Hace muy pocos días escribí un artículo
titulado: Armas contra la gente. No imaginé los dolorosos momentos por los que
atravesaría la sociedad venezolana en los días subsiguientes, debido al uso de
armas de fuego para el control de las manifestaciones. Hoy preguntamos
a los funcionarios que impulsaron la resolución 8610, si todavía
consideran se debe seguir aplicando. Venezuela está de luto, todos los días nos
estremece una tragedia. La espiral de violencia
pareciera indetenible, enluta hogares, deja a padres sin sus hijos,
viudas, huérfanos, lágrimas, dolor.
Al ver las imágenes del joven asesinado en
Táchira, me pasó, como a muchos venezolanos,
que no pude contener las lágrimas
de rabia, impotencia y dolor. Esto no puede continuar ocurriendo, no solo hay
que castigar al responsable de la muerte de ese muchacho, además es necesario que las autoridades que
han promovido la resolución 8610,
desistan de su afán de controlar, reprimir a los manifestantes empleando
armas que pueden ocasionar la muerte. El debate no puede ser si fue con una
bala o un perdigón, porque la tragedia es que el joven fue asesinado. Es un
delito permitir el uso de armas de fuego en manos de funcionarios que no tienen
preparación para manejarse en manifestaciones
y que por su propio miedo, pueden asesinar o herir a los manifestantes.
Este lamentable suceso debe llevar al cese del odio, a no seguir
empleando del lenguaje de la descalificación, basta ya de someter al escarnio a
los que piensan distinto, a fomentar la
lucha de clases, los de abajo contra los de arriba, patriotas contra apátridas
o pitiyankis, revolucionarios contra conservadores, los de izquierda contra los
de derecha. El lenguaje del odio no es precisamente ejemplo de convivencia
democrática. “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”, reza un refrán
popular. Hoy, lamentablemente, estamos recogiendo los frutos de la siembra de la exclusión, de
la polarización que prevalece en nuestra sociedad.
¿Por qué en lugar de sembrar inquina, no nos
dedicamos a fomentar la paz y la armonía
entre los venezolanos? Deberíamos emular
una campaña publicitaria peruana que lleva por nombre “Un lunes cualquiera”.
Copio textualmente una síntesis:
“¿Y cuándo comenzaremos a vernos con los
demás desayunando todos al borde de una mañana eterna? Un lunes señor Vallejo,
un lunes cualquiera en que entendamos lo que fuimos y comprendamos lo que
seremos. ¿Y oiga usted en que momento se enderezo el Perú? Un lunes Zavalita,
un lunes cualquiera, en que comenzamos una conversación y nunca mas la
terminamos. Un lunes en que nos acostamos peruanos y amanecimos Hermanos”.
Bien podríamos inspirarnos en esa campaña y
un lunes cualquiera lograr acostarnos
venezolanos y amanecer como hermanos.
Noel Alvarez
Noelalvarez20@gmail.com
@alvareznv
*Coordinador Nacional de “Gente” Generación
Independiente
@beanavas
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