lunes, 16 de marzo de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., CON MUCHA FE Y ALEGRÍA

El 5 de marzo es un día que debería quedar grabado en la memoria, no sólo de Venezuela sino de todo el mundo, pues el acontecimiento ocurrido en esa fecha reviste enorme trascendencia y evoca un significado que tendría que ser estudiado para el futuro.

En medio de una grotesca combinación entre una represión desmedida y la altanería de grandes avenidas y colosales monumentos, la parroquia Sucre de Caracas no tenía escuelas en 1955, lo cual resultaba irónico por encontrarse en las cercanías del palacio de gobierno y por manifestar el régimen que sus inversiones eran cuantiosas y continuas. En el fondo se evidenciaban las contradicciones de muchas dictaduras en las que la retórica de una realidad pujante contrasta con la situación de miseria que vive la gran mayoría de la población.

En este contexto, y para satisfacer las demandas educativas, nació hace sesenta años Fe y Alegría, una institución que ideada por el padre José María Vélaz, y que contó desde sus inicios con muchos colaboradores, empezando por Abraham Reyes quien donó una humilde casa, se trazó buscar una transformación de la realidad, concibiendo que la formación debía ser un ejercicio integral en el que se vinculara a las comunidades, la familia y el diseño de las políticas públicas.

Lo que comenzó siendo una escuelita en Catia es seis décadas después un ambicioso proyecto formativo que tiene presencia en más de veinte países en tres continentes, resaltando el caso de Chad, país africano con mayoría musulmana y donde la organización trabaja a favor de la paz y el entendimiento.

Muchos han dado su aporte desinteresado por Fe y Alegría. Otros ofrecieron incluso su vida, por el ejemplo el padre Joaquín López y López en El Salvador, país en el que la sangre de los que lucharon por la justicia como Rutilio Grande y Oscar Arnulfo Romero regó los sueños de la lucha, todo por hacer una organización grande y pujante.

No importaron los gobiernos y las trabas que desde distintas instancias quisieron imponerse. La mística de Fe y Alegría para ofrecer una alternativa es lo suficientemente clara y los integrantes de un voluntariado civil, que acompaña a un ejército de niños que con sus franelas sale a pedir "cinco bolívares por cinco mil niños más".

Tuvimos recientemente la oportunidad de investigar a profundidad la estructura de la organización como tesis en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Más allá de los resultados exitosos que pudimos obtener, nos queda la satisfacción de conocer a profundidad una gran iniciativa y de estar seguros que ante la pérdida creciente de valores que se vive en el país y el mundo, frente a los alarmantes niveles de violencia y los manifiestos ejemplos de represión y violación a los derechos humanos, seguirá siendo necesaria la acción de instituciones que como Fe y Alegría se transforman en realidad y hacen de la esperanza una muestra fehaciente de libertad.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

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