Al paso que vamos da la sensación de que
Nicolás Maduro,  identificado hoy ante
los ojos del mundo como “el carcelero  del liderazgo opositor”, es huérfano de
asesores.   Al no encontrar otra
explicación que el montaje del famoso “golpe 
para encarcelar al alcalde Ledezma”, diríamos que se fue por la calle
del medio pisoteando todo principio ético de un Jefe de Estado para asumir las
atrocidades propias en un gobierno 
forajido.  En el tratamiento dado
a los expresidentes Andrés Pastrana de Colombia y Sebastián Piñera de Chile en
una simple visita a Leopoldo López, no hubo quien  dijera que cerrarles el paso a estos  personajes era como  adelantar 
una fisura que  pudiera ocasionar
alteraciones nada deseables en las relaciones con estos dos países: nadie alertó
a Maduro  sobre tamaña torpeza. 
visando el cuadro de la economía,  el enfermo está grave.  Se derrumbó lo poco que  quedaba: un país endeudado y sin posibilidad
de honrar los compromisos;  un
parque  industrial en ruinas  y miles de industrias quebradas, más la
incógnita de un comercio en general castigado 
por la escasez  de insumos para  el desenvolvimiento de sus actividades.  En la herencia que le dejó su padre político
está la comercialización de los alimentos que consumen los venezolanos;  desleal competencia de un gobierno que,
apostando a la quiebra del mercado natural que abastece a la población, ha
ampliado su cadena de centros populistas dentro de una función pulpera y
vergonzosa: ministros vendiendo pollo.               
Hay rumores en los cuarteles pero  sumisión ante su presencia.   La sensación en la calle es la de un
“prisionero” de quienes le estimulan el culto a la personalidad y la
inspiración en el insípido y fastidioso 
discurso.  Los que lo  aconsejan o le calientan  la oreja pueden estar en sus cercanías, en el
partido  o  dentro del propio palacio, pero asesores
políticos no son.   Leopoldo López rebasó
los límites de su alcance tras las rejas de su prisión;  el mal manejo 
comienza en el mismo momento de su entrega,  admitiéndolo Maduro como un trofeo obtenido
en su ego imaginario.  Leopoldo y
Ledezma, convertidos en presos políticos de estatura internacional, hoy  estremecen todos los escenarios donde la
libre expresión de la democracia y el respeto a los derechos humanos han
manifestado su rechazo al sistema totalitario 
imperante en Venezuela.  ¿No tiene
asesores  o hay  una carta escondida bajo la manga?         
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr                        
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