la economía de
Tanzania ha crecido un promedio de 7%, su ingreso per cápita viajó de $100
dólares a más de $2,000, y se mantiene galopando a un ritmo cercano al 8%
anual, su deuda transitó el camino de la sanidad para, partiendo de 100% de su
PIB al inicio del programa, arribar a un 27% en la actualidad. La inflación fue
totalmente controlada y, con un sistema judicial basado en la common law de
Inglaterra, ha vigilado y protegido con efectividad las interacciones de la sociedad.
Aun
cuando Tanzania permanece siendo un país pobre, los avances alcanzados se
pueden calificar de admirables. Sin embargo, cifras como estas pueden ser
engañosas pues Tanzania, al igual que el México postrevolucionario, partiendo
de cero cualquier crecimiento parece espectacular. En el caso de México,
siempre nos arrodillamos frente al milagro del “Desarrollo Estabilizador” que
registrara crecimientos hasta de un 8%. Pero la revolución mexicana había
destruido más del 50% de las fuentes generadoras del PIB, y crecimientos
provocados después del conflicto, partían de una cifra de referencia engañosa y
la prueba más visible ha sido nuestro raquítico ingreso per cápita, que todavía
se ubica en menos del 20% de nuestro vecino del norte.
Al
terminar la presentación pasábamos de nuevo a los salones del Hotel Colonial,
para iniciar lo que sería la última mesa de las discusiones del programa. El
tema ahora era tal vez el más candente de la convocatoria: “El Resurgimiento
del Rastrero Estatismo y el Debate sobre Igualdad.”
El
coordinador ahora era Ricardo Lopez Murphy, economista y un hombre admirable,
ex candidato a la presidencia y ex Ministro de Hacienda de una convulsionada
Argentina.
Los
expositores formaban un ramillete de mentes verdaderamente brillantes. Lugi
Zingales, un italiano que abandonara el estatismo de su país para obtener un
Doctorado en MIT, y ahora se desempeña
como Profesor de finanzas y economía en la Universidad de Chicago. El
legendario Phil Gramm, Dr en economía, ex senador y ex presidente del Comité de
Banca, Vivienda y asuntos Urbanos del senado de EU. Sebastián Edwards, Chicago
boy y profesor de Economía Internacional en UCLA.
La
ola de estatismo que, después de la emergencia de la libertad culminando en la
caída del muro de Berlín y el desmantelamiento de la Unión Soviética, se ha
venido extendiendo a nivel mundial y en especial en América Latina, es algo
realmente preocupante. Desde Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua
en los cuales las caretas han caído, hasta observar otros como Chile, Brasil,
México los cuales ya han sido arriados al corral del estatismo, mientras los
fierros se calientan para iniciar el herradero de la regresión.
Phil
Gramm abría con una frase que definía todo: “Libertad e Igualdad son dos polos
opuestos que no conjugan.” Demagogos como Hugo Chavez llegan a las fibras más
profundas de las sociedades prometiendo igualdad. Pero ese concepto erróneo de
igualdad fue lo que provocó el fracaso de la Revolución Francesa, y continua
provocando miseria en el mundo actual. En el caso de los EU, sus fundadores la
definían con gran sabiduría y se convertiría en uno de los componentes más
importantes en el potaje que daría vida al país más rico y poderoso del mundo;
“Igualdad ante la Ley,” que se traduce en igualdad de derechos.
Igualdad
de derechos significa que todos viven bajo la misma ley, que las reglas del
juego se aplican a todos por igual. Cuando se elaboran las leyes, deben merecer
aceptación como justas porque son generales, no discriminan a favor o en contra
de algunos y no son retroactivas. Es inconcebible que tuviese general
aceptación una ley que trata a unos mejor o peor que a otros.
Pero
si todos viven bajo la misma ley y respetan las reglas del juego, los
resultados económicos serán distintos porque todas las personas son distintas
en mil maneras (altos, bajos, inteligentes, tontos, guapos, feos, habilidad
deportiva, simpáticos, arrogantes, con vocación de aprender, de gustos
distintos, de fuerza física diferente, lugar y fecha de nacimiento, con
distinta suerte, etc.) y sería ingenuo esperar resultados iguales
Pero
cuando se insiste en igualdad económica, necesariamente obliga un trato
compensatorio hacia quienes tienen menos conocimientos o menos suerte, o menos
inteligencia o habilidad física. Y al mismo tiempo, implica imponer un
"costo involuntario" a quienes han de pagar el beneficio de los
primeros, es decir, a quienes se ven privados por la fuerza de parte de lo que
han adquirido legítimamente. Eso, obviamente, no es aplicar la misma ley a todos:
no es igualdad ante la ley.
Finalizando
esta última mesa, nos trasportábamos a la casa del buen amigo, Hugo Camou para
escuchar la presentación de Pedro Aspe. El evento fue una clara fotografía del
México actual y sus perspectivas futuras, de boca de un hombre que ha vivido
siendo protagonista de sucesos que hoy definen al país. Ello tal vez merezca
otro escrito especial que lo quedo debiendo. Nos despedíamos haciendo votos
para regresar el año entrante.
Ricardo
Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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