Maduro
disfruta el caramelo que le regala Obama y monta el teatro para proclamar que
quiere morir defendiendo la patria, nacionalismo puro.
Recibe
apoyo de Putin y tibios respaldos de UNASUR. El guión es cubano y esa es la
práctica de La Habana con los Castro a lo largo de 56 años de desgracias para
la isla.
En
tiempos de la hambruna, las epidemias, las destrucciones, salía Fidel a
manifestar que los cubanos estaban dispuestos a morir en su lucha contra el
imperio.
El
pronóstico electoral para el gobierno es terrible porque la oposición puede
ganar las parlamentarias y el tema complicado para Maduro es la crisis
económica, donde no tiene posibilidad de eludir su responsabilidad, entonces
desplaza el debate al plano político e internacional donde tiene algún margen
de maniobra y es lo que hace.
El
gobierno concentra su discurso y acción política en las sanciones de los
Estados Unidos, que le caen como anillo al dedo en momentos de popularidad por
el suelo.
La
tendencia es claramente hacia la complicación y aumento de las tensiones
sociales. El fuerte rechazo a la gestión es una carga que lleva Maduro que día
a día pesa más y más. Los principales actores son jóvenes y los más pobres que
sufren en silencio.
Tomando
en cuenta que la pobreza venezolana en 1998 era de 45,8% de los hogares, hoy
afecta nada menos que al 48,4% de los hogares. Esto es unos 3.340.000 hogares venezolanos que están
en la pobreza, de los cuales 1.700.000 están en pobreza extrema.
De
esta manera queda bien claro que la “retórica revolucionaria” de pobres vs
ricos es un sofocante discurso lleno de demagogia que no convence.
En
respuesta a esta realidad, el gobierno construye una historia y una épica
alrededor de las sanciones, que terminarán siendo parte de la estrategia
política para la represión.
Maduro
se sale con la suya, el domingo recibió poderes extraordinarios que le
proporciona la nueva ley habilitante. No necesita dictar Estado de Excepción.
De hecho, este instrumento en los términos generales que manifiesta, es de por
sí gobernar por decreto, como lo hacían las dictaduras del siglo pasado.
Lo
que se pretende es distraer a los venezolanos de la gravísima situación
económica. En esa estrategia ha prevalecido la negación de la responsabilidad
propia y asigna la culpabilidad a los demás. Está claro que los 7 sancionados
no son Venezuela y que Maduro no es el pueblo. Es simplemente el guión cubano.
Jesús
Alberto Barrios R.,
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob
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