lunes, 23 de marzo de 2015

LEONARDO MORALES P., CAMBIOS QUE NO CAMBIAN

Las sanciones que impuso el gobierno estadounidense provocaron algunos movimientos en el país. Es de imaginar que más de un testaferro anda nervioso por sus cuentas en dólares y ni se diga de la burguesía roja que ha ascendido a tal condición a partir de jugosos negocios con el Estado venezolano. Todos andan pegando brincos y buscando dónde colocar sus dólares fuera de EEUU.

Más allá de las verdes preocupaciones que ocupa a la aristocracia revolucionaria, están los desasosiegos de aquellos ciudadanos, de esos que llaman ciudadanos de a pie, que diariamente viven confrontado con la ineficacia gubernamental, que ciertamente son muchas, pero en esta oportunidad nos referiremos a solo una: la inseguridad.
Mientras muchos asociados al gobierno cambian sus ahorros –y qué ahorros- de bancos gringos a otros donde no le puedan seguir las pistas, los venezolanos  deben optar por cambiar su modo de vida, precisamente, para salvar la vida
Los secuestros han pasado a convertirse en la industria más desarrolladas en el país. La violencia no ha cesado a pesar  de los muy variados e ineficaces planes de seguridad instrumentados por el gobierno. Señala un portal digital que en los primeros tres días de marzo fueron ingresados 41 cadáveres a la morgue de Bello Monte. El hampa no teme a avioncitos Tucanos y a esta altura ya se ha llevado por delante un buen número de efectivos policiales.
El exministro Rodríguez Torres, aun de vacaciones, presentó al país un plan cuya eficacia se desconoce. En alguna oportunidad afirmó que para abril de este año se contarían con radares y drones con cámaras. El plan desarme quedó en el anuncio. La reglamentación a los motorizados como mecanismo para reducir los delitos, a un año de su anuncio, no fue más que eso, un anuncio.
El presidente o los colectivos del gobierno echaron a Rodríguez Torres de su cargo. La Almirante Meléndez lo sustituyó por breve tiempo sin que el estado de inseguridad y de la violencia cesará. Un cambio que no produjo nada.
El anuncio de Obama llevó a otro militar a la cartera de Relaciones Interiores, Justicia y de Paz. Maduro nombró a un acusado de violar los derechos humanos para provocar a sus acusadores. Puede que el nuevo designado, como muchos otros, fracase en su gestión, eso no importa, su nombramiento no está dirigido a producir cambios significativos en el estado de inseguridad y violencia que atraviesa el país.
El presidente Maduro no tiene preocupación ni siente dolor por los daños que la violencia y la criminalidad causa en las familias venezolanas, más bien, pudiera decirse que Maduro juega desde su posición a provocar a un gigante que, en fin de cuentas, no lanzará ni un dardo en territorio venezolano.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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