Las páginas más
brillantes y las más oscuras de la humanidad han sido escritas inspiradas en el
nacionalismo, brillantes en el pasado reciente como la India de Gandhi y la Sud
África de Mandela u oscuras como el presente de la Corea del Norte de Kim
Jong-un, o el pasado lejano de la Alemania de Hitler.
En cada uno de esos
casos se apeló o apela a la conciencia emocional del ciudadano, en cuyo
arraigado amor por la tierra que lo vio nacer decidió hacer de su vida un
ejemplo de patriotismo.
Este sentimiento y
conducta hacia la Patria es una de las herramientas más maleables por los
encendidos y motivacionales verbos de los líderes de una nación, cuyo objetivo
final pudiera ser la Patria como lugar de bienestar común o la subyugación de
un pueblo a los ideales de un líder carismático.
Cuando este
sentimiento ciudadano hacia su País o patriotismo es llevado a un nivel de
manipulación ideológica toma el peligroso estatus sociopolítico de una
estructura psico-socio-mental que es el Nacionalismo.
El nacionalismo puede
y tiene muy variadas maneras de presentarse ante una sociedad, siendo por
ejemplo la religiosa, la étnica, la cultural, la fascista, el imperialismo, el
socialismo, separatismo, etc.
Todos ellos llevan a
una manipulación del sentimiento patriótico que todo ciudadano tiene hacia su
lugar de origen o nación.
Nuestro País no
escapa a esos vaivenes emocionales que exacerban el sentimiento patriótico y lo
llevan a niveles del nacionalismo o lo que he preferido llamar “solidaridad
automática” para con una ideología o partido político o personaje asociado a
estos.
Esta solidaridad
automática está más arraigada en la psiquis de nuestra sociedad de lo que
pudiésemos imaginar, continuamos siendo víctimas del nacionalismo monárquico
donde el monarca de turno ( léase hoy día presidencialismo) dirigía y dirige
aun hoy las emociones patrióticas de la mayoría de los ciudadanos del nuestro
País.
La solidaridad
automática desde el punto de vista ético y moral está reñido con un País donde
debe reinar el estado de derecho, las buenas costumbres y valores ciudadanos.
Ningún venezolano o
muy pocos pueden decir que no han sucumbido a la solidaridad automática para
con una persona, partido político, militancia, institución pública, iglesia que
habiendo violado valores o atributos ciudadanos no hayan recibido a conciencia
de esas violaciones la solidaridad automática. Para no ir muy lejos ¿cuantos
militantes de partidos políticos se han
solidarizado con sus líderes de partido a sabiendas que se han
enriquecido a costa del erario público? ¿Cuántos no han apoyado expropiaciones
indebidas? ¿Cuántos no han apoyado la violación de los derechos humanos a sus
conciudadanos, basados en la solidaridad automática?.
Cuando el ciudadano
pierde sus perspectivas constitucionales y valores familiares, se convierte en
presa de líderes nacionalistas y lo llevan a derroteros que están
diametralmente opuestos al desarrollo de sus derechos como ciudadano y lo
embarcan en aventuras que pudiesen rayar en el guerrerismo u odio por sus
propios conciudadanos ( nacional socialismo de Hitler, Socialcomunismo de
Stalin, Socialismo Cubano, Socialismo del siglo XXI, etc.).
Para trabajar a favor
de la paz, en un entorno geopolítico de gran complejidad donde nuestro País
convertido en punto de confrontación de grandes poderes mundiales como lo son
EEUU, China y Rusia, es necesario evitar las posturas superficiales de
incondicionalidad y de solidaridad automáticas que sólo contribuyen a agudizar
el conflicto. Esta actitud lo que refleja en algunos “lideres” no es otra cosa
que una enorme miopía política, desconocimiento del orden internacional,
desconocimiento o ceguera de las necesidades y derechos ciudadanos de los
venezolanos así como el deseo de aliarse con nihilistas destructores.
Los Ciudadanos Dómine
(consciente de sus deberes para con la Patria y de sus derechos como ciudadano)
tenemos la responsabilidad de salirle al paso a toda solidaridad automática
para con “lideres”, organizaciones, partidos e instituciones que de alguna
manera nos lleve a una confrontación interna más allá de las diferencias
ideológicas o nos conviertan en carne de cañón de potencias militaristas que
simplemente nos utilicen para dirimir su poderío internacional.
Es el momento de
antes de hablar o actuar leamos nuestros deberes y derechos constitucionales
que nos consagran como Ciudadanos Venezolanos y actuemos en consecuencia a la luz de la justicia y el estado de
derecho y no a la emotividad de un nacionalismo que nos hace perder el sentido
real de la Patria y el Patriotismo, actuemos como ciudadanos con valores patrióticos
y no como militantes de ideologías nacionalistas para reencontrarnos como País
y demostrarle al mundo que no somos ni jamás seremos espacio para dirimir sus
diferencias imperialistas.
Maximiliano Donat
maximilianodonat@gmail.com
@maxidonat
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